La emancipación de Kicillof

  • Imagen
    Axel Kicillof en el cierre de campaña 2023 en Arsenal
    Foto: Daniela Morán
INTERNA DEL PERONISMO

La emancipación de Kicillof

21 Octubre 2024

En una semana la encrucijada en la que se encontraba el kirchnerismo se desató… o se rompió, el tiempo dirá. Ante la mayor crisis que se recuerde dentro del peronismo, el espacio que lo hegemonizó durante los últimos 20 años se encontraba ante una paradoja inusitada. Obturado el camino de elegir un candidato extra kirchnerista por los lastimosos recuerdos de los últimos tres candidatos a presidente, se sabía ante la necesidad de elegir un candidato propio, kirchnerista de pura cepa.

Ante esta situación, la encrucijada. Cristina es la líder que no quiere o no puede volver a ser candidata. Kicillof es el candidato natural del espacio, pero no puede ser títere de Cristina porque también trae malos recuerdos. De un lado, el objetivo es conducir para elegir el sucesor, del otro continuar el camino del sucesor natural sin conflictos internos. Esta situación iba camino a una crisis que se desató en una semana. Cristina decidió asumir la conducción del PJ para rubricar un lugar institucional que le permitiera despejar las dudas de su ascendencia actual. Una jugada sorpresiva, pero lógica. Mensurar el poder real, rápido, antes de que el sucesor empiece a engordar su figura.

El silencio del gobernador en los días previos al acto por el Día de la Lealtad generaba expectativa por su respuesta. No participó del operativo clamor ni reaccionó ante el mensaje de Cristina sobre su postulación. Si esquivaba el bulto corría el riesgo de confundir incluso a los propios y de no tener capacidad de liderazgo. Luego de su discurso quedó claro que tiene vocación de poder, que quiere ser presidente, y que se pone por arriba de la interna. Salir por arriba del laberinto, como se suele decir. El PJ, puesto menor.

El movimiento de Kicillof, sin prestar atención a qué suceda con la elección partidaria, es un parteaguas. No sólo desoyó a las constantes presiones para que apoyara la candidatura de su mentora, sino que eligió saltearse el invite y abrir su camino hacia 2027 con un acto que contaba con la gran mayoría de las fuerzas del peronismo bonaerense: casi todas las conducciones sindicales y un fuerte componente de los poderes locales. No sólo mostró voluntad de poder, sino que mostró músculo.

Los caminos se bifurcan

Lo que vaya a suceder con el PJ tiene relevancia para el reordenamiento del kirchnerismo, sin embargo el movimiento de Kicillof abre el escenario hacia adelante. Cristina puede ganar la interna, pero el gobernador ya avisó que va a ser protagonista de la confrontación contra el gobierno de Milei. La disputa excede al partido.

Hacia adelante se abre una situación inédita de fractura entre la maestra y su mejor alumno repleta de preguntas. Una de ellas es ¿qué quiere el votante kirchnerista? En principio, tres cosas: que no se peleen, expresar el proyecto kirchnerista y ganar las elecciones. Con estos tres supuestos trabajan ambos sectores, exteriorizar lo menos posible la disputa de poder y ser la principal voz opositora al gobierno.

En el acto del jueves Kicillof dio muchos indicios de su camino. No confrontar nunca hacia adentro, mostrarse continuador sin dobleces de la experiencia kirchnerista, rodearse de estructuras poderosas del peronismo, continuar una gestión sólida, antagonizar modelos con el gobierno nacional y expresar una nueva esperanza. Como alguien que está en el centro del ring su objetivo es no salirse de esa posición. El problema puede que lo tenga en el mismo encorsetamiento: el de la estructura que lo rodea y de la identidad (ser más kirchnerista que nadie).

Del otro lado, Cristina arranca corrida del centro: no quiere ser candidata, no es acompañada por la mayoría de las estructuras peronistas, no es novedad y no tiene candidato. Sin embargo su posición en el ring le da más movilidad. Ya habla de nueva estatalidad, de reforma laboral, de cambios en salud y educación, de equilibrio fiscal. Si ella no es novedad, que sean nuevas las ideas. El desafío de su discípulo la obliga a tener más presencia y también ser más generosa en el armado, por esto su lista del PJ no tiene en los lugares principales a dirigentes de La Cámpora y sí de otras expresiones como ex gobernadores, el Movimiento Evita y el sindicato SMATA.

Parece difícil encontrar una salida pacífica de esta determinante muestra de independencia. La interna partidaria ya no podrá resolver que el kirchnerismo hoy tiene dos terminales, dos conducciones. Ambos sectores irán disputando el antagonismo con Milei, la construcción de una nueva esperanza, y se encontrarán con un escenario electoral más complejo, con más actores que no sólo se le animarán a Cristina, sino al kirchnerismo en su conjunto.

La salida de la encrucijada kirchnerista es sólo el comienzo del camino hacia una opción de poder. La emancipación de Kicillof es un hecho de la nueva realidad política. De esto puede salir una guerra intestina. Nunca hubo una disputa de poder así en el kirchnerismo. El efecto renovación y hartazgo de muchos poderes locales y gremiales con La Cámpora y su incremento sostenido de poder puede tener como resultado una mayor apuesta por el retador, pero también será un desafío para el nuevo líder mostrar capacidad de conducir una estructura donde no entran todos. Cristina, por su parte, tiene más herramientas que nadie para medir el poder, distribuirlo y manejar la agenda de la discusión. El otro tiene que gobernar, ella puede estar en campaña permanente.

El devenir es incierto, pero ante la debilidad histórica que presenta el peronismo, parece lógico que en algún momento se ordene la nueva distribución de poder interno. Sin embargo, lo que terminará estableciendo un orden definitivo es la política del futuro. Una nueva renovación del peronismo, que logre pensar no sólo la reconstrucción social de lo que este gobierno está dinamitando, sino una redefinición de la experiencia pasada que puede resolver los desafíos que presenta una sociedad cada día más precarizada, alejada de las viejas herramientas estatales y sin horizonte de desarrollo. El futuro del peronismo lo conducirá quien mejor interprete y articule las nuevas demandas, quien pueda reunir más fuerzas y quien elabore una propuesta convincente para salir de la crisis.