Los muertos que vos matais gozan de buena salud

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Los muertos que vos matais gozan de buena salud

29 Octubre 2013

Por Iván Schargrodsky

El kirchnerismo mantuvo la primacía a nivel nacional y mejoró en cuatro de los distritos más importantes del país en relación a 2009: la CABA, Santa Fe, Córdoba y Mendoza; pero perdió fiero en La Provincia. Y todo análisis que no comience con esa lógica será inconducente para el Frente Para la Victoria. El massismo ganó en todas las secciones electorales del territorio que gobierna Daniel Scioli, lo que deja en claro que las responsabilidades o los méritos –según sople el viento- no son absolutos. El radical Julio Cobos resurgió de sus cenizas y logró un contundente triunfo en Mendoza, que lo posiciona -¿lo posiciona?- para discutir una posible alianza –o interna, tache la que no corresponda- con Hermes Binner de cara a 2015, que también refrendó su supremacía en Santa Fe. Por otro lado, el FIT utilizó una herramienta de la democracia burguesa a la que había calificado de proscriptiva para forjar una alianza que de otra manera hubiese sido impensada. El crecimiento de la izquierda dura le saca votos al FpV en el lugar que mas le duele y, donde Néstor Kirchner colocaba una pared, ahora emerge un colectivo político –veremos si se mantiene- que lo obliga a futuro a maniobrar atento a dos flancos. Y, en tren de voces esperadas, falta ahora la palabra de la Corte Suprema, que tiene in pectore, hasta ahora, la decisión de ponerle -o no- un límite al poder del gran elector vitalicio. Hasta aquí, un brevísimo crisol. Veamos al peronismo, un poco más de cerca.

Fue una campaña poco habitual, con la Presidenta de figura excluyente en los comienzos y Scioli “aguantando los trapos” en la segunda etapa. Sergio Tomás Massa fue, sin dudas, uno de los grandes ganadores de la jornada. Aumentó su caudal electoral en más de 650 mil votos, le sacó casi 12 puntos de ventaja al kirchnerismo y se posicionó como uno de los presidenciables. Ahora tiene que resolver algunas dificultades: la superpoblación de caciques con ambiciones propias que hay en el Frente Renovador –como más evidente la indisimulable interna que hay entre el tándem De Mendiguren-Peirano y Martín Redrado- y la necesidad de construir más allá de los límites bonaerenses. Ahí es donde el jefe del PRO le constituye un problema: Macri, que en el mismo momento que se lanzó, rompió la alianza táctica que tenía con el intendente de Tigre, va a disputarle aliados y electorado a nivel nacional, y presencia mediática. A horas de cerrada la elección, los tres diputados que estaban en la lista del Frente Renovador cruzaron el charco hacia las filas macristas. Nadie te regala nada. Los massistas más audaces ya ven al intendente de Tigre como Presidente en una alianza con Reutemann y el peronismo sojero, entre otros. Por su parte, Insaurralde sumó sólo 100 mil votos más que en las PASO, con cambio de publicista, jefe de campaña y estado civil incluido.

Lo decíamos luego de las primarias: hay una sobredimensión “del aparato”. Los más experimentados peronistas de La Provincia se resignaban: “A cualquiera que hubiésemos puesto la sociedad lo hubiese castigado”. De allí que, remarcamos, lo de “la liga de intendentes” es válido para una lectura veraniega o una elección legislativa en el vasto territorio bonaerense, pero no alcanza ni para empezar a hablar en términos nacionales. Si bien siempre dijimos que pedirle el ISO 9000 de peronismo en sangre a Massa es un error, sobre todo después de casi cuatro millones de votos, es difícil creer que Jorge Capitanich o el Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, que quiere ser Presidente desde que tiene ocho años, vayan a rendirle pleitesía a un intendente con las presidenciales de 2015 en el horizonte cercano. El mismo caso que Sergio Urribarri, mandamás de Entre Ríos, y otro de los que salieron beneficiados luego de los resultados del domingo. El “Pato” reúne tres características invaluables para el kirchnerismo, en particular, y para el peronismo en general: conservó su territorio con holgura, puede exponer logros de gestión y demostró lealtad a la Presidente y al “modelo”.

Por su parte, el Gobernador Daniel Scioli terminó estas elecciones en un no lugar: fue, sin dudas, el gran artífice de la campaña de Martín Insaurralde, se alineó tal y como lo exigía el kirchnerismo sunita y puso la cara en el momento de la derrota. Pero el peronismo es carnívoro y DOS no logró imprimirle el shock de votos que el intendente de Lomas necesitaba. ¿Hubiese habido más diferencia de no ser por el trajín del ex motonauta? Es posible, pero es una ucronía: si mi abuela tuviese ruedas sería una bicicleta.

Evidentemente Massa tomó nota de la experiencia fallida de De Narváez antes de cruzar el Rubicón en una elección de medio término. Habrá que ver cuánto hubo de errores no forzados en esta caída del oficialismo y cuánto de inherente a jugar las fichas en un tablero que no paga plenos. Así las cosas, el escenario que se impone de cara a 2015 dentro del Partido Justicialista es el de las internas. Juegan todos. La gran incógnita es saber qué rol va a tener Cristina Fernández. Si utilizará el dedazo o impulsará las elecciones intraPJ y se posicionará como la gran electora. ¿También navegará por ese Delta el intendente de Tigre? Difícil saberlo; se desprende que no, según sus declaraciones. Y para las presidenciales faltan dos años. Con ese panorama, el massismo emocional debería esperar. Porque el peronismo no vive de promesas.