Los que mancillan la memoria de los Héroes de Malvinas
Por César González Trejo (*)
El Embajador argentino ante el Reino Unido de Gran Bretaña, Carlos Sersale Di Cerisano, ha hecho propio a través de su cuenta de Twitter una publicación que reconoce a los ilegítimos ocupantes de las Islas Malvinas, como a sus “máximas autoridades”.
Inmediatamente, desde el parlamento argentino, desde las organizaciones representativas de los ex soldados combatientes e, incluso, desde muchos familiares de los Héroes caídos en Malvinas se manifestó una ola de repudio generalizado.
Reconocer a los ilegítimos ocupantes de las Islas Malvinas como a sus “máximas autoridades” implica la violación de nuestra Carta Magna, que en su Disposición Transitoria Primera establece que la recuperación de Malvinas y demás territorios en manos británicas constituye “un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
No se trata sólo de un error grave cometido por un funcionario: se trata de una política enmarcada en la doctrina enunciada por Carlos Escudé bajo el concepto de “realismo periférico”, que en buen criollo puede traducirse como la actitud del buen esclavo, que cuanto más le cede a su amo, mayor oportunidad tendrá de obtener alguna ventaja de éste. Esa es la clave “estratégica” del actual Gobierno para las relaciones internacionales.
La facilitación de las comunicaciones aéreas entre las Islas y el continente, las operaciones de cooperación argentino-británicas en la Antártida, la colaboración argentina para la depredación ictícola británica del Mar Argentino, la desmalvinización cultural y educativa, la anuencia oficial a cuanta operación implementan la inteligencia y la diplomacia británicas contra el espíritu de los argentinos, la inclusión de los ilegítimos representantes isleños en la mesa de negociación que debería limitarse a la bilateralidad, son algunas de las manifestaciones que el twit de nuestro representante en Londres sintetiza.
La única voz que se pronunció en defensa del cuestionado diplomático, es la del Gerente de Desarrollo de Negocios y Programas Internacionales de Aeropuertos Argentina 2000, Roberto Curilovic, en una nota que publicó el portal Infobae, bajo el título “Un Héroe de Malvinas criticó la citación al Congreso del embajador argentino en Londres: es oportunismo político”.
Curilovic, que se desempeñó como aviador naval durante la guerra contra el Reino Unido con el grado de capitán de corbeta y participó en el hundimiento del buque inglés Atlantic Conveyor, defendió al embajador Sersale, argumentando que sus declaraciones no afectan a la soberanía, destacó su trabajo a favor de la realización de las pericias forenses sobre los restos de los soldados argentinos, y sus “esfuerzos por acercar y relacionar”.
Asimismo, el ex piloto de combate definió a las denuncias promovidas en el Congreso contra Sersale como “oportunismo político”, aclarando que “no está en peligro el avance en las tareas de colaboración con el Reino Unido, pero es una postura que incomoda”. “No lo acepto yo ni los veteranos ni la Comisión de Familiares…”, agregó, defendiendo también la actuación de Eduardo Eurnekian “artífice del histórico viaje de los familiares de los soldados identificados al Cementerio de Darwin.
Finalmente, Roberto Curilovic, sentenció: “La guerra no sirvió para nada, no mancillemos ahora la paz…”, concluyendo: “Pido que no se destruya lo que se está tratando de avanzar y construir. Fueron años de esfuerzo”.
Con todo el respeto que me merece un veterano de guerra, que además tuvo destacada actuación contra el enemigo colonial, me siento obligado a responder las afirmaciones de Curilovic, so pena de ser cómplice de falacias y mentiras.
Durante más de treinta años acompañé la labor de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, y tuve el honor de compartir su principal logro institucional: la construcción del Monumento a los Héroes de Malvinas en el Cementerio de Darwin.
Roberto Curilovic conoce esa labor por relatos, no por experiencia, ya que no participó de la misma. Quizás por eso no lo destaca como merece. El aporte que hizo Eduardo Eurnekian fue extraordinariamente importante, en un contexto en donde nadie lo creía posible y nos miraban como a locos cada vez que lo proponíamos. Máxime, viniendo de uno de los más prominentes hombres de negocios de nuestro país, sector que suele demostrar poco compromiso con el bien común y la defensa de la Patria.
Al decir de los propios británicos, fue un hecho inédito en la historia universal, que el país que sufrió una derrota militar, pueda promover y concretar un homenaje a sus soldados caídos, en el propio territorio en disputa, y en manos del vencedor.
De ahí la grandeza del acto de un empresario argentino, que financió la totalidad de la obra, y que no se puede reducir al pago de un vuelo a las Islas.
Es cierto que Eurmekian le fue presentado a los Familiares de los Héroes caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur por el ex embajador británico Robin Cristopher, quien desempeñó una labor activa para concretar la construcción del Monumento.
La relación que se estableció entre las familias de los Héroes argentinos, la Embajada británica y las autoridades fácticas de las Islas, fue respetuosa y sincera. Siempre se dejó en claro que el diálogo no significaba la “reconciliación” con los británicos, que sólo podrá existir definitivamente cuando nos devuelvan lo que nos pertenece, y retiren las bases militares que amenazan la paz en el Atlántico Sur.
Para evitar la utilización política de cualquiera de las partes y ceñirlo al objetivo estrictamente humanitario, entre los años 1998 (fecha de la propuesta de construcción del Monumento) y 2009 (fecha de su inauguración) se estableció un protocolo explícito en donde a las islas se las llamaba “Islas” y no Falkland ni Malvinas, y se diferenciaba a la parte continental de nuestro país como “el Continente”. El protagonismo central de toda la gestión lo tuvieron los familiares de los caídos, no la Embajada, ni los isleños, ni la Cancillería argentina, ni el empresario donante, ni los medios afines, ni los agentes de Su Majestad.
Se puede y debe tener relación con el enemigo, pero siempre debe estar basada en la defensa de nuestros propios intereses, en nuestra dignidad como Nación y en la coherencia con el sacrificio de los 649 Héroes Nacionales. Así lo hizo la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas durante todo el proceso de negociaciones por la construcción del Monumento y su inauguración.
En cuanto a la caracterización de oportunismo de las denuncias, sin dudas que nuestra clase dirigente suele actuar más para la tribuna que con mirada de estadista, pero en esta ocasión la omisión de acciones parlamentarias o judiciales –e, incluso, de un representativo grupo de diplomáticos-, supondría la anuencia del conjunto de la sociedad argentina con un acto diplomático propio que avala la ilegitimidad de la usurpación británica de nuestros territorios.
El verdadero “oportunismo” es callar ante la prepotencia de la acción de aquellos que usurpan lo que nos pertenece, o convertirse en representante local de sus intereses. El embajador Sersale sí cometió un acto lesivo a los intereses argentinos, por la jerarquía de su representación y la naturaleza de lo publicado.
Así lo comprendemos la inmensa mayoría de los ex soldados combatientes de Malvinas, mal que le pese a Curilovic, que no puede arrogarse una representación colectiva.
La Confederación de Combatientes de la República Argentina, quien detenta en la actualidad la mayor representación de las organizaciones que agrupan a quienes combatimos por la defensa de nuestra soberanía en la batalla de 1982, no sólo ha repudiado los dichos de Carlos Sersale, sino que lo denunció ante los tribunales por los delitos de “violación a los deberes de funcionario público, abuso de autoridad y traición a la Patria”.
Los legisladores nacionales, incluso de la propia coalición política gobernante, convocaron al embajador Sersale a dar explicaciones de sus dichos. Un grupo de reconocida trayectoria diplomática también se manifestó repudiando la actitud del actual representante ante el R.U.
Cuando Curilovic dice “la guerra no sirvió para nada, no mancillemos ahora la paz”, no sólo desprecia el sacrificio de los Héroes Nacionales (porque en esa “nada” también entran los caídos), el esfuerzo de todos los que peleamos, incluyéndolo a él mismo, sino que adscribe implícitamente a la versión británica que culpabiliza a la Argentina por el inicio de la guerra, que en realidad fue provocada por los EE.UU. y el R.U., y que los argentinos tuvimos que enfrentar sin desearlo. Curilovic, seguramente sin percatarse, mancilla de esa manera la memoria de los 649 caídos y el esfuerzo de los combatientes. Flaco favor en la defensa de lo que su actual jefe hizo durante estos años, que es permitir su honra.
Quienes mancillan la paz, son aquellos que irrespetan la voluntad de la mayoría de los argentinos, a la Constitución Nacional y al mandato de recuperar lo que nos pertenece. A los que prefieren los efímeros flashes y las alfombras del poder y los pasajes y viáticos para visitar las capitales europeas para aplaudir el circo montado por la potencia enemiga, que a ser consecuentes con el ejemplo imborrable de aquellos que dieron sus vidas, para que las nuestra tengan sentido.
El embajador Carlos Renato Sersale Di Cerisano debe responder por sus actos, y como medida urgente, debe ser relevado de sus funciones, disponiendo la designación en su lugar de una persona capaz y comprometida en el cumplimiento de la Constitución Nacional, de las leyes vigentes y del interés de los argentinos.
(*) Ex soldado combatiente en Malvinas. Ex apoderado de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur