Macri en la apertura de las sesiones ordinarias: “El arte de no decir nada”

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Macri en la apertura de las sesiones ordinarias: “El arte de no decir nada”

02 Marzo 2018

Por Federico Lemos

Sin dudas ha mejorado. Los esfuerzos para perfeccionar su dicción han dado resultados visibles (aunque todavía falta algo de naturalidad) y más si uno ve sus primeros discursos como jefe de Gobierno. Dicho esto, faltaría que en sus palabras se encuentren las problemáticas más preocupantes para el conjunto de la sociedad argentina. Y no es que algunos de los puntos que tocó en la apertura de sesiones ordinarias no sean relevantes sino porque se dejó de lado casi todas los padecimientos económicos que sufren los sectores medios y bajos de nuestra sociedad. 

Con impronta optimista y nulas explicaciones que den sentido a tal estado, Mauricio Macri brindó su discurso de cuarenta minutos en el Congreso. Inició con el homenaje a los 44 tripulantes del ARA San Juan para luego no decir ni una palabra al respecto de la tragedia que enluta al país. El presidente, como era sabido por todo el mundo, fue un cúmulo de frases de gran envase y poco contenido. La más destacada sin dudas fue “lo peor ya pasó”, frase que habría que tomar con suma relatividad si recordamos los otrora hits “cuando asuma la presidencia, va a haber una lluvia de inversiones” y “la economía va a mejorar en el segundo semestre”. 

Otro de los momentos de cuasi realismo mágico que se vivió en el parlamento fue cuando el primer mandatario habló de “crecimiento invisible” al mencionar por ejemplo, al turismo, aunque omitió decir que dentro de ese rubro hay más flujo de dinero en la gente que viaja fuera del país que en los turistas que nos visitan. Hizo hincapié en la venta record de autos y motos, aunque el INDEC haya mostrado en los últimos días que gran parte de ese boom es producto de la compra de vehículos importados (según el organismo de datos y estadísticas, la expansión de la importación en este rubro le ganó a la exportación en un 37% en 2017), lo cual destruye a la industria nacional.

El transcurrir del discurso presidencial no tuvo grandilocuencia en los datos como así tampoco hubo una profundización en los futuros proyectos del oficialismo. Informó lo que sería una próxima ley de telecomunicaciones (¿Ley de medios M?), la creación de un parque nacional en Campo de Mayo y un proyecto para ampliar la licencia de paternidad, iniciativa necesaria y justa pero de la que no se brindó mayor detalle. Se lo notó preocupado cuando mencionó la obesidad infantil pero no especificó ningún programa que ayude a cambiar dicha situación.

Con respecto al ámbito del trabajo, quedó explicito que la reforma laboral que hace unos meses se presagiaba como inevitable, ya quedó enterrada y el discurso de Macri así lo demuestra. La presentación de un proyecto para bajar la informalidad laboral es sinónimo de que el ejecutivo solo va a impulsar leyes aisladas y no un conjunto de nuevas normas para esta área. Quizá sea una de las grandes derrotas de su gestión, fruto de la movilización social producida en diciembre por el cambio en la fórmula de los haberes jubilatorios y el principio de unión de muchos sectores del movimiento obrero el 21 de febrero. Se refirió a que la desocupación está bajando a la par que sube el empleo registrado pero faltó subrayar que una gran parte de los nuevos ingresos al campo laboral son provenientes del monotributo, sector donde abunda el trabajo precarizado. 

Analizando el discurso, pudo verse que se produjo un giro discursivo claro. No hubo referencias a la pesada herencia sino que se intentó centrar en los “logros” de estos dos años. Entre esas metas obtenidas mencionó a los créditos hipotecarios (préstamos que se ven en jaque por la suba del dólar y su posterior impacto en la inflación), la creación de nuevas pymes (que contradice la realidad de que miles de pequeñas y medianas empresas tuvieron que cerrar por la bestial suba de tarifas y la caída estrepitosa del consumo) y una baja en las estadísticas del crimen y del narcotráfico (aunque no se detallaron fuentes donde se pueda corroborar lo informado). La reivindicación de las fuerzas de seguridad fue otro de los puntos sobresalientes, lo cual reafirma la doctrina que enarbola el gobierno aún en casos de extremo exceso de los brazos armados del estado.

Macri también elogió las bondades de internet con un nivel de fascinación que hizo recordar al ex ministro de comunicaciones (y ahora ministro de defensa), Oscar Aguad. Habló de lo extraordinario de la atención médica gratuita online, describiendo maravillado que los profesionales de la salud atienden consultas estando a cientos de kilómetros de sus pacientes. ¿Creación de hospitales? Bien, gracias. No faltó el tema docente en la mañana de ayer. Se hizo una alusión a los sindicatos docentes sin mencionarlos con su frase “no podemos acordarnos de la educación solo en las paritarias”, aunque pensándolo bien esa frase perfectamente podría caberle a la gobernadora María Eugenia Vidal, quien pudo haber llamado a discutir a los gremios en diciembre y esperó hasta mediados de febrero, sabiendo que la maquinaria mediática va a proteger su nombre y su aureola. 

Hubo lugar para el tema que está en boca de casi todos, el aborto. Con la falaz frase “estoy a favor de la vida”, repetida hasta el hartazgo por los que están en contra de la despenalización (como si estuviéramos a favor de la muerte los que queremos aborto seguro, legal y gratuito), Mauricio Macri acentuó su posición ya sabida y resaltó la importancia de un debate necesario luego de casi 35 años de democracia. Un cambio de postura saludable pero que contradice su propia historia ya que como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, vetó la ley de aborto no punible en 2012. ¿Recapacitación republicana o estrategia de distracción? Sea como fuere, es un paso más hacia el inevitable cambio con respecto a esta problemática que afecta a las mujeres de menores recursos.  

En resúmen, la apertura de sesiones ordinarias se produjo en un contexto de crisis económica que lejos de pasar su peor momento, se está agravando y puede empeorar aún más por una deuda que se torna monstruosa en el horizonte. El presidente, sin ánimo de virar su política económica, no mencionó casi ninguno de los temas trascendentales de ese ámbito en todo su discurso. Para no variar su idiosincrasia, enarboló un montón de frases hechas, las cuales son parte del esquema de Durán Barba y aún seducen a una minoría importante de la sociedad argentina. Su estrategia es clara, decir para no decir nada.