Ricardito, el olvidadizo
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Por Juan Ciucci
Siempre que entrevistamos a un opositor, se nos plantean varias disyuntivas desde nuestro lugar de “periodistas militantes”. El criterio es el de un respeto absoluto por el entrevistado, la no tergiversación de sus dichos, y el intento de no polemizar innecesariamente. Tener la cautela de no “sobreactuar” nuestro kirchnerismo ante la cámara. Muchas veces, una vez concluida la nota, sí referimos nuestras discrepancias con nuestro circunstancial interlocutor. Creemos importante que sean ellos quienes se expresen ampliamente, dado que nuestra línea editorial es sumamente clara.
Con Ricardo Alfonsín suelen ser notas un tanto tensas, él ya conoce nuestra línea política, y ha sido objeto de algunas preguntas incómodas, pero correctas. Pero siempre en un tono de disputa política, de horizontes ideológicos distintos. En esta última nota estuvo un tanto más “chicanero” que de costumbre, y por eso un tanto más irascible ante nuestras preguntas.
En el marco de los festejos por los 30 años de democracia, intentamos reflexionar con él sobre las constantes reivindicaciones que Cristina Fernández de Kirchner realiza a la figura de Raúl Alfonsín. La más reciente se dio en el Museo del Bicentenario, donde la Presidenta llegó a decir que, al escuchar sus discursos en el ´83, “parece Perón cuando habla”. Quizás no haga falta aclararlo, pero quien escribe no comparte en nada esas apreciaciones, y tiene una valoración muy negativa del ex presidente y su gestión política, económica, social y cultural.
En la entrevista, Ricardo dijo que Cristina se acordó de su padre una vez que éste había fallecido. Al recordarle que fue homenajeado en vida por la Presidenta, en un hecho inédito en nuestra historia, se ofuscó y menospreció un acto tan trascendente. Otro tanto hizo con la recuperación que expresó Cristina de una posible continuidad del proyecto nacional entre Yrigoyen y Perón (aquella que pariera FORJA, con la cual quien escribe estas líneas tampoco acuerda).“Algún radical la debe estar asesorando”, intentó ironizar el hijo de Alfonsín.
Es conocida la anécdota de los temores que le producían los discursos no escritos de Néstor Kirchner a Crsitina. El caso emblemático fue aquel pronunciado en el 2004 en la Ex-ESMA, donde la Presidenta sintió como una ofensa no haber recordado y valorado los esfuerzos realizados por Raúl Alfonsín en materia de Derechos Humanos (ya que estamos, insistimos: tampoco con esto estamos de acuerdo).
Muchas son las menciones hacia Alfonsín que ha realizado nuestra Presidenta, intentando rescatar su faceta combativa y la gesta de emprender el camino democrático luego de la más sangrienta dictadura militar. Se ha recuperado su enfrentamiento con los monopolios informáticos, las patronales agrarias y los organismos financieros internacionales; entendiendo que aquellos poderes que lograron vencerlo, son los mismos que hoy acechan la democracia. Pero claro, ese Alfonsín se enojaría bastante con este hijo que construye poder asociándose a los enemigos de su padre. En fin, debe ser por eso que anda tan desmemoriado Ricardito.
Palabras de la presidenta Cristina Fernández en homenaje a Raúl Alfonsín, 01 de octubre de 2008
Gracias, muchas gracias, buenas tardes a todos y a todas; querido Presidente Raúl Ricardo Alfonsìn, siempre lo llamé Presidente, se acuerda, ¿no? Nunca lo dejé de llamar de esa manera, cuando compartíamos ambos una Cámara, en el Senado de la Nación.
Hace poco más de 20 ó 30 días atrás lo fui a visitar para comunicarle la decisión, que habíamos tomado de colocar, de terminar el busto, que le corresponde como Presidente ocupar en esta Sala de Bustos, de esta Casa, que es la Casa del Pueblo, la Casa Rosada. Me acuerdo que cuando fui estaba con su hijo y en un primer momento dijo: "no, cómo, una estatua, por qué un homenaje, no". Y yo le dije que desde hace mucho tiempo que a mí me parece que los homenajes a los hombres y a las mujeres, que se lo merecen, hay que dárselos en vida. (APLAUSOS).
Por eso Presidente no se sienta en la obligación de tener que dar explicaciones de esta estatua, es cierto que es un homenaje a estos 25 años de democracia, pero yo quiero que también quede bien claro, que es un homenaje a usted como persona porque usted llegó a Presidente de la República Argentina, luego de una larga vida de militante y dirigente político. (APLAUSOS). Y esto tiene un valor: el de dedicarse con la vocación, con la pasión con la que usted ha abrazado la causa de sus ideas, como la llama, de su partido, de su fidelidad al mismo, pero fundamentalmente a sus ideas, habla del merecimiento del homenaje. Pero además, como Presidente, es usted - más allá de que usted lo quiera o no - el símbolo del retorno de la democracia a la República Argentina. (APLAUSOS).
Tal vez hoy para muchos jóvenes, que no conocieron épocas aciagas de nuestro país, la democracia sea una forma de gobierno, una división de poderes, pero aquellos que vivimos las más terribles dictaduras de las que se recuerde, la democracia no es entonces solamente una cuestión o forma de gobierno, sino una cuestión de vida y de sobrevida. Por eso en aquel 30 de octubre de 1983, recuerdo que a mí se me caían las lágrimas, debo confesarle, no porque había ganado usted sino porque habíamos perdido nosotros - tengo que ser sincera también, sino no sería yo - pero debo decirle que ese 10 de diciembre cuando les habló a los argentinos, desde el Cabildo, le habló a todos los argentinos, a mí también.
Y quiero decirle, también, que esa vocación de unión nacional, esa vocación de encontrar entre todos los argentinos las soluciones que todavía no han llegado para otros, que carecen de vivienda o de trabajo, de tantas cosas, debe ser el objetivo que nos una a todos, fundamentalmente, en un mundo Presidente - usted es un lector incansable, un observador infatigable de la realidad cotidiana - en un mundo que se presenta con dificultades nunca vistas, nunca imaginadas, donde viejos paradigmas se desploman y amenazan con una catástrofe, como usted mismo dijo, a nivel o escala global.
Esto nos obliga a todos a hacer un gran esfuerzo en la construcción del diálogo, en encontrar ideas en común, más allá de - como usted decía - la conflictividad democrática que se dilucida en las urnas cuando hay que elegir quién es presidente o quién es gobernador. Pero creo que hoy, en este momento particular que vive el mundo, donde afortunadamente podemos estar aquí sólidamente parados, tomarnos el descanso cada uno de nosotros, de nuestras miradas hacia el pasado, o tal vez de nuestras diferencias partidarias, para realmente en un diálogo nacional fructífero, profundo, a poco más de un año y medio del Bicentenario, encontrar ese camino de unidad nacional y de reconstrucción del país por la que tantos argentinos y argentinas dieron su vida. (APLAUSOS).
Por eso, querido Presidente, quiero darle las gracias por haber aceptado este homenaje, que es de todos los argentinos, que le hacemos a usted, el primer Presidente de la democracia que tanto les costó encontrar a los argentinos, que significó la ruptura de un ciclo histórico que iniciado en 1930, trajo sólo enfrentamientos y divisiones entre todos los argentinos. Por eso, con ese reconocimiento que le doy como argentina y como militante política, permítame agradecerle su presencia, su historia y su vida. Muchas gracias. (APLAUSOS).