(In) Seguridad Social
Por Paula Vega
Los últimos días fueron de los más movidos en los últimos dos años: movilizaciones, una brutal represión y cacerolazos. De fondo, el Congreso debatiendo una Reforma Previsional, parte esencial de un paquete que junto a la Tributaria y Laboral viene a comenzar los cambios más profundos del nuevo Gobierno. Modificaciones que definen con más claridad lo que podemos llamar el proyecto de país macrista.
El objetivo de estas palabras no es informar respecto a los puntos centrales de la reforma, que dicho mal y pronto implican en forma concreta menos plata en el bolsillo de las y los jubilados, a través de una nueva fórmula para su actualización. Sino que me propongo elaborar algunas líneas sobre lo que más me llamó la atención del debate de las y los Diputados: el cambio de paradigma respecto a la Seguridad Social que propone la reforma.
Partamos de comprender que las políticas públicas no son neutrales ni se sostienen con tecnicismos, estas siempre se anclan en una perspectiva ética y política. En una mirada de los problemas sociales que permite elaborar un proyecto que busque resolverlos. Entonces la reforma Previsional y su defensa por parte de las y los diputados de Cambiemos deja entrever su concepción de una seguridad social individualizante y meritocrática. “En la Argentina estamos acostumbrados a darle a cada cual lo mismo independientemente de su esfuerzo, hay que cambiar esa enorme injusticia” argumentaba sin tapujos anoche el Diputado Luciano Laspina (PRO - Santa Fe), respecto al “descontrol” de las moratorias.
Entonces el ataque no es sólo en términos de ajuste económico sino que lo subyace una pelea ideológica que pone en jaque la incipiente reconstrucción que de un modelo de Seguridad Social que, luego de saldar la etapa de emergencia social heredada de la crisis del 2001, comenzó a elaborar políticas públicas desde la solidaridad, lo colectivo. Con un Sistema Previsional que financia las jubilaciones con los aportes de los y las trabajadoras de hoy. Que dejaba atrás no sólo el saqueo de las AFJP, sino la idea de ahorro, de “romper el chanchito” cuando seas viejo. Que amplió la cobertura del Estado hacia quienes trabajaron toda la vida pero desde los márgenes del mercado laboral. Y con un fuerte componente de género, reconoció el trabajo doméstico como trabajo.
"Nos han desorganizado la vida" dijo Cristina Fernández de Kirchner el 20 de junio de este año en Arsenal de Sarandí. El Gobierno Nacional aún no se había revalidado en las urnas y por ende aún no había reformas en marcha. Es una definición que cala para el ajuste en la Seguridad Social, que trae incertidumbre para la vida cotidiana de la gente.
Podríamos decir que aún no sabemos las consecuencias a largo plazo que traen estas políticas. Al tiempo que escribo, las reformas se aprueban y las cacerolas suenan. Nuestros legisladores cortan el hilo por lo más delgado mientras, al decir de nuestro Presidente, “cada uno debe poner su granito de arena”. Entonces pienso que nuestra historia se repite primero como tragedia, luego como farsa.
* Estudiante de Trabajo Social (UBA) - Militante Proyecto Popular