Si Marcelo Araujo se va, yo me quedo
Por Ulises Castaño
Desde hace días se viene hablando de los cambios inminentes en Fútbol Para Todos de cara al comienzo del campeonato y un mundial cada vez mas cerca. Podríamos decir que se juega mucho en esta movida. Como es esperable, suenan nombres, duplas, nuevos equipos de trabajo periodístico y también de producción. Se habla de buscar un perfil renovado así como de ciertas nuevas viejas alianzas corporativo-gubernamentales. En fin, trascendidos que aun no terminan de definirse y que podrían considerarse la parte tangible de la cuestión. Sin embargo, esta columna quiere insistir en la salida de Marcelo Araujo, mejor dicho, en la salida de “su voz” (referencia precisa de una época privativa), lo que representaría tanto la corrección de un error, como un cambio significativo en el aspecto simbólico.
Algunas de sus creaciones (frases como “te lo devoraste” o “estas crazy”) mas felices que el maltrato y la humillación hacia los cronistas de campo, o la decisión de anunciar los suplentes cuando transcurría el minuto de silencio, por nombrar solo algunas, y sobre todo su presencia hegemónica desde las plataformas que significaron TyC y Fútbol de Primera, no solo inauguró un estilo y una marca en el relato futbolistico con la cual se puede o no estar de acuerdo, sino que corrió a la par con los ochenta y fundamentalmente atravesó los noventa, mientras las trasmisiones televisivas se consolidaban según criterios de verdadera exclusión, a velocidades cósmicas y con niveles de audiencia récord (valga la repugnancia)
Por estos días, el descontento público de Victor Hugo Morales sobre la posible adjudicación a Torneos (que es dueño de TyC junto a Clarín) de una parte de la producción es particularmente ilustrativo en este sentido. TyC y Marcelo Araujo son caras de una misma moneda. La voz de Araujo es el sonido ambiente de aquella escena de fútbol exclusivo. Es también los hilos invisibles pero sonoros a través de los cuales asegurar la llegada del mensaje. Es, incluso, el clima de toda una época.
Una época tristemente conocida por aquella secuencia en que el Bambino Pons (en cuya personal creación la impronta araujiana es insoslayable) canta un gol improvisando sobre una letra de Catupecu Machu (veo en partes lo que tu ves dice la canción) en la propia cara de los televidentes, quienes privados del espectáculo que se desarrolla en el terreno de juego, apenas si podían conformarse con observar los rostros de la gente en la tribuna.
Con frecuencia, aquellos que utilizan la voz como herramienta de trabajo, suelen utilizar el termino “impostar la voz” sin que ello signifique necesariamente una falsedad en términos morales o éticos. En este sentido, un pantallazo rápido a la hoja de ruta del llamado “relator del pueblo” nos depara tanto luces como sombras:
Imprevisible, una noche de 1992, durante la transmisión de un Boca-Platense, ante una jugada maradoniana del defensor xeneixe Luis Medero que él acompañó con su relato al compás de “si lo haces me voy”, terminó por abandonar la transmisión una vez concretado el gol. Hasta esos limites de espontaneidad y manejo de audiencia llegó su hacer baqueano en TyC.
Previsible, invitaba a “brindar con champú” por Chiche Duhalde, Menem o Mauricio Macri. Más previsiblemente aún, se asume defensor de la privatización.
Para terminar, siempre estará a mano el ejemplo de las Sirenas y su influjo sonoro, -si es que vuelve a presentarse este tipo siempre complejo de ser mitológico-, aunque mas no sea para tener presente que ya una vez se abrevo en él, y para tener la lucidez de comprender que los ecos que aun perduran de aquel encuentro no son mas que fantasmas.