Un balotaje que pone en juego ya no la alternancia política, sino al propio regimen político
El próximo domingo 19 de noviembre, en el balotaje, lo que se pone en juego ya no es la alternancia política entre diferentes partidos o alianzas de partidos políticos, sino, como dice el sociólogo Martín Plot, el régimen político en cuyo marco se venía jugando hasta ahora. Este régimen político esta fundado y mantiene la atmósfera propia del alfonsinismo. El espíritu alfonsinista es el que gobierna nuestros deseos democráticos. No es inútil recordar que en la década del setenta, la palabra democracia era una mala palabra que nadie defendía, y que se discutía la democracia formal como una triquiñuela de la burguesía para reproducir sus condiciones favorables de existencia. Las palabras pueden ser eternas pero sus significados hay que situarlos históricamente.
En la Argentina moderna, las identidades políticas se fundan más por su antagonista o su enemigo, que por cuestiones sustanciales. Así, el peronismo le debe tanto o más al antiperonismo que a las acciones peronistas en sí mismas, desde el 45 en adelante. Así el menemismo le debe tanto al antimenemismo como el kirchnerismo al macrismo (que casi desde su nacimiento tiene pegada en la frente la consigna de acabar con el peronismo en la era de Macri, y acabar con el kirchnerismo en la era de la segunda marca de Bullrich). Esa dicotomía está puesta en juego. ¿Por qué? Porque hasta ahora el alfonsinismo no había tenido un anti-. O mejor dicho, el antialfonsinismo era la dictadura, y ningún actor político (ni siquiera Luder o Herminio Iglesias) podía reivindicar lo perpetrado por aquella. La Libertad Avanza es el primer partido político que lo hace, o que lo hace y está a un paso de ganar las elecciones.
Por supuesto, lo más fácil es pensar que Milei y su banda son el Mal (y nosotros el Bien), pero me temo que la realidad es más compleja. ¿Estás diciendo que Milei es el Bien? Solo un idiota ideologizado puede creer esto. Estoy diciendo que en lugar de demonizar seamos capaces de ver lo que en su crítica vehemente Milei acierta, y que lleva a poner en riesgo la institucionalidad de nuestro régimen político. Porque si el domingo ganamos, en mi opinión, vamos a tener que ponernos a trabajar para que lo que sucedió esta vez no vuelva a repetirse. Y para ello vamos a tener que revisar dónde nos equivocamos, qué consignas equivocados creímos. Cuando gritábamos hasta la afonía “la patria es el otro”, no sabíamos quién era ese otro, o era un otro muy domesticado. Pero el otro auténtico es alguien que no te gusta, que viene a cuestionar todo lo que creés, el que te interpela hasta el punto que te da miedo. La patria ya no es el otro, y empecemos a entender la realidad en su auténtica complejidad.