Un destrato innecesario hacia el sindicalismo

  • Imagen

Un destrato innecesario hacia el sindicalismo

05 Febrero 2014

Por Nahuel Placanica

La presidenta de la Nación anunció desde Casa Rosada dos medidas tan necesarias como importantes: un aumento para las jubilaciones y otro para la asignación por ayuda escolar. De esta manera, la jubilación mínima pasará a ser de $2757 mientras que el haber escolar se ubicará en los $510.

El reciente lanzamiento del programa PROGRESAR, parecería complementarse con estos anuncios con el objetivo puesto en amortiguar los efectos de una devaluación que muchos empresarios intentan trasladar a los precios.

En referencia al sector empresarial, la primera mandataria indicó "los empresarios tienen asegurada las ganancias. Pero es importante que los empresarios en lugar de fugar divisas la inviertan en su país, porque su país ha creído en ellos y ha apostado al desarrollo de una industria nacional".

Pero en otro tramo de su discurso, la presidenta dirigió sus críticas a la dirigencia sindical, puntualmente sobre el secretario general de la UOM, Antonio Caló, que, sentado en primera fila, recibió el pase de facturas por sus dichos mediáticos:

“Yo el otro día escuchaba tu frase, Antonio, cuando decías que el salario no alcanza para comer. Yo no creo que el salario… o haya algún argentino que se muera de hambre. Miraba, ayer la foto (se refiere a la tapa de Página12 donde se observa un trabajador en condiciones de explotación denigrantes), y hasta este pobre hombre, debajo de una carpa de hule, no sé si ustedes observaron al costado tenía una ristra de chorizos. No sé si observaron, pero no es para reírse, es para llorar porque yo me imagino lo qué sería esa ristra de chorizos, en Misiones, con el calor”.

Al abandonar el Salón de las Mujeres donde tuvo lugar el acto, las caras de los gremialistas que acompañaban al metalúrgico reflejaban el malestar por las expresiones de la presidenta. Consultado por la prensa, Caló se negó a hacer declaraciones. “Hoy no hablo ni con mi señora”, se lo escuchó decir.

Los reclamos hacia el sector sindical no se detuvieron ahí. Más adelante, la presidenta señaló:

“Yo cuando veo que pasan estas cosas y veo a mis compañeros trabajadores, y más que mis compañeros trabajadores a mis compañeros dirigentes sindicales, plantarse únicamente frente a maniobras especulativas, de mercado, plantarse como única solución el aumento de salarios y punto, creo que no se entiende lo que está pasando y creo que se quiere entrar en un desfiladero en el cual los únicos perjudicados, no va a ser esta Presidenta ni ninguno de estos gobernadores ni ustedes mismos, van a ser los miles y miles de trabajadores que ustedes representan y que tienen el deber de asegurarles precios justos”.

Y en el mismo sentido, agregó: “A mí me gustaría escuchar a mis compañeros dirigentes sindicales acompañar en cada supermercado, acompañar en cada hipermercado, acompañar en cada farmacia”.

La idea de una convocatoria a un mayor compromiso de los actores sindicales era acertada, después de todo, sus afiliados son unas de las principales víctimas de los re-marcadores inescrupulosos. Sin embargo, el contexto y la forma, no parecieron ser los mejores. En definitiva, la “convocatoria” tuvo más aires de reto que de llamado a la colaboración.

En un plano más general, hay que decir que la articulación entre políticas públicas y sindicalismo suele ser compleja. La relación entre el Estado y las organizaciones gremiales es un camino atravesado por prejuicios y concepciones corporativas que dificultan una articulación fluida entre ambos sectores.

En el plano particular, el “reto” recibido en plena cadena nacional por el secretario general de la CGT oficial resultó injusto hacia un dirigente que reivindica en forma constante el modelo económico y que muchas veces suele soportar las críticas que emanan desde las propias filas del movimiento obrero por su cercanía con el gobierno nacional.

El discurso presidencial significó un destrato para con el sector sindical encuadrado bajo la órbita oficial en un momento en el que habría que cerrar filas con el sindicalismo para sostener el rumbo y avanzar sobre los grupos concentrados, de alta rentabilidad, que se resisten a distribuir los beneficios que este proyecto económico – social les ha permitido acumular.