Una lectura crítica de lo que el paro nos dejó
Por Damián Ledesma*
El paro nacional acordado por la cúpula del sindicalismo del transporte nos pone sobre el tapete la necesidad de dilucidar el escenario del conflicto y a sus actores principales y de reparto.
Los gremios enrolados en las CGT de Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, más los funcionales de siempre (Pablo Michelli, MST, PTS, PO, Etc) imponen un paro por “el giro conservador del Gobierno”. Es evidente que la medida de fuerza no presenta rasgos gremiales, sino una maniobra extorsiva de los popes de los gremios del transporte. La reminiscencia de los verdaderos paros políticos sindicales cómo los de la CGT de los Argentinos que desembocan en el Cordobazo, los paros de Ubaldini a la dictadura de Videla, el MTA, la carpa blanca docente, la resistencia al menemismo en los ´90, Etc, debilitan aún más el relato de los patriarcas del transporte.
En esos derroteros versan las sagradas escrituras de la historia del campo nacional y popular argentino, y es allí donde los compañeros/as del movimiento obrero exponían su cuerpo y la honorabilidad de sus organizaciones contra dictaduras genocidas y gobiernos neoliberales que estaban diezmando la riqueza de la nación y esmerilando con ello a la clase trabajadora. En consonancia, el desaparecido sindical Jorge Di Pascuale sostenía: “Mientras el peronismo de arriba entregaba, el peronismo obrero, la clase obrera toda, luchaba para tratar de lograr que nuestra patria se encaminara hacia la liberación nacional”
Hoy sin embargo las consignas reduccionistas de los jefes convocantes no tienen más horizonte que la disputa política en el terreno electoral. En este sentido, la clara, y poco redituable, alineación de los Moyano, Barrionuevo y Fernández para con los desclasados proyectos de Macri y Massa es tan evidente cómo la negación de estos cuadros del establishment a corresponderle el amor a los jerarcas gremiales. No son tontos, saben muy bien que la CGT ya no expresa ni conciencia ni los votos de la clase trabajadora y que muchos de sus dirigentes tienen una denigrada estima social. La efusiva Evita lo alertó en su momento: "Dirigentes obreros entregados a los amos de la oligarquía por una sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como traidores entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo y de todos los pueblos”. La historia del movimiento obrero argentino es demasiado jugosa para que el corporativismo sesgado de un sector la ensombrezca.
Los gobiernos democráticos y populares de Néstor y Cristina, que con sus decisiones siempre han honrado la lucha de los trabajadores y mejorado sustancialmente su calidad de vida poco tienen que refutar ante las aventuras políticas de los jerarcas sindicales.
* Director de Gestión de Políticas de Formación Profesional del Ministerio de Trabajo de la Nación