“Volksgeist”, de Guido Arditi: pensar el amor y el capitalismo
“Esta sociedad que te obliga a enamorarte…” dice una canción preciosa de Palo Pandolfo y que podría haber sido el epígrafe de este ensayo.
Salvo en los libros de Eva Illouz, pocas veces leí autores que expliquen con tanta claridad el pasaje de la sociedad industrial al mundo contemporáneo, líquido, fragmentado y ansioso.
Hacer hoy la crítica del amor romántico es algo del pasado, el sufrimiento amoroso tiene otras coordenadas en la sociedad tecnológica: ya nadie de vive una historia amor, pero todos necesitamos nuestro “objeto de apego”.
El neurótico del siglo XIX era ese sujeto que, si el otro estaba demasiado presente, perdía el deseo; necesltaba extrañar, porque su lazo con el otro era principalmente fantasmático. “Ponés canciones tristes para sentirte mejor”, lo decía Cerati.
Hoy la fantasía está en crisis y cualquier cosa que no confirme la presencia del otro se vive como abandono. El amor es una adicción más, tan tóxica como cualquiera.
En el medio, una industria: tips, consejos, todo muy mental, nada que se deje vivir. El sujeto del siglo XXI es un consumidor de experiencias veloces y efímeras, cita tras cita.
Guido es un filósofo joven, de esos que dan mucha esperanza; porque no solo estudia, sino porque escribe y publica.
Este es su primer libro y es una introducción perfecta -con la mejor bibliografía de referencia- para situar cómo los cambios sociales modificaron también nuestro modo de sentir.
En las redes todos gustan de tener el comentario ingenioso, irónico, autocomplaciente, ¿cuántos jovenes capaces de escribir más de 100 páginas sobre un tema conocen?
Pensar no es concluir, sino abrir y abrir y abrir. Guido es un joven que piensa.
Es un filósofo.