"Saldremos a la calle a abrir los caminos por donde transitará la victoria de octubre"
Por Karina Nazabal
Uno de los aprendizajes más notables que los conservadores lograron los últimos años fue la movilización masiva. Desde 2008, cuando lograron sabotear las retenciones móviles, los “republicanos” han convocado sucesivas marchas con diferentes excusas y el mismo objetivo: interrumpir la experiencia política que conduce Cristina Fernández de Kirchner.
Obviamente, las marchas no son simétricas, ni se responden una con otra automáticamente. Hay diferencias fundamentales. Las opositoras han mantenido en términos generales el mismo manual: son convocadas formalmente por actores ignotos y justificaciones despolitizadas, para luego ser ultrapublicitadas por los medios oligopólicos y aprovechadas por una oposición sin rumbo con el objetivo de dar marcha atrás la historia reciente.
Desde el adiós a Néstor, las marchas k se han “formalizado”. O se acude a un estadio (lo que no es tan fácil para quien no tiene una pertenencia a las agrupaciones convocantes) o se marcha a la Plaza del 24 de marzo, o el 10 de diciembre, con banderas propias pero que también nos exceden. Si la hipótesis desplegada es cierta, hemos perdido los actos explícitos y abiertos para apoyar al gobierno nacional, a Cristina como conducción de ese gobierno, al Frente para la Victoria como estructura politica que lo sostiene.
Mientras nosotros nos cerramos, el partido del statu quo marcha, invita y se manifiesta en los espacios públicos. La estrategia de ellos, en víspera de campaña electoral, parece más inteligente. Ni hablar si el establishment recupera el poder ejecutivo en diciembre de este año.
Nosotros, mi generación, somos la juventud que resistió al liberalismo ideológico, al conservadurismo político y al neoliberalismo económico, nos hicimos en la calle, en los barrios con comedores y ollas populares, en el debate doliente del peronismo que se traicionaba a sí mismo y nos expulsaba a la nada. De alguna manera resistimos y contruimos la avanzada para que el tiempo de Néstor fuera posible. No habrá continuidad sin calle, sin resistencia y sin vanguardia.
Quienes deben convocar a la movilización sobredelegan en la Presidenta la decisión de tomar la calle, temerosos de asumir quizás el error. Quienes deben ser la avanzada, han delegado en ella todos los debates, incluso aquellos que no puede dar.
Debemos resistir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestras aspiraciones y de nuestros egos. Cristina se merece que arriesguemos aun nuestras blancuras para que ella, artífice y garante de este proyecto, salga sin rasguños de las batallas de este año.
Confío en los míos, en quienes levantamos las banderas de Eva Perón y el Che, entre la bronca del indulto y la desolación del hambre y de sueños, que saldremos a la calle, ya maduros, a abrir los nuevos caminos por donde transitará la victoria de octubre.
Que hoy vayan los que tengan que ir, pero igual mañana no pasarán.