"Colombia atraviesa una crisis del modelo neoliberal"
Por Juan Manuel Ciucci
Para entender los resultados de la elección presidencial del domingo en Colombia, AGENCIA PACO URONDO dialogó con Christian Arias Barona, Licenciado en Ciencia Política (UBA), candidato a magíster en Defensa Nacional e investigador del Grupo de Pensamiento Crítico Colombiano del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Miembro del equipo docente de la cátedra “Teoría crítica latinoamericana” de la carrera de Sociología (UBA) y del Centro de Investigación en Pensamiento Crítico (CIPEC). Ha sido organizador y vocero del Movimiento Político y Social Marcha Patriótica en la Argentina, impulsando iniciativas internacionales como el Foro por la Paz en Colombia en 2013 y 2015.
APU: ¿Cómo analiza los resultados electorales del domingo en Colombia?
Christian Arias Barona: Las elecciones se llevaron a cabo con una pluralidad de propuestas entre las que por primera vez hubo una participación destacada de las tendencias de centro y de izquierda como el caso de la Coalición Colombia que lidera Sergio Fajardo y de Colombia Humana que lidera Gustavo Petro respectivamente. Estas candidaturas han movilizado diversos sectores de la sociedad colombiana sobre todo entorno a una propuesta alternativa a la “política tradicional”, que en el lenguaje coloquial colombiano se conoce como “politiquería” y se caracteriza por el clientelismo, la corrupción, las promesas en campaña y el incumplimiento durante el ejercicio del mandato, por nombrar algunas. Dentro de ese espectro se ubicaron Iván Duque a la cabeza por el Centro Democrático como el elegido de Álvaro Uribe, aliado al Partido Conservador y el MIRA (Movimiento Independiente de Renovación Absoluta), una fuerza política sustentada en iglesias cristianas. También se encuentra en esa franja Germán Vargas Lleras, quien fue vicepresidente del actual gobierno de Juan Manuel Santos y aspiraba usufructuar toda la maquinaria del Partido de la U y la de su partido Cambio Radical. Por último, está Humberto De la Calle del Partido Liberal cuyo rol más destacado en tiempos recientes fue ser el jefe del equipo negociador del Gobierno en los Diálogos de Paz de La Habana con las FARC-EP, por lo que su propuesta simbolizó el cumplimiento de los acuerdos y con audacia se distanció se Iván Duque y también de Germán Vargas.
Como se esperaba según las encuestas, Iván Duque sacó la mayor votación 39.14% (7.569.693) aunque no fue suficiente para ganar en primera vuelta, mientras tanto Gustavo Petro, quien ha sido el fenómeno electoral de ésta campaña por la capacidad de movilizar a la ciudadanía llenando plazas en todas las ciudades, se ubicó en el segundo lugar con un 25.08% (4.851.254) logrando pasar a la segunda vuelta que se realizará el próximo 17 de junio. Un dato muy importante lo aporta el electorado que votó por Sergio Fajardo quien quedó en tercer lugar con un 23,73% (4.589.696) y una diferencia de 261.558 votos respecto a Gustavo Petro. Esto nos dice dos cosas al menos, primero, que casi 9,5 millones de colombianos y colombianas – el 48,07% de los votos - eligieron por una opción fuera de los esquemas tradicionales y por candidatos donde la educación es un eje fundamental, y segundo, la Coalición Colombia tiene en su base votante la posibilidad de derrotar a Iván Duque en segunda vuelta.
Otro dato a destacar es el incremento de la participación ya que de 36.783.940 de colombianas y colombianos convocados a las urnas, acudieron 19.636.714 (53,38%) lo que representa un 13,29% más respecto a las elecciones presidenciales de 2014 cuando la misma fue de apenas 40,09% (13.222.354) en primera vuelta y 47,97% (15.818.214) en segunda. Dos razones que pueden contribuir a entender éstos datos son que el proceso de Paz y la movilización popular que se produjo alrededor de los diálogos de La Habana, tanto en medio de la negociación como después de la derrota en el plebiscito de octubre de 2016, ha dejado abierto el camino para impulsar un cambio que se manifiesta en la decisión de defender la Paz. Otra razón subyace en la pluralidad de candidaturas que han permitido que la sociedad se identifique con sus respectivos programas y aliente su elección, especialmente teniendo en cuenta el surgimiento en el escenario político de nuevas propuestas anti-corrupción, logrando que por primera vez la segunda vuelta sea disputa por candidatos con proyectos opuestos.
APU: ¿Qué puede contarnos de Petro, qué expectativas genera su postulación?
CAB: Las expectativas son revitalizar la política, reactivar la economía especialmente a partir de un modelo productivo que modifique la matriz energética y extractivista, con una consciencia del cuidado de la naturaleza que ha impactado fuertemente en las comunidades y la juventud, a la que la Colombia Humana ha aportado un argumento de activación política contundente en la educación. El neoliberalismo en Colombia ha generado un sistema de exclusión en materia de salud y educación que prioriza su sentido como servicios y en consecuencia su arancelamiento hace imposible un acceso universal a todos los niveles educativos para la población, con la particularidad en el nivel universitario que al contar con un sistema de crédito para el financiamiento ha creado un descontento por décadas a consecuencia del endeudamiento y la frustración.
Una gran expectativa es que se implementen los Acuerdos de Paz y se logren generar desde el gobierno políticas que atiendan a resolver las causas del conflicto social y armado. Eso trae de la mano cumplir con la adeudada apertura democrática, por la que el mismo Gustavo Petro luchó como militante del M-19 y que este movimiento defendió en la Constituyente de 1991, pero que el neoliberalismo ha ido desvaneciendo en un prolongado ciclo de “reformismo conservador”. De esos acuerdos se desprender dos elementos más que son la verdad y la justicia, imprescindibles para que el pueblo conozca lo sucedido realmente en la guerra. Por último la transparencia y la participación ciudadana en el control político como prácticas desarticuladoras de la corrupción.
APU: ¿Cómo analiza la situación política en el país, teniendo en cuenta la situación continental?
CAB: Podríamos decir que Colombia está ante la posibilidad de ir a contra-mano de la región aunque ese contexto también le es desfavorable. Los diálogos de Paz que iniciaron en 2012 en La Habana contaban con un respaldo muy importante de la UNASUR e incluso la CELAC llegó a entrar en la lista de veedores del proceso de dejación de armas de las FARC-EP y el monitoreo del Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y Definitivo. Hoy ambos organismos están en una situación de pérdida de influencia y sin capacidad de presionar para garantizar el cumplimiento de lo acordado. Venezuela por ejemplo, que fue un país veedor de los diálogos ha tenido que lidiar una dura batalla en la política exterior por la situación de aislamiento a que le han llevado los gobiernos que se alinearon rápidamente con la geoestrategia de EEUU en América Latina y el Caribe, sumado a que el partido Centro Democrático y el mismo candidato presidencial Iván Duque ha iniciado acciones diplomáticas para sancionar, aislar a la República Bolivariana de Venezuela y hasta promover una intervención directa so pretexto de la crisis humanitaria y el “pérdida” de democracia. Estas acciones le han servido para fines proselitistas haciendo causa común de la derecha colombiana la lucha contra el sofisma del “castro-chavismo” y alertando de la amenaza que representa Gustavo Petro y su programa, que según su relato convertiría a Colombia en una Venezuela.
De no ocurrir una victoria del progresismo en la segunda vuelta presidencial, la región asistirá al fortalecimiento de la derecha y el proyecto neoliberal. Algo preocupante es la incorporación de Colombia como socio global de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), único Estado latinoamericano con esa condición y que de tener la banda presidencial el uribismo constituiría una amenaza para la paz en la región, teniendo en cuenta su postura insistente de intervención militar directa en Venezuela. Frente a esto el mismo Juan Manuel Santos, innegable exponente de la élite en el poder y quien fuera el ministro de Defensa más guerrerista de Álvaro Uribe, ha dicho que no esta de acuerdo en una intervención directa y que es preciso emplear todas las vías diplomáticas frente a Venezuela, lo que no le exime de ser parte de la orquesta de Washington.
Si consideramos que en el momento actual Colombia está en una crisis del modelo neoliberal, con un agotamiento de las reservas de petróleo, una frenética agenda de proyectos mineros e hidroeléctricos – varios de ellos rechazados por la consulta previa a las comunidades -, y ante la caída del precio de las commodities que ha desbalanceado sus cuentas nacionales para agudizar el ajuste – permanente por cuenta de la “regla fiscal” que el Ministerio de Haciendo ha ejecutado milimétricamente para incorporar a Colombia a las “buenas prácticas” de la OCDE , un gobierno de la Colombia Humana replantearía la lógica de éste modelo revitalizando ideas como soberanía, autodeterminación y buen vivir, teniendo en su plataforma la implementación de los Acuerdos de Paz en materia de Reforma Rural Integral y acogiendo algunos elementos del acuerdo sobre Solución al Problema de las Drogas Ilícitas, significando un cambio en la política antidrogas monitoreada por EEUU.
APU: ¿Cree que puedan darse situaciones de violencia política a partir del resultado de la segunda vuelta?
CAB: Las situaciones de violencia continúan aconteciendo, hay más de 400 militantes sociales asesinados desde noviembre de 2016, de esas personas 66 son ex-combatientes de la FARC y 161 de Marcha Patriótica. Los Acuerdos de Paz logrados con la hoy llamada Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (antes FARC-EP) han desescalado el conflicto disminuyendo considerablemente la cantidad de víctimas, a ello también ha contribuido el diálogo que entablan el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno, pero ha continuado la persecución sistemática a militantes sociales, referentes locales y defensoras y defensores de DDHH ya que el Estado no ha cumplido con su compromiso de desmantelar los grupos paramilitares. El escenario pos-elecciones ha prendido alarmas porque el uribismo expresa claramente lo más retardatario de la política, es un conservadurismo oscurantista, mafioso y con vínculos estrechos con el narcotráfico – ver publicación del New York Times con cables desclasificados de 1990-1993 sobre Álvaro Uribe y el Cartel de Medellín -, sin lugar a dudas comparable con el fascismo franquista pero vestido de traje y corbata para lucir de demócrata, como si el régimen político colombiano que se precia de ser democrático desde 1886 hubiera sido respetuoso del pensamiento crítico y la vida. Lo que ha habido en Colombia hasta la actualidad es una democracia restringida que garantiza la gobernabilidad de la clase dominante, usando fundamentalmente la violencia como instrumento en la política.
El reto de esta fuerza social que está emergiendo es consolidarse para no perder el aliento en un momento de adversidad y movilizarse para defender lo logrado, hacer cumplir lo acordado y promover con organización un programa alternativo. La organización es la clave, no queda duda que con ella un gobierno de la Colombia Humana tendrá un respaldo activo para iniciar un ciclo de cambios, y que con uno contrario, encontrará un límite para la satisfacción de los intereses del gran capital.