Hacia un segundo y definitivo encuentro en Guayaquil, por Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Valdés y Gabriel Fuks
Por Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Valdés y Gabriel Fuks
En el justo medio entre el norte y el sur, en la línea ecuatorial que divide en partes iguales el planeta, se produce el equinoccio solar donde se fundieron en un abrazo fraterno José de San Martín y Simón Bolívar. El encuentro fue hace doscientos años y la actualidad es asombrosa.
Fue en la heroica Guayaquil donde llegaron exhaustos, tras años de luchas y sangrientas batallas los Libertadores de América. ¿A quién más le cabe semejante título?
Mientras que uno llegaba de liberar los territorios que hoy se denominan Venezuela, Colombia y Ecuador, el otro venía de hacer lo propio con la Argentina, Chile y Perú. Días antes del histórico encuentro que hoy recordamos, San Martín había enviado una división al mando del coronel Andrés Santa Cruz, para auxiliar las tropas de general Antonio de Sucre que finalmente nos dieron el triunfo en las batallas de Riobamba y Pichincha.
Sobre ese acontecimiento, señala el historiador Jorge Abelardo Ramos, mezclaron su sangre los que luego fueron argentinos, peruanos, bolivianos, quiteños, colombianos, venezolanos, haitianos, chilenos, uruguayos y paraguayos.
Los Libertadores ya se venían comunicando y anunciando este encuentro requerido por el general San Martín al que el general Bolívar le responde de inmediato: “Ese momento lo había deseado toda mi vida y sólo el de abrazar a V.E, y el de reunir nuestras banderas, puede serme más satisfactorio, acepte V.E, con bondad los testimonios más francos de mi profunda consideración y respetos de V.E, atento, adicto servidor.”
Tras lo cual San Martín anuncia en Lima: "La causa del Continente Americano me lleva a realizar un designio que halaga mis más caras esperanzas. Voy a encontrar en Guayaquil al Libertador de Colombia.
Los intereses generales del Perú y de Colombia, la enérgica terminación de la guerra y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América hacen nuestra entrevista necesaria, ya que el orden de los acontecimientos nos ha constituido en alto grado responsables del éxito de esta sublime empresa". Y le escribe a Bolívar: "Defensores de una misma patria, consagrados a una misma causa y uniformes en nuestros sentimientos por la libertad del nuevo mundo.
Pertenece a V.E, la congratulación de los soldados de la República de Colombia se empleen contra el poder y la tiranía de España en cualquier parte del continente en que aflijan los hijos de América.” Y Simón Bolívar le responde: "Mi primer pensamiento en el campo de Carabobo, cuando vi mi patria libre, fue V.E, el Perú y su ejército libertador.
Al contemplar que ya ningún obstáculo se oponía a que yo volase a extender mis brazos al Libertador de la América del Sur, el gozo colmo mis sentimientos, V.E, debe creerme: después del bien de Colombia nada me ocupa tanto como el éxito de las armas de V.E, tan dignas de llevar sus estandartes gloriosos donde quiera que haya esclavos que se abriguen su sombra... Y San Martín le apunta: “Es preciso combinar en grande los intereses que nos han confiado los pueblos, para una sólida y estable prosperidad les haga conocer el beneficio de la independencia... Mi alma se llena de gozo cuando contemplo aquel momento.
Nos veremos, y presiento que la América no olvidará el día que nos abracemos”. Finalmente, durante los días 26 y 27 de julio de 1822 se reunieron en la ciudad de Guayaquil donde conversaron intensas horas sin testigo alguno. Los historiadores debaten al día de hoy que se dijeron los Libertadores. ¿Cuáles fueron los puntos abordados? ¿Cuáles fueron sus coincidencias y disidencias?
Unos días después San Martín le envió una carta donde puntualizaba: “Para mí hubiese sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien América debe su libertad. El destino lo dispone de otro modo y es preciso conformarse... remito a usted una escopeta y un par de pistolas juntamente con el caballo de paso que le ofrecí en Guayaquil. Admita usted, general, esta memoria del primero de sus admiradores. Con estos sentimientos y con los de desearle únicamente sea usted quien tenga la gloria de terminar la guerra de la independencia de la América del Sud, se repite su afectísimo servidor”.
Sobre San Martín llegaría anticipadamente la traición. Las oligarquías portuarias de Buenos Aires y Lima le cortaron suministros y todo apoyo para la campaña libertadora. Y desataron una campaña de desprestigio que lo azuzó desde los medios de comunicación de la época. Al tiempo que debatían en Guayaquil, en Bogotá y Caracas se preparaba la misma traición contra Bolívar. El general Gervasio Artigas ya había sido derrotado en la Banda Oriental.
El encuentro en Guayaquil fue de dos compañeros de la misma causa. Guerreros y estadistas. Ambos fueron comparados con grandes personajes de la humanidad como Aníbal, Napoleón y Julio Cesar.9 Podemos señalar al respecto que las epopeyas de San Martín y de Bolívar fueron en procesos de independencia nacional. Mientras que los anteriormente mencionados fueron jefes de naciones imperialistas.
Los temas que se trataron en supuesto secreto no fueron otros que los concernientes a la definitiva liberación americana y las fórmulas de gobierno que se podrían dar las nuevas repúblicas. Temas aún pendientes para sus herederos. Los latinoamericanos nos debemos prontamente un Segundo Encuentro en Guayaquil.
Conscientes de que los mismos enemigos de Bolívar y San Martín se encuentran tan vigentes como hace 200 años, debemos trabajar junto a nuestros pueblos en los ideales de la unidad de la gran nación latinoamericana. Hoy la CELAC, el Mercosur, el Parlasur y los distintos organismos de integración política, social, cultural y económica deben ser fortalecidos y no cejar hasta ver la Patria Grande unida, sin fronteras.
Estamos convencidos de que solo la unidad nos hará eternamente libres. Resaltamos las palabras de papa Francisco que señala decididamente: “Tenemos una Patria que, en sus deseos y ansias de hermandad, se proyecta más allá de los límites del país: hacia la Patria Grande, la que soñaron San Martín y Bolívar. Esta realidad nos une en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos".