Una misa por Hugo Chávez
Por Juan Ciucci
“En medio de las barriadas populares, ese era el lugar donde él pensó y soñó con esa Venezuela que luego construyó y ya está, uno puede ver ese Cuartel de la Montaña, que es muy lindo, está rodeado de barrios populares, es como si su pueblo: los pobres estuvieran custodiándolo. Más allá de que también los custodian, obviamente, las Fuerzas Armadas y todo lo demás, pero a Hugo Chávez, como a Néstor y como a otros los custodian definitivamente sus pueblos”.
Con esas palabras, Cristina Fernández de Kirchner se refirió a su amigo y compañero de lucha Hugo Chávez. Un hombre custodiado por su Pueblo, como esta Presidenta que se acerca a homenajearlo a una barriada popular, a una iglesia con fuertes lazos con la comunidad paraguaya que habita en nuestro país.
Quien estas líneas escribe, no es creyente y se encuentra un tanto alejado y molesto con las reacciones católicas que han inundado nuestro país luego de la elección de Bergoglio como Papa. Sin embargo, puede distinguir entre las instituciones eclesiásticas y la fe popular, la religiosidad con que el Pueblo se manifiesta. Por eso esta misa de miércoles de ceniza por Chávez fue tan necesaria, tan genuina.
Fue una manera de recordarlo con los suyos, con los pobres y humildes de todas las patrias. El Comandante está presente en esta Villa 21, y no sólo en las banderas y remeras que llevan su nombre. En los anhelos de justicia de quienes nada tienen, está Chávez.
Pero también está Cristina, quien mira cada detalle de esas casas que la rodean. Se siente su dolor genuino por lo que sufren los que allí habitan, que reciben a la Presidenta en medio de una fiesta. Ella ha dicho muchas veces que lo que más la conmueve es el agradecimiento de aquellos que podrían atacarla quejándose por lo que tarda en llegarles algo tan básico como el agua, la luz, el gas o una vivienda digna.
Sin embargo le agradecen que vaya, que la Presidenta esté en la villa. Y le regalan un rosario, y entregan cartas, y se sacan fotos con ella, y le acercan los hijos para que los salude. Y ella recibe y agradece, y baila las músicas que suenan en el barrio. Fue una tarde conmovedora, con el recuerdo de muchos rondando. De Chávez y de Néstor, de Evita y de Perón. De nombres que ya no son sólo ellos, sino que se han convertido en banderas para llevar a la victoria.