La soledad de Carrió en la interna judicial del macrismo
Por Enrique de la Calle
Algo se rompió entre la diputada nacional de Cambiemos, Elisa “Llita” Carrió, y el presidente Mauricio Macri. La interna de la mesa judicial del Pro siempre fue vigorosa, pero sin dudas las últimas declaraciones de ultimátum de "Lilita" contra Macri abren un nuevo escenario de correlación de fuerza en la interna cambista.
“Perdí la confianza (en Macri). Si esto no cambia, a fin de año mi relación con Cambiemos se torna irreversible. Macri tiene dos meses para pensarlo”, sentenció la dirigente de la Coalición Cívica, tras una semana de intensos cruces con el ministro de Justicia, German Garavano, que había cuestionado desde una perspectiva “institucionalista” la utilización abusiva de la figura de prisión preventiva por parte del Poder Judicial. "Hay un uso errático y excesivo de la prisión preventiva, nunca es una buena herramienta, lo ideal es que las causas lleguen a juicio oral rápidamente", señaló el ministro. Sin embargo, la declaración que precipitó la fisura en Cambiemos no fue esa sino cuando subrayó que no era bueno que "se pida la detención de un ex Presidente".
Las declaraciones de Garavano motivaron el pedido de su juicio político por parte de Carrió, con advertencia incluida: “La República está sumamente herida por un sector del gobierno que por conveniencia política no desean verdad, justicia y condena. Esto no es negociable. Ni la República. Ni la impunidad. El Presidente lo sabe desde enero del 2015. No volvamos al pasado Sr. Presidente”. Por su parte, el senador Federico Pinedo se subió al ring y expresó que Garavano se “equivocó” al ofrecer “una opinión personal, más de un abogado que de un político y es contrario a la decisión que hemos decidido tomar y creo que se equivocó al decir eso. Si pensara que no se equivocó nuestra decisión hubiera sido no pedir el desafuero de la ex presidenta".
Lejos quedaron los tiempos en los cuales la interna judicial entre Carrió y el operador judicial macrista, Daniel “El Tano” Angelici, lograban que Garavano y la fundadora de la Coalición Cívica fueran aliados frente a los avances del presidente de Boca sobre la Justicia Federal. Aquella alianza tenía un sentido por el perfil “técnico institucionalista” que Garavano traslucía hacia fuera, compatible con el perfil de la autoproclamada “defensora de la República”. De hecho, fue esa la justificación que utilizó Garavano para fundamentar el cuestionamiento a la hipotética utilización de la prisión preventiva en la situación de Cristina. "Yo soy un ministro técnico, todas estas cuestiones políticas que vos analizas, lo que plantea Carrió va a en esa órbita política”, reculó Garavano públicamente.
La realidad muestra que Garavano nunca se sintió cómodo con los “halcones” de la mesa judicial del Pro. Cuando Macri impulsó el decreto para designar a Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz en la Corte Suprema, por idea del operador judicial Fabián “Pepin” Rodríguez Simón, Carrió protestó. En ese momento, Garavano justificó la medida porque era "la más rapida" aunque admitió que la medida podía “causar sorpresa”. También cuando el Gobierno operó y presionó para que se produzca la renuncia de la exprocuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, Garavano y Carrió coincidieron publicamente en que la forma no era por decreto.
Hoy la realidad es otra. El esquema de “halcones” y “palomas” parece haberse reconfigurado. En ese juego, Carrió se ganó demasiados enemigos, como Angelici, Rodríguez Simón y, ahora, Garavano. Algún medio llegó a adjudicarle una frase brutal a Garavano: "Si no paramos a esta hija de puta, nos lleva puesto a todos". Teniendo en cuenta el perfil de cada involucrado en la pelea, queda claro que habrá nuevos rounds. Y pueden ser impredecibles.