Macri en Nueva York: crónica de un fracaso anunciado
Por Lucía Ferreri Ochoa
El presidente Mauricio Macri pisó durante 12 horas la Gran Manzana para cumplir con su discurso en la Asamblea Anual de las Naciones Unidas. Pese a lo esperado, el mandatario abandonó Nueva York, Estados Unidos, sin obtener una foto con Trump y ni definiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el marco de un viaje relámpago sin bilaterales de peso, -mantuvo encuentros con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y la Alta Comisionada de Derechos Humanos del organismo, Michelle Bachelet-, Macri arribó visiblemente cansado a los Estados Unidos para una cumbre marcada por discursos cargados de un fuerte nacionalismo, con Trump y Bolsonaro a la cabeza. En ese sentido, Trump aseguró que “el futuro pertenece a los patriotas, no a los globalistas”.
Por el contrario, durante su alocución Macri dijo que “la mejor respuesta para avanzar hacia un futuro próspero es más cooperación, más y mejor multilateralismo”. En una intervención con un tono claramente electoral, el mandatario aseveró que su objetivo es llevar “alivio” a los argentinos aunque no dio mayores precisiones al respecto.
A diferencia de otros años, Macri se refirió al tema Malvinas y afirmó que mantiene su predisposición para reanudar las negociaciones bilaterales con el Reino Unido.
Por último, en sintonía con la postura de Washington, el jefe de Estado volvió a criticar al gobierno de Venezuela con un llamado al intervencionismo: “Quiero una vez más convocar a la comunidad internacional para utilizar todas las herramientas diplomáticas y jurídicas disponibles para revertir esta situación”.
La política exterior de Macri estuvo guiada básicamente por el acompañamiento de las cruzadas emprendidas por Trump, lo cual se vio reflejado en un aumento de la coincidencia de los votos de ambos países en las resoluciones del organismo multilateral. Sin embargo, esto no derivó en un aumento de las exportaciones argentinas hacia el país del norte. Por el contrario, según el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), la tasa total de exportaciones argentinas cayó en los últimos cinco años un 0.052 en el maíz y un 0.033 vehículos automóviles de carga, mientras que en materia de hidrocarburos el derrumbe osciló entre 0.12 y 0.027 puntos.
Desde su llegada al gobierno, Mauricio Macri repitió una y otra vez su intención de convertir a la Argentina en “el supermercado del mundo”. En un contexto de creciente proteccionismo en las principales economías, el Ejecutivo planteó la inserción de nuestro país en el orden mundial a través del fomento de una economía fuertemente primarizada. Más allá de lo cuestionable de esta premisa -que a través de la apertura indiscriminada de importaciones conllevó la destrucción del incipiente desarrollo industrial-, su aplicación resultó inviable en un contexto en el que las principales potencias deciden cada vez más apuntar a un mercado interno fuerte.
En esa línea, el mandatario destacó en su discurso el acuerdo Mercosur-UE, pese a que el mismo actualmente está prácticamente caído debido al veto de Austria y la férrea oposición francesa. Asimismo, Macri subrayó en su discurso su “apuesta fuerte por el Mercosur”, a pesar de que el organismo fue vaciado durante los últimos cuatro años y relegado a un rol meramente comercial.
En un contexto en el cual las potencias buscan fortalecer su economía resguardando su mercado interno y los principales organismos regionales de Latinoamérica se encuentran diezmados, las reuniones recientes de Alberto Fernández con los líderes progresistas del continente plantean un interrogante respecto al futuro de la integración y su llegada al poder representará un punto de inflexión en la avanzada neoliberal sobre los países que supieron decirle No al Alca.