Nicolás Freibrun: “Hay una incapacidad de las dos principales fuerzas para generar un proyecto de futuro”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube de Gelatina dialogó con Nicolás Freibrun, politólogo de la Universidad de Buenos Aires, docente en la misma casa de estudios y en la Universidad Nacional de Mar del Plata e investigador en el Instituto Gino Germani. Freibrun abordó desde posibles paralelos entre Brasil y Argentina, pasando por el rol del radicalismo dentro de Juntos por el Cambio, hasta el debate por las PASO y cómo utilizarlas.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo vio la victoria de Lula y las posteriores escenas de violencia?
Nicolás Freibrun: Por un lado, el triunfo de Lula es muy importante. Por otro, la situación marca la consolidación del bolsonarismo, o de un movimiento social y político que mientras Jair Bolsonaro estuvo en el poder estuvo bastante activo. El interrogante es qué va a pasar con este bolsonarismo, que tiene una concepción de la política muy cercana a la violencia, si se transforma en una fuerza política más allá del gobierno. Si eso sucede, la democracia brasilera entra en una etapa novedosa, incluso con Lula en el poder.
APU: La formación de una gran coalición de partidos en defensa de la democracia y contra Bolsonaro fue uno de los rasgos de la elección, lo que también se puede notar en nuestro país a partir del atentado a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Cómo ves ese escenario?
N.F: Con mucha preocupación. El intento de asesinato marca un punto de llegada y uno de partida. Esa “derechización”, si es canalizada institucionalmente, está dentro de la lógica política. La dimensión de la violencia política nos coloca en una situación totalmente diferente que sí nos hace hablar de qué sucede con estos grupúsculos, que parecen estar articulados con servicios de inteligencia, probablemente con algunos dirigentes de la oposición.
En la UOM Cristina habló en ese sentido, llamando a articular con sectores no macristas. En Gerardo Morales hay algo de eso, un movimiento por debajo en defensa de la democracia. Por otro lado, la incapacidad de las dos principales fuerzas políticas hoy de generar algún tipo de proyecto de futuro. Por momentos, con sus grandes diferencias, hay una especie de obsesión con el pasado. Para condenarlo, en el caso de Mauricio Macri o del Pro, y como ese pasado idealizado en algunos sectores kirchneristas. Ahí lo que está faltando, como parte del descontento social contemporáneo, es una proyección de futuro.
APU: ¿Hay realmente una posibilidad en los gestos de Morales?
N.F: No veo una alianza entre peronistas y radicales. Me parece que hay que reconstituir cierta lógica de la política pudiendo marginar a sectores más radicales del Pro, encarnados en Patricia Bullrich y el propio Macri. Morales está viendo, como líder potente de la coalición, que no se puede decir cualquier cosa. Veo una responsabilidad política y, por lo tanto, es un problema que tiene que resolver Juntos por el Cambio.
Si hay PASO, se puede ordenar. Morales viene siendo claro de la gestión desastrosa de Macri, lo que parece que no hubiera sucedido en Argentina. Gobernaron cuatro años de un modo muy malo, como Bolsonaro pero sin tanta violencia. Es un trabajo interesante del radicalismo para correrse un poco más hacia el centro.
APU: ¿El intento del radicalismo por desmarcarse puede sobrevivir en una coalición electoral de cara a 2023 o hay posibilidades de fragmentación?
N.F: Es lo que se estudia como dilema de la acción racional, cómo actuar de modo tal que el otro también lo haga para que no pierdan todos. Si el radicalismo se va, ¿los votos de dónde salen? ¿De Juntos por el Cambio o de otro lado? Quizás no les conviene ganar por afuera sino por dentro y construir liderazgo. Es una coalición bastante amplia, con miradas diferentes respecto al futuro y la relación con la oposición y el otro.
Si se parte, es una ventaja para el oficialismo actual, no sería positivo en términos inmediatos electorales para los cuales el radicalismo tuvo que formar una alianza política, primero para sobrevivir como identidad política y segundo para tener un espacio de poder donde reproducirse y ahora quizás sí poder disputar hacia adentro. Las PASO son un instrumento que sirve porque, por un lado, evitan la fragmentación, y le serviría para ordenarse tanto a la oposición como al oficialismo.
APU: ¿El voto macrista puede seguir planteándose en términos identitarios como antikirchnerista? ¿Qué rol juegan las figuras que quedan por fuera de la polarización?
N.F: Hay un clima político confuso. Podemos estar suponiendo que las dos coaliciones van a sacar un número muy grande del caudal electoral y quizás eso no pase tanto. Estamos ante un contexto sí de polarización pero también de descreimiento y de antipolítica. Sería cauto sobre todo si la cuestión económica no mejora.
El radicalismo no quiere ser una identidad de extrema derecha porque no se ve a sí misma de esa manera sino de centro con algunos elementos progresistas. Sí se ha derechizado y ese electorado también se ha corrido, producto del antikirchnerismo, antipopulismo y gorilismo histórico. Hay una parte que votó a Alberto Fernández y que ahora tal vez no lo volvería a hacer. El radicalismo también puede “morder” de ese sector decepcionado.
Luego, el electorado de Javier Milei, muy descreído de la política. Es preocupante porque hay una activación de personas dispuestas a matar a Cristina. ¿Cómo leerlo por fuera de lo electoral? Hay una dimensión social y subjetiva del espacio público contemporáneo que está mucho más fragmentada y faltan lecturas más inteligentes. Lo electoral resuelve y refleja un momento. Creo que el radicalismo levantó un poco la cabeza diciendo “somos parte de la coalición y ganamos en su momento porque estamos dentro, y ahora nos quieren llevar hacia a otro lugar”.
APU: ¿Es tarde para que el radicalismo intente plantar un candidato?
N.F: La interna es difícil. La política tiene que ver con liderazgos y el radicalismo encontró algunos en el último tiempo. Así como Elisa Carrió no tiene una gravitación más allá de lo televisivo, el radicalismo reconstruye. Morales es uno de los más potentes, Martín Lousteau es una proyección más local, y lo de Facundo Manes es algo más nuevo.
APU: ¿Puede disputar en términos identitarios, como alguna vez intentó Horacio Rodríguez Larreta hasta la irrupción de un Macri y una Bullrich más potenciados?
N.F: El atentado a Cristina es un punto importante, no sólo por el hecho en sí sino porque aceleró algunas cuestiones. Radicalizó posturas como la de Bullrich. Al mismo tiempo, con la ciudadanía muy expectante, esperando soluciones y políticas públicas en la vida cotidiana, bajar el tono y proponer discursos y medidas más mesuradas puede dejar a los extremos un poco por fuera. Esa es la discusión en Juntos por el Cambio.
Cristina tiró una línea más consensualista de volver a pensar el proyecto nacional, no sólo desde el oficialismo, lo cual es importante porque si no entramos en una deriva muy complicada. Adentro tienen que estar los empresarios, sindicatos, etc., pero con una conducción clara, no se trata sólo de consensos. Es definir políticas claras y ahí el poder lo tiene el Estado. Me preocupa que el oficialismo hable del poder como si no lo tuviese. Es una concepción equivocada, porque estás confesando tu impotencia. Tenés los instrumentos del Estado, debilitados pero la posibilidad de crearlos.
APU: ¿Cómo analiza las PASO?
N.F: Es un instrumento ordenador, va contra la fragmentación. Uno puede tener una discusión democrática dentro de los partidos. El instrumento dialoga con el clima social. Evita la fragmentación de partidos y del sistema de partidos, con el umbral que establece. Soy partidario de que haya pocas opciones, pero fuertes y claras.
APU: Siempre se dice que la oposición hizo un mejor uso que el oficialismo peronista. ¿Cree que eso es así? ¿Cuál es el gran desafío del Frente de Todos?
N.F: Hay una diferencia entre espacios. Juntos por el Cambio se asemeja más a una coalición política. A los tres partidos las PASO les sirvieron para ordenarse internamente y las aprovecharon muy bien. Por otro lado, el peronismo y sus distintas variantes no funciona como coalición y ese es uno de los problemas que ha tenido. En el último tiempo ha resuelto que la figura más importante, en este caso Cristina, decida si es ella o diga quién va. Quizás ese proceso hoy no está tan claro, como en 2015 o 2019, y es una incógnita quién sería buen candidato. Sergio Massa, más allá que dijo que no sería, es el más potable para ganar en este contexto, no el que me guste o el mejor. Es un frente que se armó para ganar una elección pero después no funcionó como tal.