¿Una ventana de oportunidad para la alternancia porteña?
Las elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pasaron desapercibidas tras la sorprendente victoria de Milei. Sin embargo, las PASO porteñas también generaron mucho de qué hablar, y la primera pregunta es: ¿Está todo dicho en la Ciudad?
El domingo 13 de agosto se materializó lo que Larreta había decidido tan solo 4 meses atrás. Las elecciones porteñas se llevaron a cabo simultáneamente con las nacionales, pero bajo modalidades diferentes. Mientras los comicios presidenciales se habían planeado para todo el país con más de un año de antelación, utilizando la tradicional boleta de papel, en la Ciudad se optó por la ya olvidada (tras tres elecciones en formato papel) Boleta Única Electrónica.
Esta decisión suscitó indignación en todo el arco opositor y gran parte del oficialismo (incluyendo a Macri, Bullrich y Vidal). Además, surgieron sospechas sobre si esta decisión podría beneficiar a Lousteau en detrimento de Jorge Macri, ya que no obligaba a los representantes nacionales de Juntos por el Cambio a ir pegados a ninguno de los dos candidatos locales.
El resultado de esta elección fue una logística sumamente compleja, lo que derivó en largas colas para votar y numerosos problemas con las máquinas, que no habían sido suficientemente probadas para la ocasión. Una semana después de las elecciones, la jueza electoral María Servini continúa cuestionando la modalidad que se utilizará en octubre, e incluso el candidato oficialista Jorge Macri ha planteado dudas, sugiriendo la necesidad de "reconsiderar el sistema para las elecciones generales".
Sin embargo, ese no fue el único revés que enfrentó el actual Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. A esto se sumó la aplastante derrota en la interna nacional frente a Patricia Bullrich, así como la derrota más ajustada de Martín Lousteau en la Ciudad.
Un margen de un punto y medio separó a Lousteau de los 28,7 puntos obtenidos por Jorge Macri, un candidato muy cuestionado debido a su reciente llegada a la Ciudad y a una postulación con fuertes elementos hereditarios. Las tensiones generadas por esta interna alimentan ciertas sospechas sobre cuál será la elección final de aquellos que quedaron sin representación después de la derrota del candidato del radicalismo en la Ciudad.
Jorge Macri afronta el desafío de retener prácticamente la totalidad de los votos de alguien a quien hace apenas 20 días calificó de la siguiente manera: "Martín Lousteau no es alguien con quien vaya a levantar el teléfono para dialogar". Si no logra hacerlo, se dificultará en gran medida su objetivo de alcanzar el 50% de los votos, lo cual sería necesario para evitar un balotaje en la Ciudad después de 8 años.
En caso de avanzar hacia un escenario de balotaje, Jorge Macri se enfrentaría a un candidato que demostró no solo representar con solidez a su base de seguidores, sino también desenvolverse cómodamente en contextos que suelen ser adversos para los candidatos del peronismo porteño. Santoro podría surgir como una alternativa atractiva para convocar a los electores radicales que no se sienten identificados con la candidatura de Macri, a quien acusan de haber llegado a la Ciudad con el único propósito de gerenciar los negocios del histórico territorio de su primo Mauricio. La primera señal en esta dirección es el respaldo del influyente líder radical Federico Storani, quien llamó a votar por Leandro Santoro en las elecciones generales de octubre.
La sorpresiva victoria de Milei acaparó la atención, pero la elección en la Ciudad todavía está en juego. En los próximos días se completarán las fórmulas con las candidaturas a vicejefatura. Habrá que esperar para ver si la hegemonía amarilla continúa en la Ciudad o si se ha abierto una oportunidad para que el peronismo haga pie de la mano de un histórico alfonsinista.