Al capitalismo no le gusta el fútbol, por Ángel Cappa
Una vez que las grandes empresas descubrieron las inagotables posibilidades de aumentar sus ganancias con una clientela mundial y de una fidelidad irrenunciable, no han parado de transformar el fútbol en un puro negocio.
Y si antes tenían cierto pudor en confesar sus intenciones, ahora lo hacen con descaro. Por eso Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, afirmó en una entrevista que "el sentimiento en el fútbol se debe perder". Y agregó por si alguno tenía alguna duda sobre su pensamiento:" esto es un negocio".
Es que ellos, los que negocian con el fútbol, entienden que ese es el estado natural de la cosas. El negocio, para ellos, define todo. Alain Minc, economista, ensayista, asesor político y empresario francés, lo tiene muy claro también: "el capitalismo no puede desfondarse, es el estado natural de la sociedad", afirmó para que entendamos. "La democracia no es el estado natural de la sociedad, el mercado sí", agregó.
Y si el mundo es un mercado, todo es mercancía. Por lo tanto los sentimientos no tienen lugar. O como decía Mario Benedetti, "pasaron a la clandestinidad". Es bueno lo que es útil. Y es útil lo que es rentable. La emoción se reduce al resultado. Todo lo que no sea ganar, no sirve.
¿Cuántas veces hemos escuchado que ganar no es lo más importante sino lo único importante? Es que el capitalismo no solo está presente en el ámbito de los negocios, sino también en nuestra manera de pensar y de entender la vida y en consecuencia el fútbol.
Todo lo contrario de lo que pensaba y sentía Eduardo Galeano. "No se juega para ganar", decía Galeano que amaba al fútbol. "Se juega para jugar. Y en todo caso el triunfo es una recompensa".
La consecuencia más directa e inmediata de ese pensamiento utilitario, es que casi se ha suprimido de los objetivos de los espectadores y muchos jugadores, el placer de jugar. Da igual un gol de rebote, de casualidad o en contra, que el producto de una jugada maravillosa. Se tiene al gol como lo más importante del fútbol, cuando en realidad el juego es lo más importante. El gol es la consecuencia del juego. Y dentro del juego, el pase es determinante, ya que si son 11 jugadores para llegar al arco contrario, pasarse la pelota es imprescindible, salvo que en lugar de jugar lo que se pretenda es apostar a la casualidad. Paralelamente a la supresión del placer de jugar, el capitalismo instala sus valores: esfuerzo, disciplina, sacrificio, orden. La libertad de la inspiración es una pretensión perturbadora que hay que desechar.
Pero el fútbol es orden y aventura, como señala Menotti, u orden y talento como alguna vez dijo Arsenio Iglesias. El orden como punto de partida, el esfuerzo como complemento y disciplina para crear. Pero sin talento, sin aventura, el fútbol sería solo lucha. Además del placer de jugar, se tiende a evitar el riesgo de jugar. Y sabemos que sin riesgo no hay juego.
Xavi Hernández, integrante del Barcelona que entrenaba Guardiola, uno de los mejores equipos de la historia, además de ser un exquisito jugador, es alguien que también disfruta hablando de fútbol, viendo fútbol y deja conceptos que pertenecen al pasado, que son de antes de la intromisión del dinero que puso todo patas para arriba. Así, con la sencillez tan difícil de conseguir que tenía para jugar, desmiente tópicos que son tomados como verdades absolutas. "Me duele más fallar un pase que fallar un gol", dijo como una defensa contracultural del juego.
Si esto es un negocio, como cree Cerezo, a nadie le puede doler más fallar un pase que fallar un gol. A nadie salvo a quienes aún prefieren jugar antes que ganar. Claro que Xavi quiere ganar. Y que todos quieren ganar. Pero tan importante como ganar, o quizá mas según se mire, es jugar.
Esta última afirmación es consideraba ridícula por el pensamiento empresarial que impuso el capitalismo en el fútbol. Ridícula y propia de perdedores, porque el capitalismo divide a la gente entre ganadores y perdedores. No hay explotadores y explotados, patrones y obreros. Para esta manera de pensar, la vida es una competencia y se trata de ganarle a los demás. Claro que no tienen en cuenta que si fuera así, entonces habría que darle las mismas posibilidades a todos. Y sabemos que algunos corren con coches de fórmula uno, y otros, la inmensa mayoría de la gente, con bicicletas. Y si por ahí, alguna bicicleta intenta colarse entre los ganadores, le pinchan las gomas.
Pero en fin, como efectivamente han convertido al fútbol en un negocio donde se mueven enormes cantidades de dinero, aparece un hecho que forma parte de la esencia de este sistema: la corrupción. La FIFA entidad que gobierna el fútbol mundial es una de las entidades más corruptas. Recientemente se han descubierto y denunciado algunos de sus muchos casos de corrupción, y hay 40 imputados por esos delitos. Todo surgió de una investigación del mismo FBI.
Hay notables empresarios y varios canales de televisión, implicados en maniobras delictivas. Los mismos que difunden la idea de que el fútbol no es un juego, sino un negocio.
A pesar de todo, el fútbol siempre renace. Siempre aparece algún desobediente que quiere jugar y que desafía al medio de perder. Algún equipo que tiene a la pelota como a su mejor amiga. Y algunos hinchas que fundan clubes de barrio que representan a la gente de esos barrios y que se alejan de la lógica empresarial.
Diariamente la realidad demuestra que capitalismo y democracia no son compatibles. Por eso estoy convencido de que si queremos recuperar los bienes comunes que el neoliberalismo nos está arrebatando, entre ellos el fútbol, es necesario luchar por una sociedad más justa e igualitaria. Por una auténtica democracia.
Fuente: Blog del entrenador Ángel Cappa
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa. Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).