Conflicto vasco: una alternativa a los esquemas mentales de confrontación
Por Juan Manuel Ciucci
Pensar el conflicto vasco es pensar también las políticas emancipatorias que en Europa prosiguen históricas demandas. Una unidad de naciones que encuentra sus límites y perspectivas futuras en reclamos que permiten imaginar una forma distinta de organización política y económica. En este caso puntual, la situación de paz actual se ve amenazada por viejas doctrinas del miedo, que intentar frenar el proceso y continúan estigmatizando a quienes buscan la independencia. De esto hablamos con Samara Velte, periodista especializada en política internacional quien se desempeña en el diario vasco Berria, a partir de su investigación La representación de los presos vascos en la prensa española (2011-2016).
¿Cómo surge la investigación sobre el papel de los medios en el conflicto vasco?
Samara Velte: El interés principal es la familiaridad con el tema: el simple hecho de que sea un conflicto que perdura en un entorno tan cercano ya te empuja a relacionar el trabajo de investigación con ello; una siente cierta responsabilidad de traer a la luz estos temas, aún más cuando nota que la sociedad se está olvidando de ellos, o que se están invisibilizando a propósito porque abordarlo supondría hacer sacrificios o reconocer los propios errores, que es la actitud del Gobierno Español. Durante el máster en Estudios del Discurso nos especializamos en el Análisis Crítico del Discurso, que analiza principalmente cómo se reproducen las relaciones de poder mediante el lenguaje. Yo venía de trabajar en la prensa, así que fue una decisión bastante natural analizar el discurso mediático.
¿Cuál es y cuál puede ser el rol de los medios en el conflicto?
SV: En este caso, elegí los dos diarios generalistas de mayor influencia en el Estado Español: El País (históricamente más ligado al PSOE) y El Mundo (más cercano al PP). Analizando los editoriales y textos de análisis publicados, observé que ambos reconstruyen el conflicto en términos de confrontación entre ETA (y la izquierda nacionalista vasca) por un lado, y el Estado y toda la sociedad civil española por el otro. Cuando ya de entrada fijas un marco así, después difícilmente podrás construir un discurso que despolarice a las partes y ayude a la reconciliación, que es lo necesario en la fase en la que nos encontramos. El principal objetivo era ése: ver si los principales diarios españoles ayudan a la superación de esquemas mentales de confrontación creados por el conflicto. El resultado fue que, salvando una pieza, en general se hacía hincapié en la distinción entre "ellos" y "nosotros", con una tendencia a demonizar los presos y a justificar o suavizar las actuaciones del Gobierno.
¿Cómo se llega a la actual situación de paz?
SV: El conflicto vasco es uno en el que la "paz", entendida como el fin de los atentados de ETA, no llega mediante un proceso de negociación formal entre la organización, el Estado, la sociedad y los partidos políticos, con reconocimiento de los derechos de todas las partes y la voluntad de llegar a un consenso. El proceso, en el caso vasco, está siendo totalmente unilateral, puesto que el Estado se niega a reconocer que existe un conflicto político subyacente. Ya hace más de cinco años que ETA anunció que no haría más atentados, y no creo que haya razones para pensar que no seguirá siendo así. Por lo tanto, nos encontramos en cierta manera en una fase "post-conflicto". El problema es que no se ha hecho nada más para ayudar a acabar con todas las expresiones del conflicto. Sin la expresión más violenta (los atentados), puede dar la impresión de que ya se ha resuelto todo, pero quedan muchos restos que son importantísimos. El principal de ellos, que aún hay más de 300 ciudadanos vascos encarcelados, y en la mayoría de los casos, con medidas extraordinarias como el alejamiento de sus familias, lo cual es una medida típica de situaciones de guerra o conflicto. El de los presos es un tema que hay que resolver cuanto antes mediante una negociación política, reconociendo que si de verdad queremos que el conflicto acabe, no hace falta que se cumplan sentencias tan duras.
El problema es que defender esta idea ante la opinión pública española es extremadamente difícil, porque tanto los partidos como los medios españoles llevan décadas construyendo ese esquema mental de confrontación absoluta: así, los intereses de los presos son percibidos como contrarios a los intereses de la sociedad civil, y no se plantea que llegar a un acuerdo sobre el tema penitenciario puede ayudar a todos a avanzar en el proceso de paz, entre otras razones porque en las cárceles hay personas muy válidas que pueden aportar mucho si se les reconoce capacidad para actuar políticamente.
¿Cuál es el pedido que realiza la izquierda respecto a los presos políticos vascos?
SV: Ahora mismo, la petición principal es la más básica: respetar sus derechos, dejar de aplicarles medidas especiales, acercarlos a sus familias y poner en libertad a los que están enfermos o llevan muchos años entre rejas. Hay familias que viajan cada fin de semana cientos de kilómetros para estar una hora con su familiar. Y si a esto no se le pone fin antes, llegaremos a la situación paradójica de que 20 años después del fin "oficial" del conflicto, aún habrá gente cumpliendo condenas de 30 años. No creo que nadie pueda defender el sentido de eso, a menos que se vea la prisión como una venganza.
El trabajo presenta una interesante metodología para analizar los discursos mediáticos. ¿Cree que pueda ser aplicable para otros contextos?
SV: Utilizo el Análisis Crítico del Discurso, que se distingue justamente por esa posición crítica que toma la persona investigadora. Hacer un análisis puramente lingüístico, sin interpretar las funciones que cumple un discurso en ciertas situaciones de poder, no tiene ningún sentido en este tipo de trabajos, donde lo que realmente nos interesa es la implicación social y política del lenguaje. Creo que nos iría bien prestarle más atención a cómo decimos las cosas y qué implicación tienen. Una palabra nunca significa solo lo que dice el diccionario sobre ella; hay millones de connotaciones, prejuicios, estereotipos e intertextos flotando en el aire, y de todas ellas se alimenta la palabra que pronunciamos. La expresión "banda terrorista", por ejemplo, es totalmente demonizante y criminalizante, porque le niega cualquier motivación política a la "organización", palabra que tiene más legitimación. O cuando se dice que alguien "es terrorista" en lugar de decir que ha cometido un acto terrorista: lo que se está diciendo es que el acto es inherente a la persona, y por tanto, no hay forma de hacerla cambiar de actitud mediante la razón.
¿Cuáles son las principales conclusiones del modo en que la prensa trata el conflicto vasco? ¿Y a los presos políticos vascos?
SV: Generalmente se puede observar que la prensa, mediante los esquemas mentales que promueve, prepara el camino para que los presos sean percibidos como el enemigo, y esto es reforzado por el lenguaje bélico y demonizante que utiliza la prensa. La negociación sobre el conflicto o los presos es entendida como una cesión por la propia parte, por lo tanto una derrota; es decir, la única opción de victoria implica la eliminación de la otra parte, sin contemplar puntos de encuentro medios. Mientras no se comprenda (y se haga comprender) que hay que buscar espacios en los que ambas partes puedan encontrarse y visibilizar opciones de camino compartidas, no se superarán los esquemas de confrontación enquistados en la mente de muchas personas, y por lo tanto, la expresión armada del conflicto habrá cesado, pero no el conflicto mismo.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).