Coronel Suárez: violenta viñeta contra Baradel
Por Diego Kenis
El diario digital Nuevo Día, de la ciudad bonaerense de Coronel Suárez, se convirtió en noticia este fin de semana, cuando su edición impresa semanal circuló una viñeta ilustrada por José Luis Dégele y publicada en el segmento “La vida a través de la imagen”.
El recuadro introducía un texto: “Las clases sólo comenzarán cuando el gobierno decida implementar la cláusula gatillo. Parece que el ministro de Educación ha tomado nota”. El dibujo que se compartía a continuación mostraba al referente gremial de SUTEBA Roberto Baradel apuntado a la cabeza por un revólver. El título iba en oscura síntesis: “Última noticia”.
Además de obvio y directo, el “chiste” se inscribió en un contexto que incrementó su carácter violento: el inicio del ciclo lectivo, previsto para este lunes 5, será aplazado por paros docentes en la provincia de Buenos Aires, mientras el gobierno bonaerense y los medios oficialistas procuran poner a los padres de los estudiantes en contra de los docentes y sus referentes gremiales.
En ese marco, Baradel fue especialmente apuntado desde el inicio de la gestión de María Eugenia Vidal. El secretario general de SUTEBA fue víctima de operaciones en las redes sociales y la prensa tradicional y sufrió amenazas que el presidente Mauricio Macri habilitó cuando dijo que “no necesita que nadie lo cuide”. El encono oficial hacia Baradel se comprende por su legitimidad como referente: en mayo de 2017, pese a las campañas de prensa en su contra, fue reelecto en la conducción de SUTEBA por el 73 por ciento de los votos y triunfó también en las elecciones de CTERA, con un porcentaje aún más amplio.
“No a las balas del humor que encubren violencia”
Conocida la publicación, la regional de SUTEBA de Coronel Suárez repudió la viñeta de Dégele, a la que consideró “una franca y llana apología del delito”.
“¿Por qué creemos que es apología del delito? Porque tiene claros fines políticos, propios de emergentes dictatoriales que, amparándose en la vapuleada ‘libertad de expresión’ -un valor netamente democrático y del cual carece el conocido comerciante suarense (NdR: por el autor del recuadro)-, instiga y promueve abiertamente a la violencia”, expresa el documento del gremio docente.
“La viñeta no refleja la ‘vida a través de la imagen’, por el contrario, es la viva expresión del odio de clase que tiene un sector de la población, no sólo en la ciudad de Coronel Suárez, sino en toda la Argentina, dirigido especialmente hacia el pueblo trabajador”, dice el texto, que agrega que considera además que “la ‘bala’ que apunta al profesor Roberto Baradel es una acción más que se suma a una serie de amenazas dirigidas a su persona y a sus familiares, nunca investigadas por el gobierno actual, y que siempre se intensifican en momentos de las negociaciones paritarias”.
“Este humorista debe saber que el secretario general del SUTEBA provincial, Roberto Baradel, fue elegido democráticamente en 2017 y representa a miles de docentes, no se representa a sí mismo y no va al paro para obtener beneficios personales, sino que lo hace en nombre de miles de trabajadores de la educación que históricamente hemos clamado por nuestros derechos laborales y un salario digno, manifestándonos pacíficamente en marchas, nunca con una pistola a la cual alude la viñeta”, continúa el comunicado.
“No pretendemos que el señor José Luis Dégele comprenda qué significa la democracia y la libertad sindical, ni la lucha por los derechos de los trabajadores, sí esperamos que reconozca que cuando alguien tiene un posicionamiento político diferente, nosotros, los sindicalistas, lo dirimimos con argumentos, jamás con una pistola, aunque el mismo gobierno que la redacción del periódico apoya haya sido quien incorporó el término ‘cláusula gatillo’ en la paritaria del año 2017”, concluye el texto, agregando por último que “hoy, los docentes somos Roberto Baradel. Le decimos NO a las balas de un humor que encubre violencia”.
Coronel Suárez, la Historia y el “Nuevo Día”
La violencia de la viñeta es el resultado de la sumatoria de los "emergentes dictatoriales" señalados por el SUTEBA suarense y un contexto actual en que a los exégetas oficialistas se les acaban los argumentos, por lo patente de la realidad que golpea el territorio.
Fundado sobre una llanura de fecundas tierras, bautizado con el nombre de un militar ancestro de Jorge Luis Borges y poblado por la inmigración del castigado pueblo de alemanes del Volga, Coronel Suárez atraviesa en este 2018 un momento crítico, con centenares de despidos y suspensiones en la fábrica de calzado Dass, una de las mayores fuentes de empleo del distrito. La firma produce en las instalaciones industriales que pertenecieron a Gatic y, tras su vaciamiento, fueron objeto de formidables negocios inmobiliarios que, en cambio, los trabajadores de la cooperativa “Textiles Pigüé” impidieron en la ciudad homónima y vecina al recuperar la planta local bajo el lema “Ocupar, resistir, producir”.
El desenlace de la historia confirma lo disímil de los caminos. Ante el ajuste macrista, los trabajadores de “Textiles Pigüé” tomaron como consigna que “el mercado jamás decidirá la suerte de ningún trabajador autogestionado”. En Coronel Suárez sobrevinieron despidos y suspensiones. La situación produjo movilizaciones y cuestionamientos que apuntaron al intendente Roberto Palacio, electo por Cambiemos en 2015, tras derrotar al vecinalismo kirchnerista que se referenciaba en el ex legislador provincial Ricardo Moccero.
Intendente suarense entre 1995 y 2013, Moccero fue uno de los actores locales especialmente apuntados por el diario Nuevo Día, que cumplió treinta años en 2016. Los festejos incluyeron la realización de una junta de directores de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), que contó con la asistencia de la gobernadora Vidal y tuvo parte de desarrollo en instalaciones municipales. ADEPA es la entidad que un conjunto de empresarios de medios gráficos, entre ellos Diana Julio de Massot por La Nueva Provincia, fundaron en 1962. La comisión de premios de la entidad, que ofició como amicus curiae del Grupo Clarín en la Corte al discutirse la ley de medios, lleva el nombre del fallecido Federico Massot, hermano de Vicente, imputado por delitos de lesa humanidad, y tío de Nicolás, actual diputado macrista.
Un lustro antes, los festejos por el vigésimo quinto aniversario de Nuevo Día tuvieron como invitados especiales a Christian Zimmermann y Eduardo Bakchellian. Bakchellian, que llegó con su empresa Gatic a la región de la mano de comisionados municipales de la dictadura, “merece el reconocimiento de todo Coronel Suárez”, dijo entonces el director de Nuevo Día, Eduardo Minich, que omitió mencionar que el empresario fue también el responsable del vaciamiento que puso en jaque a la ciudad a comienzos de la centuria.
Zimmermann, por su parte, fue vicepresidente del Banco Central con José Alfredo Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía y el dictador Jorge Videla en la Presidencia de la Nación. Famoso en 1980 por su frase “la inflación ha muerto”, que provocó una célebre columna de María Elena Walsh, Zimmermann fue una de las piezas claves en la política económica de la timba financiera, basada en el endeudamiento externo y un rol pasivo del Banco Central. Además, su nombre apareció involucrado en las investigaciones por los secuestros de empresarios, abogados y empleados del Banco de Hurlingham, que la conducción económica pretendía comprar a precio vil. Una investigación recopilatoria publicada por Diego Martínez en Página/12 indicó que Zimmermann designó ocho peritos que asesoraron a los torturadores que interrogaban a los secuestrados.
Cuando se mudó a Coronel Suárez junto a su nueva pareja, el ex vice del BCRA comenzó a escribir columnas en el diario Nuevo Día. En 2008 se insertó allí su “solidaridad con el Tte. General Jorge Rafael Videla”, cuando el genocida fue trasladado a una cárcel común. Cinco años después, le dedicó una calurosa despedida en las mismas páginas.
No corrieron igual suerte las cartas al lector que enviaba al diario Julio Zaballa, histórico referente gremial de Luz y Fuerza y una de las pocas voces suarenses que molestaban la amnesia general sobre lo ocurrido durante el terrorismo de Estado. Zaballa fue perseguido por la dictadura, con activa colaboración de algunos de sus vecinos. Uno de ellos escribió el 4 de mayo de 1977 una nota al Batallón de Ejército de Pigüé, la unidad militar más próxima. En una hoja con membrete de la intervenida Asociación Civil Suarense de Obras Sociales, calificaba al gremialista como “un elemento muy conocido y netamente irritante y subersivo (sic)”, por lo que pedía que “sea puesto bajo la Justicia militar y sirva esto de ejemplo”. El jefe del Batallón, destinatario de la carta, era Luis Delaico, que murió impune pero procesado por delitos de lesa humanidad perpetrados en esa unidad militar.
Ocho años más tarde, cuando estaba próxima la sentencia en el juicio a las Juntas, un grupo de influyentes ciudadanos suarenses publicó una solicitada en los diarios porteños. Se titulaba “Gracias militares” (foto), caracterizaba las violaciones a los derechos humanos como “excesos inevitables en toda guerra” y su párrafo de cierre agradecía “muy de adentro a los militares que con su dedicación y valentía hicieron posible el triunfo de la Argentina sobre la subversión, que hoy nos permite vivir en democracia y libertad”.
Son antecedentes que sirven para comprender el hilo histórico que condujo a la violenta viñeta del sábado contra Baradel, en un territorio que aún no se ha sacudido las oscuridades de su pasado reciente.
Agradecimiento: archivo de Julio Zaballa.