A 29 años de la masacre de Budge
Por Santiago Haber Ahumada
El 8 de mayo se conmemoró el Día Nacional de la Lucha contra la Violencia Institucional. Se sancionó en el Congreso de la Nación en 2012 con el objeto de “recordar las graves violaciones a los derechos humanos ocasionadas por las fuerzas de seguridad, promoviendo la adopción de políticas públicas en materia de seguridad respetuosas de los derechos humanos”.
En los primeros días de mayo de 1987, tres jóvenes fueron asesinados por efectivos de la Policía Bonaerense, en lo que se conoce como la “Masacre de Budge”. Oscar Aredes (19), Agustín Olivera (20) y Roberto Argañaraz (24) recibieron siete, doce y diez balazos respectivamente. Los disparos fueron efectuados por tres suboficiales de esa fuerza, mientras los jóvenes tomaban una cerveza y conversaban en la esquina de Figueredo y Guaminí, en Ingeniero Budge, provincia de Buenos Aires.
El suboficial de la Bonaerense Juan Ramón Balmaceda fue el artífice del fusilamiento de los tres amigos. Por el crimen fueron condenados a 11 años de prisión Balmaceda, el cabo primero Juan Alberto Miño y el cabo Isidro Rito Romero. Los tres estuvieron prófugos y, según los querellantes, con protección policial en su fuga.
En la esquina de Figueredo y Guaminí, frente al paredón donde fueron fusilados los jóvenes, un monolito recuerda a los tres amigos asesinados.
La masacre detonó la primera experiencia de organización barrial para exigir justicia en un caso de violencia represiva. El caso se convirtió en un símbolo de “gatillo fácil”, expresión establecida en nuestro país para identificar un asesinato por parte de agentes de las fuerzas de seguridad.