El fantasma de los saqueos recorre los despachos de los funcionarios
Por Esteban Rodríguez Alzueta*
La inseguridad fue uno de los ejes que vertebró la reciente coyuntura electoral, no tanto en el último tramo sino durante las PASO y las primarias. Un tema que tomó el massismo y el sciolismo, quienes transitaron las elecciones manipulando el miedo de la gente, prometiendo más penas (en el caso de Massa) o más policías (en el caso de Scioli) a cambio de votos. Mientras tanto Macri, por consejo de Durán Barba, tomó otro camino. Se limitaba a decir que la gente quería un cambio y ese cambio se averiguaba en la sonrisa que llevaba puesta las 24 horas. No era el momento de ponerse serios sino de estar contentos e inflar otros globos.
A semanas de la asunción de Macri, otro parece el escenario. La reciente declaración de la emergencia en seguridad contrasta el temperamento electoral de Cambiemos. No sabemos cuáles son los datos que tiene la Ministra, Patricia Bullrich, en la mano para su declaración, y tampoco en qué consistirán las medidas. Es algo que vamos a ir averiguando con el paso de las semanas. De todas maneras sabemos que la seguridad es una materia que las provincias no han delegado al gobierno federal, de modo que habrá que estar atentos para ver si la Nación avanza sobre cuestiones de exclusiva incumbencia de las Provincias.
La emergencia se decreta en una época del año muy sensible y tan cara a la historia Argentina. Las fiestas templan los malhumores. Todos quieren pasarla en paz, es decir, con el arbolito lleno de juguetes y la mesa bien servida para celebrar la amistad y reunir a la familia. Cuando eso no sucede, el fantasma de los saqueos recorre los despachos de los funcionarios y no hay que dormirse en los laureles.
Pero el gobierno nacional está exagerando y sobre-representando la inseguridad. No quiero decir con ello que el delito predatorio y la violencia agregada a estos hechos no existan ni constituyan un problema menor. Pero lo que está haciendo el gobierno con la declaración de emergencia es un trabajo de prestidigitación. Los prestidigitadores tienen un principio elemental que consiste en llamar la atención sobre una cosa distinta de la que están haciendo. En efecto, me inclino por pensar que el gobierno está buscando desplazar el centro de atención, tratando de que miremos para otro lado. El truco es conocido: se trata de desplazar la cuestión social por la cuestión policial. Cuando el gobierno devalúa la moneda y afecta el poder adquisitivo de la gran mayoría de la ciudadanía, entonces hay que buscar un tema que tenga la capacidad de generar consenso, que no divida, que interese a todo el mundo por igual. Ese tema será el narcotráfico y los pibes chorros. Así el problema no es la eliminación de los subsidios, la transferencia de riqueza que se logró de un día para el otro con la eliminación del cepo y las retenciones, el problema no es el ajuste y la política de endeudamiento para pagar este saqueo, sino que te roben el celular, la mochila o a tu hijo le vendan un porro.
En definitiva, con la emergencia de seguridad el gobierno nacional se sube a la indignación moral que despiertan determinados hechos, pero lo hace para ubicar la atención pública afuera de la economía. Se sabe, la “guerra al delito” sigue siendo una de las pocas fuentes simbólicas de unidad en una sociedad que, está visto, con las nuevas medidas adoptadas, volverá a estar cada vez más dividida y polarizada.
*Docente e investigador de la UNQ. Autor de Temor y Control. Miembro de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional y el CIAJ, organismo de ddhh de la ciudad de La Plata.
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