El recuerdo de una madre luchadora: a un año del asesinato de Miriam Villa
Por Santiago Asorey
Tras permanecer semanas internada, Miriam Villa falleció el 4 de abril del 2016 en el Hospital Piñero, tras ser victima de los disparos de una banda en la 1.11.14. Sus asesinos además, estaban sospechados de haber asesinado a su hijo un año y medio antes. Ariel o “Yiyo”, como le decían sus familiares y amigos, tenía 19 años cuando fue asesinado de 22 disparos en una balacera en el Bajo Flores. Su asesinato ocurrió el 2 de septiembre del 2014. Su madre había emprendido una lucha para impulsar la causa en la Justicia, pero la Justicia avanzó muy lentamente y Miriam no llegó a ver resultados.
El asesinato de Ariel Villa fue parte de una serie de crimenes de jóvenes en el barrio. Como los casos de Maximiliano Milesi (18), Delia Herrerra (28) y Juan Pablo Molina (19). En algunos de estas causas se apuntó a la responsabilidad de la Gendarmería, como el de Maximiliano Milesi. En otros se apuntó a un fenómeno indirecto de violencia institucional: zonas liberadas con la complicidad de las fuerzas de seguridad a bandas ligadas a la narcocriminalidad.
En una entrevista realizada en diciembre del 2015 por la AGENCIA PACO URONDO, Manuel Tufró, coordinador del equipo de “Políticas de Seguridad y Violencia Institucional” del CELS, reconocia que “para nosotros, la violencia institucional estaba asociada históricamente al personal uniformado o fuera de servicio; ahora esta violencia aparece de forma más difusa, o tercerizada en bandas que ejercen formas de violencia donde no están directamente implicados agentes del Estado. Pero claramente tienen protección o, al menos, convivencia con el Estado.”
Las causas de Ariel y Miriam Villa fueron acompañadas por organizaciones sociales y por la AGENCIA PACO URONDO que despidió a la compañera con las siguientes palabras: “Con mucho dolor despedimos a una madre y una amiga que nunca dejó de luchar y pedir justicia por su hijo. Desde el principio, luchó en soledad en las peores condiciones pero nunca se rindió. Ante el miedo y la impunidad, ella siempre honró la memoria de su hijo y nos contagió a todos de su enorme amor. Su fuerza nos permitió luchar por justicia desde la organización popular y la solidaridad colectiva.”