"El mundo no está esperando a que nos desarrollemos científica y tecnológicamente, es una disputa"
Por Juan Cruz Guido
Agencia Paco Urondo: ¿Qué trascendencia y qué importancia piensa que se le dio a la ciencia y la tecnología a partir de la pandemia? En la Argentina, particularmente.
Mauricio Erben: Creo que a partir de la pandemia todo el sistema científico-tecnológico, asentado en las universidades, asentado en el CONICET, en el INTI, lo estoy pensando como parte de todo el entramado científico-tecnológico, tomó cartas en el asunto. Tomó la responsabilidad de ver qué se podía hacer. Primero fue como una comunidad que pensaba qué podemos aportar en esta situación. Acá en La Plata pusimos rápidamente a trabajar un equipo de diagnóstico molecular en coordinación con el Ministerio de Salud. Pusimos también rápidamente, y algo que para mí fue muy importante, una coordinación entre grupos de trabajo para la presentación de proyectos del Ministerio. De manera que para mí fue muy considerable la respuesta del sistema. Porque también me parece que la pandemia pone sobre la mesa la necesidad de focalizar políticas de ciencia y tecnología. No en este caso, donde la focalización es obvia: dar una respuesta a la pandemia. Pero por eso lo planteo. Las políticas de focalización no son fáciles de implementar porque siempre generan tensiones dentro del propio sistema, incluso porque hay que definir cuáles son las temáticas prioritarias. En este caso, la política de focalización fue obvia como digo. Era la respuesta a la pandemia y el sistema me parece que respondió de una manera muy rápida.
Eso también habla de que el sistema es robusto y no empieza a funcionar justo con la pandemia, sino que se debe a una historia, a una fortaleza que viene de antes. Y desde luego lo simbólico también. Es muy importante haber retomado la categoría de ministerio, el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
La degradación del Ministerio a Secretaría no fue solamente una cuestión económica de financiamiento que, por cierto, fue desfinanciado el sistema de ciencia y tecnología, pero había sobre la mesa la discusión del para qué, para qué hacíamos ciencia. Fue motivo de disputa de sentido. El hecho no solamente de las universidades del conurbano, sino también de investigadores, de trabajos, del trabajo del CONICET. Me parece que eso es central. Y haber recuperado el ministerio supera esos falsos dilemas. De todas maneras, sí sería interesante pensar si el modelo del macrismo, o del neoliberalismo para ponerlo de manera más en general, necesita o no un sistema de ciencia y tecnología. Me parece que el debate de fondo pasaría por ahí.
APU: La pandemia generó debates en torno a situaciones básicas como la autosuficiencia y producción de los países, la dependencia o no con respecto a terceros. No solamente en cuanto a los insumos médicos, sino también a la producción, por ejemplo, de alimentos, por ir a algo más básico, ¿cómo ve esta situación?
ME: Esto que mencionabas me parece que es central. Por eso nosotros siempre decimos que la ciencia y la tecnología son elementos centrales de soberanía. Lo que vos mencionas de los dilemas del desarrollo económico, se replican en el terreno científico-tecnológico también. La mirada ingenua de una economía de libre mercado en plena pandemia enfrentó sus propias contradicciones. Dónde estuvo el libre mercado con los insumos médicos en la pandemia, o inclusive ahora, con las vacunas.
Allí se ve entonces lo clave de la ciencia y tecnología como elementos constitutivos de soberanía, me parece que vuelve a ponerse en discusión de manera muy fuerte.
En ese sentido, la pandemia también obligó de alguna forma a que el Estado funcione de manera más articulada, y el sistema de ciencia y tecnología no fue la excepción. Me parecen muy auspiciosos los intercambios, la colaboración que existe entre distintos niveles del Estado en particular y por ahí obvio de nuevo con el Ministerio de Salud. En nuestro caso, con los test rápidos de diagnóstico, con los desarrollos de kits o de los propios PCR, fue con coordinación con el Ministerio de Salud, pero también fueron coordinados con el Ministerio de Producción.
El desarrollo del kit de diagnóstico serológico, es un caso todavía más emblemático, tiene un condimento extra, que es que estuvo involucrada la dirección de empresas recuperadas. Porque con Farmacoop se llega a esa interacción a través de la Dirección de Empresas Recuperadas del Ministerio Desarrollo Social. Está claro que cuando decimos que es importante el Estado o la presencia del Estado, es como director de políticas científicas. Importante y necesario. No es la ciencia, es la política científica de lo que estamos hablando. Es un Estado que no se termina para nada en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que necesariamente implica diálogos con otros ministerios. Porque en el fondo es definir qué es lo que se quiere. Entonces no es solo la definición de sectores del Estado, sino también tener una cercanía con la sociedad.
En este caso de la pandemia eso está dado de por sí. Pero políticas focalizadas implica otras temáticas. Por ejemplo, previo a la pandemia, con el Plan Argentina contra el hambre hubo una gran convocatoria al sistema científico tecnológico a aportar algunas soluciones. Qué podíamos desde el sistema científico tecnológico aportar. Y ahí de nuevo, esto necesariamente se integra con lo productivo que hemos mencionado.
APU: Con la pandemia en marzo, el Plan de Argentina contra el Hambre quedó un poco relegado, en cuanto a la centralidad que tenía, pero no deja de ser una iniciativa muy importante. ¿Cómo fue esa convocatoria al sistema científico?
ME: Como parte del plan hubo un trabajo conjunto entre los Ministerio de Desarrollo Social y de Ciencia y Tecnología. Las autoridades del Ministerio convocaron a una especie de encuesta de capacidades de las universidades del sistema para ver qué se está haciendo en esto y desde dónde podemos aportar. Y luego eso fue cristalizado en una convocatoria al desarrollo de proyectos, un llamado a la presentación de proyectos y subsidios.
Los proyectos necesitaban no solamente de una buena idea, digamos desde el punto de vista científico-tecnológico, sino también un demandante. Y el desarrollo del proyecto podían ser empresas de la economía popular, de la economía social, pero también algunas pequeñas empresas. Bueno, ese llamado cerró a fines del año pasado y está en etapa de evaluación, de manera que creo que prontamente vamos a tener noticias, ya están los fondos asignados. Es una línea de financiamiento que apunta a atender una de las necesidades que, como decís, la pandemia nos hace olvidar, pero es un punto urgente el hambre, atender a los niveles de pobreza, de nuevo, desde el sistema. Me parece que podemos hacer un aporte.
APU: El caso de Farmacoop y el desarrollo de los tests rápidos de anticuerpos, coincido que es emblemático en muchos aspectos. Allí se dio una alianza con empresas de capital nacional que invirtieron en las máquinas específicas para realizar el desarrollo y la producción. ¿Cómo ve las alianzas en general con la industria nacional?
ME: Sí, totalmente. Me parece bueno el debate de los modelos de desarrollo, desarrollistas, más industrialistas o no. Me parece, así como está el péndulo económico respecto del desarrollo industrial y los cuellos de botella de restricción externa, también hay teóricos que han trabajado el tema de la restricción tecnológica, de conocimiento, de la innovación. Falta, me parece, esa articulación entre la empresa nacional también y el sistema científico tecnológico.
En este caso, y hay algunos otros en danza, por lo menos de los que conozco en la universidad, se trata de una entramado novedoso, que es una política del CONICET, que son las empresas de base tecnológica. Acá tenemos las empresas de base tecnológica. Una empresa que en este caso financia un proyecto particular de esa empresa de base tecnológica, y hace la transferencia a la cooperativa a Farmacoop del producto.
Por insisto de nuevo, el Estado tiene que estar presente. No solamente definiendo la importancia temática, a dónde focalizamos, sino también poniendo reglas de juego claras. ¿Qué rol tienen las empresas en este caso de capitales nacionales en este juego? A mí me parece que es muy interesante pensar modelos de interacción. Porque el obtener finalmente un producto desde el laboratorio hasta un producto final, es una cadena que muchas veces la universidad o el sistema científico no está capacitado para ello.
APU: Por ejemplo, en la producción a escala…
ME: Totalmente, y no solo la capacidad de los fierros en sí, sino también de todo lo que está relacionado. Marketing, packaging…. Hay que pensar en toda la cadena de valor. Y por eso digo, me parece que está bueno el debate que nos debemos en este momento. ¿Cuál es el modelo de desarrollo industrial del país que vamos a buscar y cómo se inserta el sistema científico ahí? Me parece que, de nuevo, como decía al comienzo, la presencia del Estado poniendo algunas reglas claras es central.
APU: De todas maneras, es de destacar el nivel de desarrollo y de industria asociados con respecto a la ciencia y técnica. El hecho de que el componente de la vacuna de Oxford/AstraZeneca se haya producido aquí en la Argentina, es un ejemplo del alto valor agregado…
ME: Me parece que el debate todavía está abierto. La pandemia marca claramente que el desarrollo científico, tecnológico, industrial no es solamente pensarse cómo, si se puede hacer o no dentro del país… Hay y obedece a intereses superiores y a una “división del trabajo internacional”. Y ¿cuál es el rol que ocupa un país periférico como nosotros? Lo que quiero decir que es que el mundo no está esperando a que nos desarrollemos científica y tecnológicamente, es una disputa.