Carta Abierta de Francisco Paco Urondo
Por Victoria Palacios
Hay poemas de Paco Urondo que se prestan para ser leídos cuando recorremos un ajuste de cuentas con la experiencia. Entonces los pliegues de sus estructuras rebasan los significantes para dotarlos de un nuevo valor. El poema “Carta Abierta” en Del Otro Lado (1) se desliza en esa frontera entre lo público y lo privado, en la que podemos observar el entramado amoroso de una intimidad que al asumirse como revolucionaria se despoja de lo poético accesorio y que, en el poema se ve como una eliminación del adorno para hacer brillar a un sujeto resplandeciente, faro del amor y la poesía:
“...Por eso pienso que algo
está por ocurrir; algo que era nuestro ha muerto; algo que es
nuestro, va a morir; va a ocurrir: la nueva vida que recién
comienza va a ocurrir; el sentimiento
que no ha empezado, va a ocurrir, las ganas
están por ocurrir...”
El movimiento del poema entre la capitulación o recapitulación en términos conversacionales, o entre la oda y la elegía, como graznidos de la realidad y en esto abre una definición del género, hace crepitar lo que el sujeto poético plantea como “pública confesión”. Una teoría intensa de la intimidad y del amor, en la que se mueve nuestro Urondo, entendida como poesía y experiencia, la palabra “abierta” hace eco, rebota, se refleja con aquel verso que tanto ha dado de escribir como “estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra...”. Teoría de la acción que quiere compartir, porque seca y quieta corrompe. En contra de toda neurosis, alcanza una escritura herida de muerte, lejos, distante de toda tierra firme y segura: “Una reunión para despedazarnos en las orillas del amor”, y reformula esta carta como un ajuste de cuentas o memoria, un pasaje en el que destinatario entra irónicamente en el pasado, para abrir un nueva vida, un nuevo calor en el que la decisión es pura intensidad; despedida o invitación, dialéctica forzosa que define el horizonte de la vida por el acto de vivir:
Nuestra fidelidad, nuestra virginidad, no tienen
importancia comparadas con el tiempo perdido, el que juntos
hemos olvidado; el tiempo que nunca supimos ganar. Caricias infieles que nunca te alcanzaron, extraviándose para que mi mano fuera
precisamente infiel: como un perro
también lameré tu mano virgen; como un animal virgen, nunca
podré perdonarte el daño que me has hecho, que has dejado
hacer; aquello que nunca llegaste a conformar: una sombra
merodeando
cada fisura, buscando deslizarse y tomar vida y permanecer.
Como una coartada para evitar el “arte poética”, este poema junto a “Solicitada”, conforman un sortilegio para dar en el blanco de la poesía, aquello que la resuelve como un lugar de transición, en la espesura de la intimidad y la arrolladora experiencia del compromiso político.
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(1) Urondo, Francisco, “Del otro lado”. Obra poética. Cella, Susana (Pról.). Buenos Aires: Adriana Hidalgo, pp. 209-299.