Comuna Argentina: para una nueva imaginación democrática
Por Inés Busquets
Comuna Argentina es un espacio de reflexión, de acción y de encuentro conformado por intelectuales, investigadores, compañeros y compañeras de distintos espacios, organizaciones e instituciones. Movilizada por dos energías fundacionales: la resistencia a los años del macrismo y la recuperación de la tradición discursiva del grupo Carta Abierta, un espacio de militancia intelectual, no partidario, formado en el año 2008 y disuelto en el año 2019.
Comuna Argentina presentó su "Manifiesto Liminar", allí destaca los ejes fundantes basados en una democracia del pueblo, en una economía igualitaria, justicia social e integración latinoamericana.
Crisis, imaginación democrática, Patria Grande, libertad, latinoamericanismo, chispa y Comuna Argentina son los puntos trazados en este manifiesto que condensa la resistencia, la acción y la reflexión para “la reconstrucción del Estado y la nación sobre la base de un nuevo humanismo crítico.”
Dora Barrancos, Ricardo Forster, Horacio González, Raúl Zaffaroni, Germán Pérez, Mario Rapoport, Noe Jitrik, Federico Montero, son algunos de los firmantes entre 700 adhesiones a este manifiesto.
Una chispa. Un acontecimiento. Una revelación que logra aunar los pares opuestos o mejor dicho complementarios: el cuerpo y el alma, la teoría y la práctica, la doxa y la episteme, el mundo de las ideas y el sensible, la tesis y la antítesis. Esto podría plasmarse en Comuna Argentina en función del bien común y la búsqueda de la igualdad. Una propuesta formada por intelectuales, organizaciones sociales, militantes de distintas fuerzas populares, científicos y universitarios.
El filósofo Rocco Carbone en diálogo con APU profundizó sobre cada uno de los tópicos y reflexionó sobre la pandemia, el futuro y las formas lingüísticas de la esperanza.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo surge Comuna Argentina?
Rocco Carbone: Surge idealmente o teóricamente a fines del 2019 cuando todavía no estábamos en pandemia. En ese momento fue la expresión de un deseo y luego nos juntamos entre varios compañeros y compañeras de distintos espacios, lugares, instituciones y generaciones; todos nos reconocemos como integrantes del campo popular y nos dimos cuenta que había un deseo compartido, el de armar un nuevo espacio que nos pudiera contener a todos, que pudiera tener distintas formas culturales y que sintetice las distintas tradiciones intelectuales, políticas, militantes de cada uno de nosotros y nosotras. Luego ese deseo se empezó a volver realidad a principios de este año. La primera conversación que llevamos a cabo entre varios compañeros y compañeras que integramos el espacio Comuna Argentina, para una nueva imaginación democrática se realizó a principios de año y entonces empezamos a hacer varias reunioncitas en bares y cafés, cuando todavía se podía, para empezar a darle cuerpo a ese nuevo espacio, luego nos agarró la pandemia y esa idea que había tomado un poquito de forma se vio afectada y retrasada por la pandemia. Y durante un tiempo hasta que las plataformas sociales meets, zoom etc. empezaron a usarse y Comuna que había nacido a la vieja normalidad empezó a juntarse en la nueva normalidad pandémica. A partir de allí aparecieron dos ideas básicas: una primera fuerza vinculada con la resistencia anti macrista porque todos los componentes e integrantes de Comuna resistimos a las políticas neoliberales, mafiosas del gobierno de Cambiemos y resistimos en la calle cada uno en su espacio, institución, grupo político, organización pero integramos ese concepto de resistencia macrista y nos parecía que esa fuerza tenía que encontrar un momento de síntesis y la segunda energía, el segundo nervio que pretendía sintetizar Comuna y continuar era la gran experiencia intelectual, colectiva militante que se había organizado alrededor de Carta Abierta, un grupo que se había organizado en los gobiernos kirchneristas de la Biblioteca Nacional y que había tenido un largo e interesantísimo debate sobre la vida política, social y colectiva, intelectual nacional durante 2008 y 2019. Nos parecía un espacio cuya tradición discursiva, retórica, reflexiva había que volver a recuperar, acordamos desde Comuna que tenía que ser esa tradición concentrada en un nombre de memoria histórica y de lucha. Esas son las dos energías que hicieron surgir Comuna. También otra idea que forma parte de la confección y le dio un impulso es tratar de poner en diálogo un espacio militante intelectual como Comuna Argentina que recupere un nombre claro a las tradiciones de la izquierda nacionales e internacionales, de hecho el año que viene se cumplen 150 años de la Comuna de París, en 1871 en Francia fue un movimiento insurreccional que tenía un proyecto político popular socialista que dura 60 días, un período muy corto y luego la reacción lo tumbó, pero ese nombre Comuna formo parte de muchos debates argentinos y latinoamericanos, de hecho hubo una Comuna Boliviana que fundo Álvaro García Linera, que luego sirvió de base a la construcción del MAS, ese movimiento socialista de Álvaro García Linera y Evo Morales que gobernó Bolivia hasta el golpe de estado. En la Argentina hubo experiencias culturales como Los cuadernos de la Comuna que dirigió Horacio González en San Lorenzo, Santa Fe y en ese nombre Comuna Argentina, para la nueva imaginación democrática se refractan todas esas energías, tradiciones, lenguajes, las formas retóricas y epistemológicas del pensar o las formas filosóficas del pensar. Quizá otro elemento que dio pie a su surgimiento era el deseo de poner en diálogo un espacio intelectual como Comuna con organizaciones sociales y gremiales. En Comuna hay distintos compañeros y compañeras que no vienen saludablemente del ámbito académico, cultural, universitario y científico sino que se referencian por su historia y su militancia en los movimientos sociales del campo popular y de organizaciones gremiales porque la vida intelectual es una vida que está siempre relacionada con la movilización popular, cuando la movilización popular se achata, la vida intelectual se achata , entonces puesto que para Comuna Argentina la movilización popular es un nervio fundamental, tratamos de poner en diálogo el espacio con el movimientismo social organizado y también con algunas organizaciones gremiales, hay compañeras y compañeros que se referencia en CONADU, organización nacional gremial que sintetiza la enseñanza de los profesores y profesoras de las universidades, y también otros espacio gremiales.
APU: ¿Cuáles son los ejes fundamentales del "Manifiesto Liminar"?
R.C.: Comuna Argentina nace entre la implosión del macrismo que fue una experiencia política de despojo popular en contra de la cual resistimos y la emergencia de la pandemia. Cuando el macrismo terminó, un compañero que forma parte de Comuna Federico Montero dijo una frase al pasar, que la experiencia de la resistencia nos tenía que dejar algo, una mesa una herramienta, una organización que nos permitiera mantener activa la energía que habíamos desplegado entre el 15 y el 19, entonces la primera fuerza que activa Comuna ese eso. La segunda fuerza que activa Comuna es la experiencia riquísima intelectual de Carta Abierta. En cuanto al nombre es un nombre de las distintas tradiciones de izquierda. El "Manifiesto Liminar" para una imaginación democrática fue publicado en Página 12. El texto se puede sintetizar en dos puntos: primero que no hay democracia sin ciudadanía y segundo que no hay economía igualitaria sin un sistema de bienes comunes que permitan un camino hacia la igualdad y libertad. Esos dos puntos los sintetizó otro compañero que forma parte de Comuna que es German Pérez, politólogo.
El manifiesto salió el 7 de julio del 2020, allí hay varios puntos: el primero es la crisis, el segundo es la imaginación democrática, el tercero es el estado, el cuarto es la economía, el quinto la necesidad y la idea preciosa de Patria Grande, el sexto el tema de la libertad y otro sobre latinoamericanismo y luego un penúltimo eje que se llama chispa que también es una palabra que forma parte de las tradiciones de la izquierda reflexiva y limitante, hubo una revista que se llamaba Iskra, chispa en ruso, y el último punto Comuna Argentina el nombre.
Un manifiesto es un género que se vincula con las vanguardias estéticas, con los ismos, todas las vanguardias estéticas políticas, tanto argentinas como latinoamericanas, tenían manifiestos y recuperando también esa tradición quisimos titular el manifiesto como liminar, una palabra que está vinculada con el acervo cultural tradicional, es el manifiesto cordobés de 1918 que da pie a la reforma universitaria.
La crisis es el primer eje, estamos padeciendo los embates y la violencia de la pandemia, la crisis vinculada con la pandemia es un eje vertebrador porque estamos ante un momento de crisis de la historia del capitalismo, la mayor crisis de la historia del capitalismo donde se han desnudado las relaciones de producción y compromete las relaciones entre trabajo y capital. En esa crisis perduran aspectos financieros, energéticos, culturales, simbólicos, económicos y sus manifestaciones emergen en términos humanitarios porque la pandemia afecta sobre todo la vida, pero también en esa crisis perduran aspectos energéticos, culturales, económicos, sus manifestaciones se dan en términos humanitarios, ambientales pero también alimentarios entonces la pandemia constituye una crisis civilizatoria del capitalismo y en nuestro manifiesto decimos que el capitalismo, aunque busque disimularlo, es un sistema que está en decadencia, pero esa decadencia puede durar siglos. Luego en ese eje crítico que es la crisis hablábamos también de los derechos y de las libertades que los seres humanos hemos alcanzado, que son obras de las luchas políticas y sociales. Como Comuna creemos necesario abrir un espacio de discusión democrática sobre lo que podemos llamar los grandes dramas que atraviesa nuestro país, de ahí el nombre Comuna Argentina. La deuda, la precarización laboral, el futuro del trabajo y de los propios trabajadores y trabajadoras, los modos de producción , el consumo dominante, la necesidad de la articulación de un sistema de bienes comunes, de educación pública, ciencia, artes y luego también desigualdades de clase, raza, etnia, género, geográficas. Luego la cuestión de la imaginación democrática, de ahí el anclaje con el título, la democracia es una palabrita que forma parte de la política, tiene varios siglos y quiere decir muchas cosas, hoy en día cuando decimos democracia estamos diciendo la democracia liberal pero nosotros queríamos nombrar democracia en tanto gobierno del pueblo, cracia/cratos que es la fuerza, demos está vinculado con la idea de pueblo. Entonces la democracia puede ser entendida como un gobierno del pueblo, y necesitamos una nueva imaginación democrática que pensamos como teoría y movimiento. En esa palabrita se sostienen los valores de la democracia en tanto poder del pueblo. Y por eso decíamos que democracia y neoliberalismo o liberalismo en estado financiero son incompatibles. Porque los valores, las culturas, instituciones y prácticas democráticas son destruidas por la neoliberalización del mundo que convierte a todos los ámbitos de la vida en mercancía y recuperamos la imaginación democrática como gobierno del pueblo, como categoría negadora del capitalismo, porque capitalismo es desigualdad, desesperación, hambre, explotación, muerte, y todas estas cosas se pueden verificar saliendo a la calle, no solamente leyendo las grandes expresiones filosóficas de la cultura occidental . Cuando decimos imaginación democrática queremos instar a una democracia radical desde nuestro punto de vista que significa igualdad, libertad, felicidad, relaciones armónicas con la naturaleza, con la comunidad y también el quiebre definitivo de las explotaciones, por eso apelamos a esa categoría conceptual, a una profundización de la democracia, porque en la democracia radical el pueblo participa, administra, decide, encuentra una praxis correspondiente, en clases sociales convergentes, en un conjunto social abigarrado, en un elemento social activo de la emancipación y en la imaginación entra una democracia libertaria, plebeya, plurinacional. Argentina es un país plurinacional, republicano, feminista, anti patriarcal. El macrismo despojó el estado, atacó el propio estado que gobernaba y es una tarea democrática la reconstrucción de ese estado golpeado por los años macristas y por el neoliberalismo sobre la base de un nuevo organismo crítico. De hecho la alianza Cambiemos y su gobierno habían colonizado el Estado, lo habían instrumentalizado. Nosotros pensamos en un Estado con capacidad de intervención en el cuidado, de hecho una de las grandes discursividades presidenciales que rescatamos era: frente a la economía primero la vida, frente a la pandemia que ataca, primero la vida por sobre la economía y es un eje del manifiesto el Estado porque creemos en la necesidad impostergable e inevitable de un Estado con capacidad de intervención en el cuidado, la preservación de la vida de todos los hombres y mujeres y seres que lo componen y lo integran. Entonces pensamos en un Estado que pueda devenir plebeyo, donde se pueda sintetizar una energía vitalista y generar una justa ponderación de los bienes sociales, que nazca de la imaginación crítica, de la comprensión capitalista, de la vida, porque es necesario refundar una vida al margen del capitalismo sobre la base de nuevas formas de vida libre, igualitaria. La economía también es fundamental para nuestro manifiesto, ahí decíamos que frente al falso dilema, vida-economía planteado por los representantes del poder económico concentrado, por los representantes del pensamiento neoliberal surge la necesidad vital de transformar el modo de organización de la economía, porque de la organización de la economía depende el modo de organizar la riqueza siempre común que produce toda la sociedad y de la cual depende y ahí al hablar de economía tratamos de generar una crítica al capitalismo, entendido como una máquina de guerra que funciona sobre la base de la explotación de grandes mayorías minorizadas a través de la explotación de la clase trabajadora, de las clases populares y que concentra riqueza en pocas manos y que esa concentración de la riqueza que activa el capitalismo niega, sustrae tierras, bienes, conocimientos, vidas, cuerpos a las formas de la vida popular. Hablamos de una economía igualitaria, vitalista, una economía de la abundancia y no de la escasez a la que nos quiere condenar el capitalismo, a la miseria planificada donde más o menos a tres cuarta parte de la población del mundo está en condiciones de precariedad, de intemperie absolutas. Entonces necesitamos una nueva economía, no sabemos cómo llamarla economía social, solidaria humanista de bienes comunes y que ese nombre y esa nueva organización económica debe surgir de una gran conversación nacional, colectiva, latinoamericana, continental, regional. Una nueva economía que sea contraria a la economía política neoliberal. Otro eje fundamental es el de la Patria Grande, Argentina es un país en disputa, está ubicada en un continente latinoamericano. Una disputa entre una clase dominante, una elite que carece de un proyecto nacional para las grandes mayorías, pero que tiene una capacidad potente de interpelación comunicacional, que también tienen apoyo de los países centrales y luego del otro lado, un bloque social heterogéneo que se debe considerar como bloque político, cultural, democrático. Con la idea de Patria Grande lo que queríamos indicar es una necesidad de integración de Argentina al tejido social político, cultural, simbólico, tradicional de una América latina popular, entonces la inserción latinoamericana que todavía es una inserción fallida en el proceso de globalización degradó a las clases populares y alienó culturalmente y socialmente a otras clases que son las clases medias y la falta de compromiso con el destino nacional de la elite económica y social permeó también a los sectores medios que están subordinados ideológicamente y si algo nos mostró el neoliberalismo argentino es que es incapaz de dar políticamente lo que ofrece como discurso y frente a esta escena la nueva imaginación democrática debe concentrar su energía para elaborar una situación inaugural, el proyecto emancipatorio de la Patria Grande.
El otro eje es el de la libertad, si la Argentina es un país en disputa entre una clase dominante que carece de un proyecto nacional para las grandes mayorías argentinas y un bloque social heterogéneo, en este sentido América latina es un continente en disputa, también está en disputa el concepto de libertad. Una porción de la sociedad argentina que cayó en la grieta que defiende una libertad que se pone en paralelo y en diálogo con la libertad de mercado, las libertades individuales con las propias y hay otro concepto de libertad que se pone en esa disputa que es las libertades colectivas. Nosotros en Comuna queremos hablar de la libertad colectiva, de la libertad comunitaria, esa libertad que limita por libre decisión una parte de su movimiento para resguardar la libertad esencial de vida completa de un vasto conjunto de humanos que vive en este país, entonces el eje libertad era una crítica nada solapada sino abierta a la forma más descarnadas del individualismo neoliberal que en Argentina levanta el movimiento terraplanista. Otro eje ese el latinoamericanismo, capaz de congregar, de recuperar las expresiones culturales, estéticas, filosóficas, económicas, científicas, tecnológicas de lo que José Martí llamaba Nuestra América, como su libro homónimo. Y en ese nuevo latinoamericanismo podemos recuperar nuestras grandes tradiciones políticas por un lado y de luchas populares. Cuando hablamos de luchas populares pensábamos en las lucha indígenas, democráticas, liberales, socialistas, nacionales, populares, luchas feministas, ambientalistas y también las luchas de un sindicalismo de base y democrático. Que sirva para la reivindicación de los últimos gobiernos populares latinoamericanos que había generado una serie de expectativas, de entusiasmo, de transformaciones fundamentales y todas esas experiencias latinoamericanas populares sirvan como lucha de resistencia en contra del neoliberalismo y todas esas experiencias del últimos gobiernos populares latinoamericanos constituyan un horizonte de nuestras luchas presentes y futuras, entonces la imaginación democrática con la categoría de latinoamericanismo pueda activarse en cada latitud del continente latinoamericano y que se establezcan alianzas estratégicas en contra de la reacción conservadora, en contra del capitalismo en su etapa financiera, en contra del neoliberalismo y en favor de una democracia más extensa hermanadas por un espíritu, por un nervio igualitario.
En cuanto a la chispa lo usamos como un sinónimo de revolución porque las revoluciones que se activaron a nivel mundial y a nivel latinoamericano pertenecen a la historia, pero las ideas de chispas y de revoluciones pertenecen también al presente y al presente sobre todo de lucha de los pueblos y que en esa palabrita chispa, sinónimo de revolución, nos reconozcamos herederos de los grandes movimientos populares vertebrados alrededor de la idea de igualdad, libertad, fraternidad, solidaridad, emancipación, liberación, justicia social, que nos constituyen en tanto sujetos políticos. El ultimo eje es el propio nombre Comuna Argentina que lo pensamos como una suerte de religamiento entre la sociedad civil y el estado. Una ligazón que remita a una construcción de conocimientos teóricos, conocimientos prácticos, experiencias comunes de invención, de afecto, de acción social y alrededor de ese nombre se constituya un espacio de reflexión, de organización del actor social popular contrario a la dominación del orden neoliberal. En nuestro manifiesto tratamos de imaginar un nuevo orden social alternativo al dominante, al imperante y al neoliberalismo en su etapa financiera.
APU: ¿Quiénes conforman Comuna Argentina? ¿Está abierta la convocatoria para sumarse?
R.C.: Comuna Argentina está conformada por distintos compañeros y compañeras que vienen del campo nacional y popular, de distintos tradiciones, políticas, ideológicas, militantes, la mayoría son trabajadores y trabajadoras del sector de la cultura, de la universidad, de la ciencia, del movimiento obrero organizado, siempre es difícil poner nombre y apellidos, hay varios de distintas generaciones y de distintos lugares del país. Comuna tiene un inclinación o deseo federal no quiere ser una experiencia militante porteña, ni bonaerense sino que tiene una pretensión o un deseo del federalismo porque para pensar una país complejo, multicultural, plurinacional como la Argentina hay que recoger y juntar distintas voces que puedan generar un análisis desde distintas geografías nacionales. Sin miramos el manifiesto liminal fue firmado por 700 personas que son una expresión de la complejidad y de las bases de Comuna. Se podría mencionar a Alexia Massholder, Mariana Szretter, Dolores Marcos, Horacio González, Silvana Carozzi, Pelusa Lucchini, Marcelo Rodríguez, Rafael Paz, Ricardo Forster, Dora Barrancos, Diego Conno, Osvaldo Uchitel, Fortunato Mallimaci, Federico Montero, somos varias y varios, uno siempre olvida algunas, pero son ejemplos.
La convocatoria está abierta siempre para que las compañeros y compañeras se sumen, de hecho comuna se junta regularmente un grupito estable todos los miércoles y luego una vez por mes en general hacemos una reunión grande abierta, plural donde en general debatimos borradores de documentos que luego pasan por ese debate amplio y se forman en escrituras, más o menos cerradas, definitivas, digo más o menos porque un documento nunca se cierra definitivamente, son documentos de coyuntura, pero que historizan los fenómenos que abordan y en la coyuntura siempre se manifiestan las contradicciones primarias y las contradicciones secundarias de los fenómenos que Comuna lee.
APU: ¿Cómo ves a la Argentina frente a este contexto de pandemia?
R.C.: Creo que en el contexto latinoamericano Argentina y México son dos países que sintetizan una posible y real emancipación. El contexto latinoamericano de los últimos años fue un contexto positivo y dramático al mismo tiempo. Lo positivo porque a partir de 1994 al 1998 desde la emergencia del fenómeno zapatista en México y desde la aparición de Chávez en Venezuela cuando en América Latina empezaron experiencias progresistas reformistas, algunas revolucionarias y todos los gobiernos que estaban aunados de alguna manera por un mismo hilo rojo, el hilo de la democratización de derechos para sectores de la población que no tenían derechos o ciertos derechos y sectores amplio de la población latinoamericana, esos derechos los tenían negados o estaban excluidos de ciertos derechos, esos gobiernos recuperaron y activaron grandes mayorías nacionales y latinoamericanas, también activaron una esperanza mayor, un deseo y una práctica de integración que se llamó Patria Grande, y ahí lo vimos a Chávez en Venezuela, a Lugo en Paraguay, al PT en Brasil, al kirchnerismo en la Argentina, al Frente Grande en Uruguay, la revolución ciudadana en Ecuador, la experiencia del MAS en Bolivia. Todas esas experiencias que se activaron a fines del siglo XX, comienzos del XXI, a lo largo del siglo XX fueron peleadas con distintos golpes blandos, mal llamados blandos porque en todos esos golpes aparecieron fuerzas policiales, fuerzas armadas. El primer golpe se dio en Haití, el segundo en Honduras, el tercero en Paraguay, el cuarto en Brasil, el quinto en Bolivia y luego hubo varias tentativas de golpe de estado, de tecnologías destituyentes, incluso en la Argentina con motivo de la 125, con la muerte de Nisman. Todas esas experiencias progresistas y revolucionarias fueron golpeadas por golpes suaves, blandos, tecnologías destituyentes y todos esos golpes implican lo mismo: la vuelta de la derecha neoliberal y en algunos casos mafiosas al poder.
A Argentina la veo junto con México, más Argentina en realidad como un foco posible de emancipación entonces hoy en día el gobierno del Frente de Todos y el gobierno de México son una suerte de reserva moral, para México y para Argentina, pero también para Latinoamérica porque la gran responsabilidad del Frente de Todos es indudablemente defender su propio gobierno, pero la defensa del propio gobierno implica la defensa de un país, la defensa de la democracia, la defensa de la vida popular y la defensa de 40 millones de habitantes. En este contexto la Argentina la veo bien porque el gobierno del Frente de Todos logró sintetizar políticamente la resistencia a los años de destrucción, a los años de ataque sistemático al campo popular, a la vida trabajadora que implementó el macrismo, me parece que en este sentido hay que reconocerle al gobierno del frente haber logrado sintetizar una energía resistente que estaba ubicada en el campo popular, al mismo tiempo a este gobierno lo veo bajo un ataque permanente de una derecha golpista, destituyentes, poco o nada democrática por más que recuperen categorías como república, yo creo que en la Argentina hay un clima golpista, Comuna cree que en la Argentina hay un clima golpista que se manifiesta en la discursividades de cuadros políticos, comunicacionales, económicos, parlamentarios, representantes de la oposición con cargos en el estado y sin cargos y también por un movimiento terraplanista, un movimiento que levantando los colores patrios celeste y blancos de la bandera se manifiesta en distintos puntos del país, haciendo flamear la bandera nacional, no siempre tiene un libreto nítido claro de reivindicaciones sino que muestran su odio al gobierno nacional y también expresan una serie de negaciones. La quema de los barbijos es una negación de los barbijos, pero metonímicamente implica una negación de las políticas de gobierno, niegan el cuidado de la vida, niegan las libertades colectivas, niegan la existencia de una vida en común en un contexto complicado en términos sociales, económicos, políticos, culturales. Así veo la Argentina, pero al mismo tiempo si una dice la Argentina y está diciendo el gobierno lo veo en un estado de cierta fragilidad con una batería de medidas justas interesantes relevantes, pero esas medidas una vez que son explicitadas una vez que se ponen en movimiento muchas veces son declinadas luego por el propio gobierno y hay un elemento de fragilidad; pienso en el caso Vicentin, que fue anunciado con algo justo de intervención y eventualmente expropiación y a través de la resistencias de sectores concentrados se tuvo que retirar esa iniciativa. Otro ejemplo es el impuesto a las grandes fortunas que hasta ahora no pudo prosperar y si la pregunta fuera como ves la Argentina en este tiempo de pandemia y pusieras la palabra Argentina en foco sobre el gobierno diría que los embates de la derecha movilizada política, el gobierno responde con gestión, y si bien es una respuesta razonable para responder a los agravios y a los embates de la derecha, en el congreso me parece que la gestión se muestra como una respuesta relativamente frágil te diría, en ese sentido me parece que lo que habría que hacer que frente al clima o al movimiento de desestabilización además de la gestión, lo que habría que hacer es fortalecer una alianza entre el estado, los movimientos sociales, las organizaciones gremiales populares clasistas, territoriales y tal vez sea preciso soldar ese vínculo entre el estado y el gran movimientismo social argentino en defensa de este país, con el objetivo de sostener la vida popular y el gobierno, no solo el presidente tal vez debería elaborar un discurso de crisis, un nuevo pacto discursivo capaz de explicar de alguna manera con precisión el momento en el que estamos ubicados para evocar grandes apoyos mayoritarios. Un discurso que pueda poner la lupa sobre esa crisis que fue negada al pueblo argentino por la era macrista, me parece que es la mayor astucia del gobierno cambiemista. Creo que habría que soldar ese vínculo para que se pueda situar una chispa para la reactivación necesaria de la vida popular que en este momento está un tantito achatada.
APU: El factor incertidumbre nos atraviesa en general, ¿Cuáles son los factores determinantes como sociedad que tendríamos que repensar?
R.C.: El contexto de la pandemia en la Argentina y en el mundo es el contexto de la mayor crisis de la historia del capitalismo, uno podría hacer un chiste: “el capitalismo tiene los siglos contados”, hay que ver esa decadencia y esa crisis cuánto dura. Esa crisis que tienen los siglos contados del capitalismo ha puesto al desnudo muchas cosas: las relaciones de producción, las relaciones entre el trabajos y el capital, ha puesto la vida debajo de la picota, y en esa crisis determinante sistémica se sintetizan muchos aspectos financieros, energéticos económicos, culturales, laborales y las manifestaciones de esta crisis se dan en términos humanitarios, pero tal vez ambientales, alimentarios, laborales. Se trata de una crisis estrictamente política, haciendo referencia a las cuestiones más sensibles. La pandemia pone en juego la condición humana todos los días. Y pone en juego la tierra, el mundo, ese gran espacio que habitamos, que habita la humanidad, que permite producción y la reproducción del sentir de la vida y la preocupación por la preservación de la vida, del mundo común, tal vez sean los grandes temas que en este momento recorra la historia de la humanidad desde sus comienzos. El capitalismo en su etapa financiera es una máquina de guerra que explota a la clase trabajadora, a grandes mayorías minorizadas en tiempo de poder, el capitalismo que concentra la riqueza en pocas manos, ocupa tierras, los verdaderos ocupas de la tierra son los capitalistas, no los movimientos sociales o alguna persona suelta, algunas familias ocupando Guernica que además es el descarte del mercado en cuanto al debate sobre la tierra, ocupan un pedacito de tierra para hacer propio el derecho a la vida, a la resistencia, a tener un pedacito de mundo donde articular el derecho de una existencia. El capitalismo es esta máquina que explota, que concentra riquezas, que ocupa tierras, que niega a grandes mayorías minorizadas, Benetton, Macri, son los verdaderos ocupantes de la tierra, se apropia de bienes, conocimientos, vidas, cuerpos. Como sociedad deberíamos ser capaces de apelar a un sistema mundial, económico, social y político capaz de negar el capitalismo que padecemos, no hay menos capitalismo, no hay capitalismo bueno, deberíamos imaginar otro sistema de convivencia, otras reglas de convivencia. Eso no quiere decir que al capitalismo malo en su etapa financiera deberíamos mecánicamente oponer otra cosa que sea el socialismo, pero deberíamos pensar otra cosa para cuidar efectivamente la propia condición humana, ser capaces como país de imaginar una economía igualitaria, de bienes sociales, de bienes comunes, porque los bienes sociales comunes son indispensables para crear la vida humana, deberíamos ser capaces de articular una economía contraria a la economía política neoliberal que si vende algo son ilusiones, fantasmas, espectros, miraggi, espejismos, que son las ilusiones de armonía entre agentes económicos, deberíamos imaginar una economía contraria a la sociedad como sociedad comerciante, dice Comuna en su manifiesto, contraria a la sociedad como especuladora de los ceos, ser capaces de imaginar una economía que pueda concebir todo a la salud, a la educación, al trabajo, al hábitat, al derecho a un pedazo de tierra, a los bienes culturales, a la alimentación digna, al cuidado de la naturaleza, una economía que pueda considerar todo eso y mucho más como derechos humanos fundamentales.
APU: Estamos ante una situación que parece de ficción: ¿Cómo crees que influye este detenimiento repentino en el ser humano, en cuanto a sus vínculos, sus actividades…?
R.C.: Cuando decís ficción podemos recuperar algunos textos de ficción que hablan de las pestes, la historia de la humanidad está atravesada de pestes y a lo largo de la humanidad la literatura o la imaginación literaria se ocuparon de considerar la peste y también esos textos literarios se ocuparon de imaginar formas de superación de esa pestes o males que por momentos habían puesto bajo asedio a tal o cual país. Siempre me acuerdo de Tucídides, de la guerra del Peloponeso que habla de la peste en una de las ciudades emblemáticas del pensamiento occidental que es Atenas, esa peste había matado a Pericles, ese hecho luego de Tucídides basado en Lucrecio aparece en el libro sexto De rerum natura; luego los Anales de Tácito habla de una epidemia que en el 66 d.C asola la ciudad de Roma, más acá tenemos una novela de Daniel Defoe, Diario del año de la peste, que habla de Londres que fue atacada por una plaga en 1665;Poe escribió un cuento “La máscara de la muerte roja” ahí hay un emblema de la sangre que habla de la peste, Jack London creó una distopía que está situada en el año 2073; está la peste del Amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez y un texto más cercano a mi cultura de origen: I promessi spose (Los Novios) de Alessandro Manzoni, un libro muy grande que cuenta una historia de amor de Renzo y Lucía y describe la peste milanesa en Lombardía, en la región más próspera de Italia, también próspera en 1600, esa misma Lombardía que fue una síntesis del capitalismo italiano que fue azotada por la pandemia ahora. Ahí se habla de una peste que asola a la humanidad, pero también Manzoni es capaz de situar una leve esperanza en dos palabrista que son: cielo y lluvia porque en algún momento sobre el fin de la novela Lombardía es lavada por una lluvia tempestuosa que lava los pecados de la humanidad y la humanidad vuelve a emerger renovada, vuelve a de sumergirse de la peste. Y en este momento de ficción, distópico que tiene características futuristas, la vida se ha detenido tal como la conocíamos y eso ha modificado los vínculos, las actividades, las formas del trabajo, las formas de amar, como dice Bifo ya no podemos besar a nadie, ni en la mejilla que es una costumbre Argentina, ni podemos percibir el sabor de la lengua de la boca de alguien. Esa metáfora de Bifo me pareció un poco kitsch, pero también es extremadamente carnal que nos indica todo lo que perdimos y me parece que ese detenimiento repentino ha puesto en crisis los gestos más minúsculos, los gestos más afectuosos, los gestos más humanos que nos ratificaban en nuestra humanidad todos los días. La vida que ha sido puesta debajo de la picota, totalmente transformada. Rodríguez Larreta en capital tuvo el mal genio de volver a abrir bares, restaurantes eso desde un punto de vista económico se comprende entre comillas, desde un punto de vista vital del cuidado de la vida es imperdonable. Hasta hace poco en capital había formas de la tristeza, como ver bares emblemáticos de la calle Corrientes con mesas amuchadas y con algún mozo que seguía trabajando entregando café a pedido y aburridos en la sala principal del bar, esa era una forma de la tristeza porque un bar es un lugar de convivencia, de actividad colectiva, de encuentros, de debate político, de lecturas de diario, de donde uno mira un partido o descansa mirando los pasantes; todo eso se ha interrumpido y esa figura del bar se ha vuelto una escena dramática, triste, como las universidades vacías de sentido, las universidades ahora han pasado a funcionar en zooms, en estas plataformas virtuales que han condensado y minimizado muchísimo el sentido de la vida y me parece que este detenimiento repentino del ser humano afectó muchos vínculos y vaya a saber uno cuanta cosas más.
APU: Hacer un diagnóstico en el medio de la crisis es difícil, pero ¿pensaron algunas acciones o cómo va a ser la metodología de trabajo de Comuna?
R.C.: La metodología de trabajo de Comuna es juntarse todas las semanas y una vez por mes un encuentro ampliado, ahora estamos pensando para el 10 de octubre un acto preparatorio de cara al 17 de octubre, una fecha importante para el campo popular y para la clase trabajadora y estamos pensando un encuentro grande para conversar sobre el momento político, sobre la derecha, el gobierno, la ubicación de Argentina en América Latina y el mundo. La metodología es esta juntarse y reflexionar sobre el momento, el momento es una suerte de Aleph desde donde poder mirar la vida, la ciudad, las plazas, las calles, el país, el continente, el mundo. Esa es la metodología que nos hemos dado, improvisando. Creo que nadie, ni las mejores filosofías del siglo XX y XXI nos ofrecen herramientas para pensar lo que la humanidad está atravesando y entonces creo que lo que corresponde es tratar de cuidar el sentido más profundo de la vida, la sacralidad de la vida. Improvisando sin tratar de errar.
APU: Ante estas situaciones ponemos en discusión la idea de futuro desde dos miradas: el pánico que no nos deja ver más allá y la esperanza. En el hermoso Diario de la peste de la Biblioteca Nacional mencionás las medidas de respeto colectivo y las medidas lingüísticas de la esperanza: ¿Cuáles serían estas medidas?
R.C.: En un principio podría decir que frente a las cosas del mundo siempre se puede reaccionar quizá un poco binariamente con pánico o con esperanza. Cuando vemos un desconocido podemos reaccionar con temor, con pánico tratando de alejarnos o podemos reaccionar de manera más humanista apelando a la esperanza efectivamente. Las formas lingüísticas de la esperanza son difíciles de precisar, las cosas que se pueden precisar poco son frágiles y en esa misma fragilidad se ubica cierta belleza, cierto atractivo y también cierta forma de la potencia. La forma lingüística de la esperanza yo creo que debe seguir los senderos del análisis crítico, comprometido con el propio sentido de la humanidad y de las cosas. Los senderos de la esperanza deberían seguir la difusión de una información responsable. Hay una derecha que niega lo que pasa, que niega las medidas sanitarias, que agarra un barbijo y que lo quema, cuando se está quemando un barbijo no se está quemando un pedazo de tela se está quemando un símbolo, se está negando un bicho, se está negando que es altamente infeccioso, que es capaz de destruir la vida de uno y de los otros. Se está quemando la justa política sanitaria del gobierno que ahora también fueron aflojadas y luego la forma lingüística de la esperanza debería seguir los senderos de la solidaridad, de las formas solidarias que son las grandes formas negadoras del capitalismo que lleva en su centro nuclear, en su carozo las formas más descarnadas del individualismo y si entonces en la forma lingüística de la esperanza está la solidaridad a partir de esa palabrita deberíamos ser capaces de construir y de deconstruir las formas más aberrantes del capitalismo, porque la solidaridad es un valor contrario al capitalismo, nos ubica conscientemente a la vida común, no a la vida de las libertades individuales que son las libertades de mercado, sino que nos ubica con cierto grado de conciencia frente a la vida común, a la vida que se apoya en bienes sociales, en bienes públicos, en bienes colectivos y puesto que somos seres hablantes la lengua que hace propia la pandemia debería servir tal vez para una evaluación colectiva del estado de nuestra humanidad y debería fortalecer los senderos colaborativos, solidarios del vivir en común, a eso me refiero con las formas lingüísticas de la esperanza.