“El cine en tiempos de desarraigo”: retrospectiva de Jeanine Meerapfel
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Jeanine Meerapfel, cineasta argentino-germana. Vive en Alemania y es presidenta de la Academia de las Artes de Berlín. En el marco de la retrospectiva “El cine en tiempos de desarraigo” que comenzó el 8 de agosto y se extiende hasta el 13 de noviembre se podrán ver en Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay cuatro películas suyas en la plataforma de streaming del Goethe-Institut:
Desembarcos, Alemania/Argentina Blanco y negro, 1986-1989.
La amiga, Alemania/Argentina, 1988.
Amigomío, Alemania/Argentina, 1995.
El amigo alemán, Alemania/Argentina, 2012.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué expectativas tiene con esta difusión en la cual llega a otros públicos y generaciones?
Jeanine Meerapfel: Justamente esa es la idea, llegar a otros públicos y a jóvenes generaciones. Por supuesto que la experiencia comunitaria de estar en un cine juntos viendo una película es totalmente distinta. Siempre sentí que el cine es como una gran panza, en la que los sentimientos de todos se mezclan, se comparten entre los espectadores. Por el contrario, esto de ver cine en plataformas tiene algo de soledad, pero a la vez, es una oportunidad inmensa de poder ver estas películas en cuatro países, de compartir con espectadoras latinoamericanas estas imágenes, estas historias.
APU: ¿Cómo fueron sus inicios y su formación como cineasta y productora?
J.M.: Estudié cine en la Escuela de Diseño de Ulm, heredera del Bauhaus, que en esa época tenía como director a Tomás Maldonado. Así es como me entero de que existía esta Escuela avant-garde, en la que Alexander Kluge había iniciado cursos de cine. Tardé tiempo en formarme, en comprender qué es lo que quería contar, y cómo lo quería contar, fui desde el periodismo a la docencia, al estudio de guion (en su época en Buenos Aires con Simon Feldman) Y en 1980 hago mi primer largometraje, Malou, que se estrena en Cannes, y recibe el Premio de la Crítica. Un comienzo auspicioso. Pero igual, hacer cine es duro y requiere muchísimo aguante, escribir el guion, encontrar buenas historias, buscar el dinero en fin. Sigue siendo difícil hasta hoy.
APU: Las películas tienen como eje la historia, los antepasados, la memoria, el exilio, dictaduras que atraviesan y cambian la vida de los personajes. ¿Qué es lo que la moviliza a tratar estos temas?
J.M.: Pienso que son temas que atañen a cualquier persona, que son universales. Recordar es una manera de ser Humano, de estar cerca de los demás, de compartir historia. Creo que por eso también mis películas llegan al corazón de la gente, porque hablan de temas y preguntas que todos conocen: ¿quién soy, de dónde vengo, adónde voy?
APU: Sobre la película Desembarcos, una crónica filmada en un taller de cine en Argentina, ¿cómo fue esa experiencia y cuál fue su propósito?
J.M.: Me había invitado el Instituto Goethe a hacer un taller de cine con unos jóvenes: escribieron guiones para cortos sobre la memoria. Argentina venía de una brutal dictadura, de tremendos desgarros. Esos eran los temas de los jóvenes. Haciendo el taller me di cuenta de lo importante que era lo que estaban haciendo, y a la vez se dieron las grandes manifestaciones de las Madres de Plaza de Mayo en las calles de Buenos Aires, por lo cual la decisión fue clara: hay que filmar. Con Víctor González, que era parte del taller, empezamos a filmar en 16 mm., y ese material lo trabajamos más tarde con Alcides Chiesa, cineasta argentino, que también formaba parte del taller como sonidista. El propósito es el de siempre, contar la historia para que no se pierda, testimoniar.
APU: En varias partes de la película aparecen grabaciones inéditas documentadas de las movilizaciones de las Madres de Plaza de Mayo. Por un lado, ¿qué tan importante es la documentación para la historia y el cine? Y por otro, ¿qué cambios hay sobre las inquietudes que se plantea en Desembarcos con respecto a los Derechos Humanos ?
J.M.: La importancia de la documentación es enorme; lo sabemos bien ahora, cuando las fake news (falsas noticias), tratan de influenciar la actitud política de la gente. Como cineasta tenés el deber de archivar, de contar, de dar testimonio de lo que está pasando en nuestro mundo.
APU: Después de 33 años de la película La amiga y luego de ser posicionada en el mundo por lo que representa en la historia Argentina. ¿Qué reflexión puede hacer hoy?
J.M.: Esa película sigue siendo vigente. No solo por los grandes actores (Liv Ullmann, Cipe Lincovsky, Federico Luppi) que actúan en ella, sino porque por un lado la lucha por los Derechos Humanos sigue vigente, tanto en la Argentina como en el resto del mundo, como lo estamos viendo en las guerras actuales. Por el otro se trata aquí de una gran amistad entre dos mujeres muy distintas, que representan dos actitudes hacia la política, pero que a pesar de eso, pueden seguir siendo amigas. Creo que ese es un mensaje muy válido.
APU: En el Festival Internacional de Cine en Mar del Plata se estrenó su última película Una mujer. ¿De qué trata y qué la llevó a hacerla?
J.M.: Fue muy hermoso el estreno en Mar del Plata, los espectadores reaccionaron con muchísima emoción y cariño. Por suerte en noviembre 2022 la estrenaremos en Buenos Aires.
Esta es la historia de Marie-Louise Chatelaine, desde la infancia hasta el matrimonio y la emigración: una saga del siglo XX que nos lleva de Borgoña a Alsacia, de Alsacia a Alemania, Holanda y finalmente a la Argentina.
¿Qué significa para una mujer perder a sus padres y formar su propia familia, para acabar sola? ¿Qué significa pasar de un país a otro, de una lengua a otra? Una mujer es un ensayo cinematográfico sobre la identidad. Una búsqueda en las heridas del exilio y una reflexión sobre la función de la memoria. Un retrato inquietante e íntimo de la propia madre de la directora. Es la historia de una artista de la imitación, que intenta adaptarse a los desafíos de la vida real como mujer.
La decisión de hacer esta película se remonta a mis anteriores intentos de reflexionar sobre la emigración. El hogar de mis padres, abuelos y bisabuelos forma parte de mi identidad. La patria heredada, en cierto modo. Un sentimiento innato que siempre quise describir en imágenes.
Como en mis anteriores documentales (Melek se va, Desembarcos o En el país de mis padres), lo radicalmente personal y emocional debe ir acompañado de una clara actitud política. En última instancia, también se trata de la pregunta socialmente no contestada: ¿Qué significa para una persona sentirse extranjero? Extranjero en un país, en la vida, en el lenguaje, algo que es doblemente difícil para una mujer, cuya suerte inesperada terminó cuando su marido la abandonó.