Fernando Araldi Oesterheld: "Uno puede tirar una línea y dejar que hable un poco el silencio"
Por Boris Katunaric
Agencia Paco Urondo: Por empezar tu apellido te delata, sin embargo debe haber algún otro motivo por el que te interese la escritura, en este caso, de poesía.
Fernando Araldi Oesterheld: Seguramente hay una línea familiar porque mi vieja escribía, sobre todo poesía. Es para diferenciarme… para diferenciarme a mí de lo que hacía mi abuelo (risas). Me viene más por el lado de mi vieja, sin dejar de reconocer la obra de mi abuelo y esa veta por la escritura, no te diría una pasión, así tan románticamente, sino como algo que me gustó desde siempre. Lo empecé a hacer no hace tanto, unos cinco años. Me puse a escribir con la idea de un camino de vida, una carrera.
APU: Lo que me sorprende de tu libro, que no veo en autores actuales, es cierta técnica, que para mí formalmente tiene algo de novedoso, eso de dejar mucho espacio entre los versos, que van desde cinco hasta una página en blanco. ¿Cómo te nace trabajar de ese modo?
FAO: Creo que es así porque empecé a escribir poesía y no narrativa. Me siento más cómodo en ese esquema de escritura donde uno puede tirar una línea y dejar que hable un poco el silencio y esa línea puede que tenga que ver con la que continúe o no, directamente. Es algo que siempre pensé a la hora de escribir, me cuesta mucho tener una línea narrativa, tener una línea de sentido, me costaría horrores escribir narrativa. Además cuando escribo siento que lo hago más intuitivamente que racionalmente, en ese modo de intuición es donde uno va pensando frases o sentidos de frases. Después está el trabajo de saber ensamblarlas, es una poesía muy sugestiva o atmosférica.
APU: Incluso en atmósferas que son muy incómodas para el lector, en el buen sentido, porque hay pasajes muy desgarrados, desarrollás conceptos como el himen, la placenta, que son imágenes fuertes.
FAO: Este primer libro refleja mucho un interior más que cualquier otra cosa, tiene que ver con mi historia familiar la cual casi no quería tocar en principio, no quería hacer un libro sobre eso pero en seguida se ve. Todo el libro pasa por las ausencias pero cuando lo pensé al final, cuando había progresado bastante con la escritura del libro, quise buscar ese lugar de auténtica comodidad que es el útero materno, de ahí viene ese “palabrerío”.
APU: Sos discípulo de un gran poeta argentino, Arturo Carrera, que además hizo el prólogo del libro ¿Cómo lo conociste y cómo influye en tu trabajo?
FAO: Es de los pocos poetas fundamentales argentinos, uno ve que ha pasado por tantas estéticas diferentes y siempre con mucha calidad. Traté de acercarme para hacer un taller con él y justo dio la casualidad que, hablando, él había conocido a mi familia, a mi abuelo, a mi madre, entonces entablamos una amistad que continúa hasta el día de hoy. Es un maestro en el sentido de que, este libro y unos más que estoy terminando, tiene que ver (y no) con algunos libros de él que, cuando los leí, me dispararon hacia un tipo de escritura que, si no los hubiese leído, estaría en otra estética totalmente diferente, me abrió un sentido poético para mi propio laburo que hasta el día de hoy agradezco.
APU: Mencionás que tenés trabajos posteriores a este libro ¿En qué estado están?
FAO: Tengo un libro más ya terminado que estaría como para empezar a mostrar y, si todo sale bien, publicarlo y un tercero que está más o menos igual. He continuado escribiendo, creo que he pasado ese periodo de angustia y vacío que deja el primer libro, ese momento en que crees que te quedás sin algo para decir y, en realidad, no es tan así, no es tan dramático. Si te ponés a trabajar la cosa sale, es más laburo que otra cosa.
APU: Laburás mucho, todos los días.
FAO: Si, por suerte, desde hace unos cuatro o cinco años que no paro, no es que tenga todo el tiempo del mundo sino que trabajo de noche, con el canto de ese pájaro, creo que son los zorzales, que arrancan a las tres de la mañana y le dan como hasta la siete.
APU: Es una linda imagen.
FAO: Sí, para mí el sonido de ese pájaro es el sonido del silencio porque no se escucha más nada.
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