Gabriela Wiener: “La idea era que el libro no sea solo descolonizador en su contenido sino también en su forma”
APU dialogó con Gabriela Wiener, escritora y periodista peruana que actualmente vive en España. La autora acaba de publicar su nueva novela Huaco retrato en Penguin Random House (2021).
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué significa y por qué “huaco retrato”?
Gabriela Wiener: Huaco es una escultura de cerámica precolombina, referida a las huacas de los templos religiosos, de ahí fueron extraídas, desenterradas. Por eso a quienes saquean los huacos se le llaman huaqueros en Perú y en algunas zonas andinas. Un huaco retrato es muy particular, representa el rostro andino realista.
La novela era un proyecto bastante antiguo que quería trabajar el tema de la identidad básicamente, había pensado hacer una investigación de no ficción, porque se trata de un antepasado mío, de una cuestión familiar pero en un momento decidí trabajarlo desde la imaginación, ficcionando las cosas que no alcanzaba. La idea fue creciendo a un proyecto más contemporáneo que tuviera el presente de la protagonista, una migrante de una excolonia de España y cómo se iba uniendo el presente y pasado que intentaba echar luces a la crisis de la protagonista.
APU: La novela hace referencia a los antepasados de la protagonista y a su reflexión de la actualidad con ese pasado.
G.W.: La protagonista tiene una relación poliamorosa, hay gestos en el libro autobiográficos pero cuando le llamo novela he introducido elementos de ficción que tampoco me interesa revelar cuál es cuál, es un juego con la ficción y la realidad, no creo que pueda generalizarse de una manera categórica. Juega con los géneros y los atraviesa a todos, por eso es un libro que tiene memorias, poemas, mails, ensayo personal, novela, literatura de duelo, ficción. Tiene un poco de todo, porque también la idea era que el libro no sea solo descolonizador en su contenido sino también en su forma, que rompiera un poco las estructuras novelescas de las más clásicas, que la gente se confundiera alegremente, que pudiéramos jugar un poco, lo ha hecho la literatura, la novela tiene la posibilidad de contener esa diversidad.
APU: ¿La autoficción es literatura?
G.W.: Yo creo que todo el mundo incluso los escritores de ficción recogen material de la realidad y de sus propias vivencias, solamente que el tratamiento de ese material es distinto en muchos casos. Pertenezco a ese género de artistas, trabajamos desde el material de nuestra propia vida, esto no se cuestiona por ejemplo cuando hablamos de artistas del cuerpo, pero cuando hablamos de escritoras que lo hacen hay toda una conmoción. La literatura es la forma, es usar un lenguaje trabajado más allá que eso sea la vida o no de quien lo cuenta, pero en mi caso el trabajo literario es una búsqueda desde lo personal. Considero que es una búsqueda literaria pero también vital, una búsqueda de artista, del conocimiento y de la identidad desde siempre está expuesto el cuerpo.
Es una escritura del cuerpo y exponerme en ese sentido es también pretender accionar en la realidad, meter el dedo en la llaga y movilizar algo. Creo que también es una literatura bastante social que tiene un punto político, o cuando hablamos desde un lugar situado como la propia territorialidad como el propio cuerpo como la identidad.
APU: Hay un fragmento en la novela que dice “lo que escribo siempre me afea”. ¿A qué se refiere?
G.W.: Creo que el libro está lleno de pequeñas frases o pensamientos provocadores conmigo misma, con el tipo de escritora que soy. He trabajado el tema de cómo se entiende la belleza desde unos patrones impuestos normativos, he escrito varias veces sobre eso. En esa frase básicamente estoy jugando con la idea de que cuando escribo puedo ser muy implacable conmigo misma y capaz de encontrar cosas crudas y terribles, como auto inflingiéndome una especie de castigo. Puedo contar cosas dolorosas que me exponen en este sentido, que me afean, porque claro podrían ponerme tanto como un realismo crudo cuando pones un foco que te hace ver todas las imperfecciones, es una manera de escribir o describirme, como también aferrarme a un lugar incómodo, todo eso forma parte de mi poética.
APU: En la novela criticás la monogamia y aparece la relación poliamorosa.
G.W.: Sobre todo la segunda parte de la novela habla un poco de cómo es el modelo relacional de la protagonista, no es un libro sobre el poliamor, es simplemente que normaliza que una persona en lugar de tener una pareja nada más y ser monógama, es mucho más, porque en este caso la protagonista tiene por lo menos dos parejas. En los sufrimientos y dolores que cuenta va más allá de su modelo relacional, va más allá de si existe o no el poliamor. He hablado mucho sobre eso y lo he introducido en mi obra de teatro donde hablo sobre el racismo de género.
APU: Decís que tus antepasados vinieron a América a colonizar. ¿Esa misma colonización está presente hoy?
G.W.: Con este libro quería hablar sobre la colonialidad que todavía atraviesa nuestras experiencias en el presente, cómo subsisten todavía estas relaciones desiguales de poder y jerarquía de unos cuerpos sobre otros a partir de la violencia de la colonización. Esto se ha ido actualizando, se fue reinventando. Es muy sencillo mirar por ejemplo cómo trata el Primer Mundo las migraciones que se siguen operando, hay una marcha de Centroamérica en caravana para entrar a EEUU, hablamos todavía de jaulas donde introducen a personas. Vienen de territorios que fueron colonizados, saqueados y gracias a los cuales se forjó la riqueza del norte a costa del exterminio y saqueo de otros territorios y civilizaciones.
Las multinacionales europeas y estadounidenses operan en los territorios, todavía se da guerra por el petróleo, por los recursos naturales, que fueron uno de los motores de la colonización tanto en el siglo XVI como en el XIX. Existe la desigualdad que hay un mundo que oprime al otro, esto me gustaba llevarlo también al terreno de lo personal, al terreno de las familias, al terreno de la intimidad a la propia cama. También la violencia de género ha producido heridas y traumas en mujeres, en niñes. Toda la violencia sexual, la violencia racista, es violencia que arrastra siglos, pasa en la crianza, pasa en la socialización.
APU: ¿Qué pensaría Charles Wiener si estuviera vivo?
G.W.: Creo que Charles pensaría que intentó hacer bien su trabajo conmigo pero que al final le salí “rana” como se dice en España, no le resultó el trabajito completo, casi lo consigue. Hay un momento en que la protagonista dice basta me voy a descolonizar, es el tema del libro.