La guerra cultural que nos negamos a enfrentar

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    Cacerolazo contra DNU Milei
    Foto: Daniela Amdan
ENSAYO

La guerra cultural que nos negamos a enfrentar

28 Diciembre 2025

Estamos en guerra. Es una guerra cultural de nuevo tipo, con reglas diferentes a las que nosotros habíamos impuesto. De hecho, no entendemos lo que está sucediendo. De hecho, ellos tenían una biblioteca y nosotros creíamos que solo improvisaban —lo que tampoco significa que interpreten correctamente lo que leen.

Hace un tiempo se puso de moda el concepto de “batalla cultural”, por ejemplo, que antes que nada sirve para representar nuestros múltiples fracasos. Es un concepto equivocado, porque una batalla es un momento preciso y puntual de algo más grande y doloroso. Una guerra está formada por varias batallas, y nosotros por ahora las venimos perdiendo todas.

Ahora bien, ¿a quién me estoy refiriendo cuando hablo de nosotros? Este nosotros es muy amplio, abarca a ciertos peronistas (pocos) que desean ignorar la real politik, a los kirchneristas melancólicos, a los ex kirchneristas, a los que ellos llaman “comunistas”, a los que creen en la justicia social, a los que tienen esperanzas en un Estado redistributivo, a los que pretenden erradicar la pobreza sin sacrificar nada que nuestros privilegios —porque en realidad son casi privilegios mínimos que conquistamos con el sudor de nuestro trabajo y de nuestras lecturas, aunque impliquen un abismo insalvable para los que no gozan de ellos.

Nos quedamos sin consignas auténticas (incluso sin consignas verosímiles), sin proyectos viables, sin plan, como unos náufragos que se aferran a sus salvavidas y lo único que quieren es que este no se pinche. Y a nuestros salvavidas los están pinchando.

¿Y nuestros líderes? Están peor, aunque muchos de ellos viven de pensiones millonarias o están abrochados a sueldos suntuosos. Y se preocupan todo el tiempo por la suerte de “los otros”. O por lo menos dicen eso: por qué no creerles, ¿no?

La guerra es contra nuestros enemigos, pero también es contra nosotros mismos. No somos los buenos de esta película hiperreal.  

Nuestro futuro, si queremos tener futuro, exige nuevos rostros, nuevos nombres, nuevos personajes. Pero el poder instituido de una oposición que no existe como tal (tan no existe como tal que parece cómplice de este gobierno cipayo y miserable) tapona la emergencia de cualquier novedad, como si ella también temiera quedarse sin sus privilegios de clase política.

Me dirán: ah, brillante, ¿y entonces por qué no proponés un plan de acción para sacarnos de esta encerrona en la que lo único que esperamos es que este gobierno esperpéntico se caiga por sus propios errores e injusticias? 

Soy un ex filósofo, no un piloto de catástrofes.

Lo único que sospecho es que los intelectuales que nos representan (los “radio con vos”, los “cenital”, los “cohetes a la luna”, los agoreros del desastre, los odiseas de la nada, los gelatinas graciosos, los siempre serios destapeteros) nos representan con la misma fidelidad con la que lo hacen nuestros políticos de siempre.

Ya pasó la navidad, por si alguien no se dio cuenta. Se viene fin de año. Y después, con el calor húmedo de la city, hasta los rebeldes inclaudicables se toman vacaciones.

La guerra es contra nuestros enemigos, pero también es contra nosotros mismos. No somos los buenos de esta película hiperreal.