Milo J en Vélez: la tracción musical e ideológica del momento
Para contrarrestar la avanzada de los tiempos violentos, es necesario contar con una trinchera cultural decidida a transformar la realidad. Una que cruce e interpele a generaciones a través del mensaje directo, metáforas y que construya puentes artísticos que reflejen lo que pasa ahí afuera.
Todos esos condimentos los encontré el pasado 19 de diciembre en el Estadio José Amalfitani junto a mi hija de 9 años, en el mega show de tres horas que dio este pibe de Morón que la está rompiendo con su canción y performance trapera-folclórica latinoamericana. Porque no sólo pone el acento en un movimiento joven como el urbano, sino que extiende sus lazos hacia las raíces folclóricas y la canción testimonial. Una reconfiguración que necesitábamos como sociedad.
Milo decodifica el presente y el pasado como juglar, y lo lleva a la acción directa a través de sus canciones y cañones cargados de futuro, con un despliegue escenográfico y teatral bajo la premisa de recrear el contexto. Un libreto de un tiempo de extrema locura que el artista traslada hacia su público, que no solo son adolescentes y sub 20 y 30 años, sino también pibes y pibas de entre 8 y 12 que son acompañados por sus familias.
Una oportunidad para percibir, debatir y problematizar en comunión. Un fenómeno que se produce entre padres, madres y sus hijos e hijas, abrazados en un acto de festividad y retroalimentación cultural, como escape y encuentro. Quizá, sea ahí donde también la música pase a cumplir una función social en épocas de 140 caracteres e IA.
Milo decodifica el presente y el pasado como juglar, y lo lleva a la acción directa a través de sus canciones y cañones cargados de futuro, con un despliegue escenográfico y teatral bajo la premisa de recrear el contexto.
Entre las más de 45.000 personas que se dieron cita en la cancha de Vélez, había jóvenes con sus remeras de Milo y otros artistas de la música urbana, sumado a figuras como Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui.
Obvio que no faltó el adulto que estuvo viendo boludeces en el celu durante casi todo el reci y, de vez en cuando, se comunicaba con su hijo para decirle que al cantor no se le entendía nada. Como un viejo tanguero, le escupía en la cara que en su época la cosa iba por otro carril-obvio pelandrún-, como si el muy gil no hubiera vivido su tiempo atravesado por las remesas de la realidad noventista, sentado en la esquina escuchando con los pibes a Hermética o Los Redondos. Bandas que también hicieron foco en la problematización y la denuncia durante los durísimos años del menemismo, con la necesidad de volver a la tribu para hacerle frente al monstruo del neoliberalismo.
A la idea de libertad de la que tanto se viene hablando desde que asumió el MAL en la Argentina y nuestra América, se le contrapone un nuevo actor de resistencia. Me refiero a algunxs de lxs pibxs que encarnan este movimiento musical y cultural. Muchos saldrán a marcar que carecen de armonía, orquestación y abuso de autotune, pero en sus fibras radica la fuerza, la desobediencia y todo el carisma para llevar ese mensaje tan trillado pero olvidado de “pinta tu aldea y pintarás el mundo”.
Después de todo... nos estamos manifestando en pos de encontrar la luz.