La Evita de Leonardo Favio: signo del cristianismo popular
Por Santiago Asorey
El retrato que realiza Leonardo Favio en Perón, Sinfonía del Sentimiento sobre Eva Perón expone la tensión que atraviesa todo el film relativa a la exposición de dos fuerzas aparentemente antagónicas. Por un lado, el registro objetivo del peronismo, su gestión, su proceso de construcción histórica y las figuras biográficas de Eva y Juan Perón. Y, por otro lado, la dimensión profundamente subjetiva y mística que se construye en el registro de la vida de nuestro pueblo. A pesar de que existe ese plano objetivo por la naturaleza del lenguaje del cine; en “Perón Sinfonía del Sentimiento” nunca hay un predominio de “una mirada objetiva” u “observación realista” del fenómeno de Eva Perón; aun cuando los hechos que se narran tengan un registro de material archivo y hagan alusión a hechos concretos objetivos de la historia argentina. Favio manifiesta que todos estos hechos están atravesados por una religiosidad popular construida en la imagen. Montaje sobre el tiempo, montaje sobre el espacio. Imágenes-tiempo que ofrecen saltos de conciencia que nos permiten acceder a la conexión de Eva con lo celestial, con lo cósmico.
En el caso de Eva, la simbología remite dentro de la tradición a la figura de la madre de Dios, la Virgen María. La duración de cada plano de Evita y el efecto de ralentí sobre ella convocan virtualidades que recaen sobre el carácter enternecedor de la jefa espiritual de la Nación. Sobre dicha intervención hemos también hablando en el artículo “La simbología cristiana y el Peronismo en Leonardo Favio” . Está claro que Favio entiende en la figura de Evita un signo político religioso. Su mirada politiza el elemento religioso en Eva y expone que su potencia política se encuentra en el umbral de su religiosidad popular. Favio propone una morosidad en los planos de Evita que puede abrir un abanico de asociaciones: el ángel, la estrella de cine, la Virgen María, el espíritu santo. Todos reflejos de una imagen sobre lo divino que siempre se revela artificial, en el sentido en que Eva es una construcción de la creencia popular.
En una entrevista realizada por Esteban Ierardo en el año 1993, Favio relata una anécdota reveladora: “Una vez estaba con el Padre Mujica. Vio que yo tenía colgado un rosario; se empezó a reír y me dijo: “Vos te creés que Dios es estúpido, que la cuestión es decirle a cada rato un Padre Nuestro, un Ave María.” Lo que me quería decir en realidad es que eso no es lo importante. Lo importante es darse cuenta de que Dios es un tipo muy tierno y que, al repetir el Ave María, por ejemplo, nos estamos pasando la posta de algo que nos hace bien al alma y que, por acumulación, nos tiene que hacer bien a todos. Cuando yo vivía en Mendoza después del ‘76, en el ‘80, más o menos, estaba con Carolita. A ella le gusta incendiar las cocinas con velas y recibir a un grupo de gente que rezaba casa por casa. A mí me encantaba escuchar ese murmullo del rezo que sucedía en la cocina”.
Ese señalamiento de Favio del ritual, del aspecto material del ritual, “el murmullo del rezo” es una manera de entender que el único acceso a la creencia, a la fe popular, es a través de la dimensión artificial de su signo. La religiosidad de Favio no es una religiosidad metafísica, es una religiosidad que necesita de rezos, estampitas e imágenes del cine. Es una religiosidad que necesita de banderas. Favio sabía que, junto a Perón, Evita es una de esas banderas que el pueblo necesita para poder creer.