Leer a Perón: voluntarismo adolescente o método de conducción
Por Aldo Duzdevich
Siendo funcionario de Anses me tocó asistir a algunos cursos de liderazgo que daban consultores contratados especialmente. Un día, al finalizar la exposición, me acerqué al profesor y le dije “che eso que explicaste es el manual de Conducción Política de Perón...¿vos lo leiste?…”. “No, nunca, no lo conozco”, me respondió el profe, que había citado, eso si, a varios autores extranjeros.
Ya para los próximos cursos, que dábamos con un equipo de capacitación propio, yo mismo redacté parte del manual, usando obviamente el texto de Perón. Muchos de quienes pasaron por esos cursos, hoy están ocupando cargos muy importantes en nuestro gobierno.
Es que, en realidad, Perón estudió los textos de los clásicos y sobre todo a los grandes conductores militares de la historia. A partir de estos conocimientos y su propia experiencia desarrolló un método de conducción política adaptado a nuestra realidad nacional y latinoamericana.
Voluntarismo puro o método de conducción
En política es bastante común encontrarse con los enamorados del voluntarismo puro. Sobre todo es numeroso (Jauretche dixit) el “batallón del animemósnos y vayan” . El voluntarismo puro ve la fortaleza enemiga, y cree que basta con un grupo pequeño de convencidos, para encararla de frente y gritar “síganme los buenos”. Pero claro, el pueblo trabajador que es quien los debe seguir, generalmente desconfía de las propuestas voluntaristas puras y terminan solos chocando de nariz contra la muralla.
Algunos grupos, construyen y sostienen ideología solo a base de voluntarismo puro. El caso más pintoresco son los troskistas. Ya en 1935, los seguidores de Trosky en Argentina llamaban a la “huelga general revolucionaria para la toma del poder” . Y desde hace 86 años, hasta la semana pasada, no han dejado de convocarla (sin éxito) al menos cada 6 meses. Lo que no podemos desconocerle es su persistencia.
En cambio, Perón, utilizando su método de conducción, ya en 1943, comenzó su tarea de dignificar la vida de los trabajadores. Y claro, no hizo falta pedir que lo sigan, el pueblo trabajador masivamente lo convirtió en su líder un 17 de Octubre de 1945.
Hace un año me crucé con un viejo trosko conocido de muchos años y me confesó: “Yo les digo a mis compañeros, tenemos que reconocer que las únicas veces que los laburantes estuvieron bien, fue en los gobiernos peronistas”. Y yo, hoy tengo que reconocerle, que cada vez escucho más compañeros de nuestro espacio repetir el discurso de la Myriam Bergman. Hasta el novelista Miguel “Cogote” Bonasso llamó a votarla en la última elección.
Conducción política
Veamos qué nos enseña Perón, respecto el método de conducción. El éxito se concibe, se prepara, se organiza, se realiza y finalmente se explota.
Los encomillados que siguen son parte del libro Conducción Política de Perón (leer acá): “Napoleón esbozó en varias oportunidades: 'El éxito no depende de la suerte, tampoco de la casualidad y no es un designio del destino. El éxito –dijo Napoleón– se construye; el éxito se realiza”. Es decir, que el éxito se concibe, se prepara, se organiza, se realiza y finalmente se explota”.
“Señores: el conductor es un constructor de éxitos. Esa es la mejor definición que se puede dar de un conductor. Es decir, es un hombre que recibe un elemento –que es una situación– y que recibe un objetivo, que es lo que él debe lograr, partiendo de esa situación. Entonces él concibe. El éxito es alcanzar el objetivo. Lo prepara, lo organiza, lo realiza y cuando llega allá, le saca provecho. La conducción es, lisa y llanamente, la construcción de éxitos y el conductor es un constructor de ellos.”
Tener claro el objetivo y conducir los acontecimientos
“Aunque parezca una “verdad de Perogrullo”, una de las cosas más importantes para el conductor es tener presente que quien debe conducir los acontecimientos es él. Y que no debe ser conducido jamás por los acontecimientos. Ésa es una de las condiciones fundamentales del conductor. Que sea conductor; que él conduzca los acontecimientos, y que no sean los acontecimientos los que lo conduzcan a él. Primera cuestión. Y segunda, que debe saber siempre lo que quiere. Debe conocer siempre cuál es el objetivo sobre el cual marcha.”
“Yo les diría a ustedes que en la historia son muchos más los conductores que han sido conducidos por los acontecimientos y que no sabían qué era lo que querían, o cuál era su objetivo, que los que han conducido y los que han tenido claro el objetivo y la finalidad por la que luchaban.”
“Cada hombre debe hacerse antes de la acción una pregunta: ¿Qué quiero? ¿A dónde voy? ¿Qué es lo que busco? Cuando haya aclarado eso, se le habrá aclarado totalmente el panorama; todo lo subordina a esa necesidad y trabaja para ella. No es fácil encontrar muchos hombres que sepan lo que quieren. Por eso lo primero que ha de surgir de una apreciación es: ¿Qué quiero hacer? Ese es el objetivo. Esa es la finalidad para la cual uno trabaja. Se coloca el objetivo y entonces se extraen todas las conclusiones mirando el objetivo y cuáles son las que han de servir a ese objetivo.”
Objetivos principales y objetivos secundarios
“Otra de las cuestiones que el conductor no debe jamás olvidar es que todos los hechos existen factores determinantes y factores secundarios. Generalmente, como le pasó a Don Quijote, muchos, dirigen la acción contra los molinos de viento, y se olvidan de sus enemigos. Es decir, son atraídos a esos objetivos secundarios donde gastan toda su energía y su tiempo, mientras ven desfilar los objetivos principales sin apoderarse de ellos y encaminarlos a su voluntad.”
“En la política hay factores determinantes o principales y factores secundarios. El secreto está en abarcarlos bien, comprenderlos bien y dominar los fundamentales, dejando libres los secundarios que no tienen mucha importancia; o, cuando mucho, atendiendo los objetivos fundamentales con los medios principales, y atendiendo los secundarios sólo con fuerzas y con medios de segundo orden.”
“Hay personas que tienen temas fijos. Se ocupan de cosas sin importancia, se ven atraídas por un objetivo que no tiene valor, y por él desprecian los verdaderamente importantes. Eso es muy común en los hombres, que tienen pasiones que lo arrastran; y las pasiones lo llevan, generalmente, hacia los objetivos secundarios. (...) El hombre suele ser pasionista por naturaleza y aun por costumbre. Y el conductor no puede tener esa clase de defectos.”
El principio de economía de fuerzas
“El principio de la economía de fuerzas es, en todos los aspectos de la vida, y especialmente de la lucha, un principio inmutable de la conducción; es permanente. (...) De él nacen casi todos los principios de la conducción, y casi todos los demás principios de la conducción le sirven a él de una manera directa o indirecta.”
“El principio de la economía de fuerzas establece, como condición fundamental para vencer en la lucha política, que es necesario ser más fuerte en la acción en un momento y en un lugar, donde se produce la decisión. Hay, en lo referente al espacio, lugares principales y lugares secundarios de la lucha; y en el tiempo hay momentos secundarios y momentos principales o fundamentales de la lucha.”
“Hay algunos que se gastan en un momento que no tiene ninguna importancia para ellos; otros, que se dedican a un lugar que es secundario y que olvidan otro que es principal. En consecuencia, como arremeten en ese lugar y fracasan en el otro, pierden.”
“Toda acción tiene un centro de gravedad. El centro de gravedad de la acción política es el lugar o el objetivo principal en el momento decisivo. Allí hay que concentrar las fuerzas.”
“El empleo de la fuerza política no es un empleo mecánico, sino un empleo inteligente; no es una asignación arbitraria y discrecional, sino una dosificación perfecta de las fuerzas.”
“Esta teoría del centro de gravedad tiene una importancia muy grande en la elaboración de todo plan de acción, y nosotros hemos dicho que en la conducción política, si no se tiene un plan, no se hace nunca nada racional y bien hecho.”
“El principio de la economía de fuerzas es, digamos así, el tronco. Todo lo demás son las ramas, las hojas y las raíces.”
Bueno, hasta aquí lo que nos aconseja Perón desde su conocimiento y experiencia. Quien crea que estoy hablando de un pasado lejano, esta errado. Cada uno de los conceptos aquí encomillados son aplicables a nuestra realidad política del 2021. El ejercicio de la inteligencia es asimilarlos y con ellos discernir el presente y proyectar el futuro.
* Autor de “Salvados por Francisco” y “La Lealtad - Los montoneros que se quedaron con Perón”