Liberar para que sea otra cosa
Bernardo Cappa nació en Bahía Blanca en 1969. Es actor, director y dramaturgo. Egresó de la Escuela Municipal de Arte Dramático como actor en 1991 y como dramaturgo en 1996. Es docente titular de las cátedras de Actuación I y Dirección I en la UNA.
Ha escrito y dirigido más de 30 obras, algunas son: Amor a tiros; Pezones Mariposa; Paciente Jabalí; La Verdad; TV60; Ciudad Vertical. Consorcio “Living in the Sky”; No dejes nunca de mirarme por favor; Las Vengadoras; Un almuerzo argentino y La yegua muerta.
El elenco de la pieza liberada está formado por Trinidad Asensio, Josefina Balmaseda, Juan Manuel Charadia, Gabriela Dey, Amilcar Nahuel Ferrero, Pablo Fetis, Nicole Kaplan, Federico Lozano, Melisa Omill, Guillermo Osuna, Horacio Pucheta y Lucila Rosende.
La fotografía es de Romina Copola y el vestuario de Maricel Aguirre.
El aislamiento preventivo ha trastocado la escena de la vida cotidiana. Para quienes forman parte de la comunidad cultural, para sus trabajadores, resulta todo un desafío pensar cómo seguir estableciendo puentes que acerquen su labor hasta el público.
En el caso particular del teatro, hemos visto cómo se liberaron varias obras aún en cartelera o a punto de estrenarse para ser vistas on line, con un tiempo de exposición corto, es decir, a un horario y día determinado.
Bernardo Cappa dobla la apuesta. A la espera de poder realizar el reestreno en este 2020, libera Un almuerzo argentino. Pero no lo hace por un tiempo finito: la idea es que el público, esta vez a través de una pantalla, pueda acceder a la obra en el momento que quiera, cuando tenga ganas. Que puedas congelar la imagen en un segundo determinado. Sin horarios, sin tiempo.
“Jamás una obra filmada reemplazará al vivo, jamás pasará eso”, dice Cappa. Pero este impulso, este gesto de liberar algo que fue hecho para otra cosa, que por ahí no se escucha bien, que no te permite la mirada que si la da una butaca, se torna lisa y llanamente en una forma de canalizar la angustia.
Y también tiene su gracia. La gracia de mirar, parar, hacer otra cosa, Bernardo fantasea con que arranquen con Un almuerzo argentino y salten a ver otras obras exhibidas en las mismas condiciones de otros autores, inclusive una muestra de un grupo amateur.
Y en este pastiche que nos propone, como también libera Amor a Tiros, Pezones mariposa, Svaboda y El cuerpo de Ofelia, se puede realizar el mismo juego con sus obras.
Tal vez sea una nueva forma de bancar. De ilusionarse con un teatro menos burocrático de la misma forma que en otros tiempos se bancó la búsqueda de un lenguaje distinto, lleno de dolor y poesía, en un juego que se fue transformando en algo serio.
Porque, como Cappa dice, los videos nos ayudan a recordar que ahí estuvo el teatro y ahí volverá a estar.
Un almuerzo argentino podría ser descripta como una mesa larga, repleta de platos de fideos con salsa y copas de vino. Dos familias, una deuda, un brindis y un compromiso. Es octubre de 1952 y una llegada inesperada reabre la grieta, la de antes y la de ahora. Los peronistas y anti peronistas. Los adoradores de Evita y sus detractores. Allí, ayer es hoy sin piedad.