Libros: “La voz de la madre”, de Silvia Arazi
La voz de la madre, editado por Emecé es la última novela de la escritora argentina, Silvia Arazi autora de La maestra de canto y La separación, entro otros de género infantil y de poesía.
En este libro a partir de la muerte de la madre, la escritora hace de la pérdida una vuelta al origen. Evoca la vida, los ancestros sirios, los distintos momentos de la familia desde que se conocieron sus padres, el paradigma de la época y el rol de la mujer.
¿Cuál es la red que sostiene la memoria? ¿Cuánto se filtra de la realidad? ¿Cómo trabaja la maquinaria de los recuerdos? Dicen que la voz es lo primero que se olvida, sin embargo Silvia la atrapa, la traduce, repara la ausencia con palabras.
La voz de la madre como si se tratara de una partitura sostiene una tonalidad, el color de esa voz que trasciende, que deja una huella.
Ella escribe, la voz la acompaña, le dicta, la interpela.
Volver a la madre es el retorno a la matriz. Lo constitutivo del ser aparece en su máxima expresión.
Como Barthes cuando habla del grano de la voz, Silvia va hacía ahí, al eje, al punto inicial, descubre en la voz la representación de la persona. Y en ese centro también se encuentra ella.
La narradora por momentos toma distancia y objetiviza. Una mirada panorámica que se corre de la idealización de hija para mostrarla como mujer, con sus llagas y cicatrices.
¿Cuándo se produce el quiebre? ¿Cuándo es que reconocemos a nuestras madres como una igual?
La voz de la madre comienza con el encuentro de los hermanos:
“Es la primera vez que vamos a volver a vernos después del entierro de mi madre. De nuestra madre”.
Este día es clave, es el punto de partida para construir esta historia en palabras. Por una parte, verse como familia de sangre, descubrirse los parecidos en los gestos y en la orfandad. Por otro lado, también interviene el proceso creativo ¿Qué ocurre cuando hay un escritor/a en la familia? :
“─Bueno, pero no hace falta que cuentes todo.
No sé a qué se refiere. Le digo que no se preocupe, que es un texto de ficción, que se trata de mi mirada sobre algunos hechos que ocurrieron, que imagino o invento”.
En este primer capítulo se ve la costura, el entramado de las autobiografías: ¿Cuál es la materia prima? ¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad en lo que contamos? Y en ese armado cada partícula encaja de manera perfecta. Ahí ese mediodía hubo una complicidad tácita para que esa voz se expanda con libertad. Una suerte de asentimiento silencioso o de alerta.
Silvia encuentra la voz de la madre con habilidad, una voz que aparece en el amor que le ponía las comidas, en la conservación de la tradición a través de la recetas, como si ese silencio que albergaba se convirtiera en un canto cuando cocinaba. La potencia de la voz de Rosita estaba en el despliegue de su arte y en su nombre.
“Pero la cocina no era solo su forma de querer.
Era su voz”.
“Si un nombre es el mapa que anticipa un destino, ninguno lo fue tanto como el suyo”.
Los saltos temporales en el libro van desde cuando sus padres se conocieron, pasan por la infancia de la narradora y fluctúan con un presente desde donde ella teje la trama de su vida. Un presente que también le anunció la fatalidad:
“Era una mañana clara y tibia, con un cielo límpido y azul que interpreté como una promesa, como un buen augurio para el año que acaba de comenzar.
En cuanto escribí las últimas palabras, sonó el celular.
Era mi hermana para decirme que mi madre había muerto”.
El lenguaje es la perla del texto, el magistral uso de las palabras en un territorio inefable.
La voz de la madre es un libro de duelo y de cómo se sobrevive a una ausencia sin embargo en él subyacen tópicos fundamentales como los vínculos, las relaciones humanas, la inmigración y sobre todo hace eje en la maternidad. ¿Siempre hay deseo? ¿Existe un mandato? Reflexiones que se motorizan con esta voz que también surge a modo de pregunta.
El lenguaje es la perla del texto, el magistral uso de las palabras en un territorio inefable. ¿Cómo se cuenta una ausencia? Silvia sutilmente elige para hacerlo una prosa, por momentos, poética que se conjuga con las imágenes, la intertextualidad y los distintos tipos de género, como las recetas de cocina.
Silvia escribe y a medida que avanza desentraña los mitos y misterios familiares. ¿Todo era al final tal cual se veía en la infancia? La voz de la madre es además un viaje a la sanación familiar y un homenaje.
“De pronto, la novela familiar que yo había escrito en mi mente comenzaba a resquebrajarse. Había zonas en penumbra y los personajes giraban como dados, cambiando sus ropajes, sus voces y sus máscaras”.
Como también sucede en El corazón del daño, de María Negroni en esa búsqueda, en la génesis de todo cuanto incluye a la madre también converge la escritura.
“La escritura puede conducirnos hasta zonas que permanecían veladas en nuestra conciencia”.
En La voz de la madre la memoria funciona como reveladora, recuerdos que abren puertas y dejan interrogantes sobre el miedo, la identidad, el deseo, el dolor.
Silvia es cantante lírica y esta obra parece ser la síntesis de todas sus facetas artísticas, la permanente presencia de la voz y del cuerpo hace las veces de una ópera donde cada escena está acompañada por una intervención musical y distintas coloraturas de voz. Quizá porque el último tiempo la madre le pedía que le cantara.
Mientras leía me venían reminiscencias de otros libros de mujeres como El corazón del daño, de María Negroni, por el vínculo madre/escritura; Idiófono de Amy Fusselman, por la preponderancia musical y En busca del cielo, de Nathalie Léger, por la descripción de la ausencia.
“Bucear en la memoria es sumergirse en un mar profundo en plena noche, entre peces, algas y monstruos marinos. ¿Y quién está dispuesto a sumergirse en ese mar? “Silvia se arriesga y escribe desde la profundidad.