Mariano Saba: "Poder aprender algo nuevo sobre 'lo real' debería ser el objetivo de toda clase”
Por Carolina Selicki Acevedo / Fotos: Mariano Martínez y Melina Frezzotti
La sala está en penumbras, nos ubicamos eligiendo un banco y de fondo, el pizarrón aún intacto. Luego, el profesor escribirá y nos introducirá en los conceptos: “ficción”, “realidad”, “creer” y “crear”. Pero no usará cualquier autor para ello. A través de citas de Niebla de Miguel de Unamuno invitará a la propia argumentación, hasta que un tal Sánchez desautomatice la clase con sus escritos y su repentina ausencia genere más de un interrogante. El profesor de literatura es Joaquín Rodríguez Janssen, interpretado magistralmente por Horacio Roca, quien logra hacer carne el personaje, pero a la vez desdoblarse en varios más, los cuales evocan entre recuerdos y generan un viaje continuo en el tiempo con ecos de la última dictadura cívico-militar. Es de celebrar que un actor tan versátil como él –también director teatral, docente en la UNA y con vasta experiencia en cine y televisión– apueste al teatro alternativo en una obra que supo resignificarse en tiempos de pandemia y de relecturas ante el reciente avance de la derecha, no sólo en Argentina sino también en el mundo.
La dramaturgia y dirección es de Mariano Saba, quien además es doctor en Letras (UBA), docente e investigador adjunto del Conicet, y nos deleita una vez más con una obra que nos interpela desde el título para no quedarse sólo en un contexto sociopolítico sino ir más allá, ya que la historia de Rodríguez Janssen es también la historia de sus lecturas y es nuestra propia lectura del presente, porque como decía Unamuno en Cómo se hace una novela: “La historia es la posibilidad de los espantos”. Lo acompaña en la asistencia Mariela Selicki, también docente de teatro y actriz, con quien ha trabajado anteriormente en Remar, un destino impropio.
Conversamos con Mariano Saba, centrándonos en el proceso previo a la puesta en escena, los desafíos que implicó el COVID-19 y la reciente vuelta presencial a los teatros como contexto de este estreno en el Teatro Moscú del barrio de Villa Crespo.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Por qué elegiste centrar la obra en lecturas de Unamuno?
M. S.: Unamuno funciona como un universo al cual apelar por analogía y contraste con Joaquín Rodríguez Janssen, profesor de Literatura a finales de la última dictadura cívico-militar, quien dando clases sobre este autor español discute con un alumno que despierta todos los mecanismos de control y censura en la institución escolar donde trabaja. Unamuno permite reflexionar sobre dos figuras antagónicas: la literatura como un lugar donde resguardarse de la locura de “lo real” y al mismo tiempo un intelectual comprometido. Antes de morir y pese a haber apoyado el franquismo, se arrepiente y avizora la pesadilla que se viene y fallece encerrado en su casa. Al personaje le sirve para vehiculizar su propia vida. Es un autor muy importante y lo trabajé mucho en mi investigación en el Conicet.
APU: ¿Qué fue lo más difícil en el pasaje entre la dramaturgia y la puesta en escena?
M. S.: Arrancamos semanas antes de que se desencadene la pandemia en 2020 y decidimos seguir trabajando en la virtualidad gracias a la generosidad del equipo, tanto de Horacio Roca como de Male Selicki. Permanecer unidos y ensayando todas las semanas fue muy importante, tanto en lo profesional como en lo emocional, para seguir produciendo lenguaje en una época muy oscura como la que nos tocó vivir. Sirvió mucho para la mejora del texto con hipótesis de acciones que se fueron dando y que Horacio fue probando. Entonces tanto la dramaturgia y la puesta en escena fueron creciendo a la par. Siempre considerando que la puesta en escena fue más hipotética hasta hace tres meses que recién pudimos ensayar de modo presencial. Ahí pudimos comprobar que todo lo ensayado se había acumulado y llegar al estreno con hallazgos que lo facilitaron.
APU: ¿Por qué elegiste a Horacio Roca como protagonista?
M. S.: Horacio dirigió en 2018 Madrijo, texto que escribí y que ganó el Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia, otorgado por el Festival Internacional de Buenos Aires 2011 y el C.C. Rojas de la UBA, en 2011. Desde ahí quedamos en contacto, además compartimos criterios creativos y nos pareció interesante realizar este monólogo que liga docencia, literatura y realidad.
APU: Más allá de lo que mencionaste sobre el inicio del proyecto, ¿qué dificultades tuvieron en la pandemia para estrenar Tibio y cómo las resolvieron?
M. S.: Se iba a realizar en otra sala, pero por las condiciones de control sanitario no se pudo hacer allí. Entonces, tuvimos que variar mucho el proyecto en términos de producción, pero, como aclaré antes, logró sostenerse gracias al compromiso profesional y afectivo del grupo. Tuvimos que encontrar otro modo de trabajar en la virtualidad y el resultado fue superador al pensado y estamos teniendo muy buena respuesta del público.
APU: Si pensamos un poco en el título y en el protagonista, se hace inevitable preguntarte si alguna vez te consideraste tibio y por qué…
M. S.: Creo que la obra habla no sólo de la tibieza a nivel político sino también a nivel existencial y en esa zona nos vemos interpelados todos como cuando nos encontramos en situaciones entre guardar silencio o decidir comprometerse. Muchas veces retrocedemos ante el compromiso. Lo particular y doloroso del personaje es que en el contexto de dictadura ese silencio no queda sólo en sus manos, sino que es una condición impuesta por el terror del régimen. El hecho de imponer ese silencio a las personas está basado en una amenaza de muerte lo que hace a la situación de Janssen mucho más trágica. Siempre es una disyuntiva muy agónica y para el teatro es una situación muy dramática.
APU: ¿Cómo te interpela esta obra considerando que también sos docente?
M. S.: Creo que al ser Rodríguez Janssen un profesor, muchos de los espectadores docentes seguramente se van a ver cuestionados en la obra por distintos motivos. Ya es difícil la profesión en general, imaginemos lo difícil que debe haber sido en el contexto de la obra. Se pone en juego la dicotomía entre poder transmitir un conocimiento y dejar que el estudiante construya el propio. Lo que le pasa al protagonista con sus alumnes y la cierta tibieza de que crean y creen sus propios conocimientos es algo que pasa mucho en la enseñanza y es un peligro porque la repetición de información no construye sujetos pensantes sino modelos de replicantes. Eso resguarda la situación didáctica de la discusión y en el contexto político planteado es entendible, pero hoy se invita a preguntar si la discusión o la disidencia no son las mejores formas de producir conocimiento. El teatro en sí es una gran situación de contraste de puntos de vista y se construyen modos de mirar nuevos. Para mí poder aprender juntes algo nuevo sobre “lo real” debería ser el objetivo de toda clase. Hay algo de cómo hace un docente para plantar en sus clases la construcción de sentido cuando tiene la ficción o la literatura como objeto de estudio. Si bien fue tratado en muchos materiales en esta obra se aborda de una manera distinta.
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Ficha técnica:
Actuación: Horacio Roca
Asistencia de dirección: Mariela Selicki
Dramaturgia y dirección: Mariano Saba
Escenografía y vestuario: Paola Delgado
Diseño de luces: Ricardo Sica
Asistencia técnica: Gustavo Sacconi
Duración del espectáculo: 80 minutos
Funciones: sábados 20 y 27 de noviembre a las 19 h en Teatro Moscú, Ramírez de Velasco 535, CABA. Las entradas pueden adquirirse en www.alternativateatral.com