No es un texto, es un té con limón: "Zelarayán mi abuelo", de Pablo Aranda

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    Pablo Aranda
INFORME DE UN DÍA

No es un texto, es un té con limón: "Zelarayán mi abuelo", de Pablo Aranda

21 Diciembre 2025

Zelarayán mi abuelo (La yunta. 2025)  es un libro del escritor santafesino, Pablo Aranda, profesor y licenciado en letras. Autor de Diccionario de palabras y frases de la costa santafesina, Charla de pájaros y 7 escenas de lectura o cómo bajarme a la mitad de la página.

Si existía alguna duda sobre el poder dialógico de la literatura, hoy estoy en condiciones de dirimirla. Zelarayán mi abuelo es una obra de Pablo Aranda, para mi es una nueva ventana de diálogo con alguien que siento muy cercano, algo de esto sucede cuando hurgamos por vidas y el proceso creativo nos fagocita hasta apropiarnos de ellas y adjudicarnos un lugar casi familiar.
“ Esto no es un texto” dice Pablo “ es un té con limón” al autor de la metonimia le toca un texto metonímico: Zelarayán mi abuelo, que no es lo mismo que “mi abuelo Zelarayán” ni “Zelarayán, mi abuelo”.

Un té, como dice el escritor, puede tomarse frío en verano o caliente en invierno. Un té, que es una infusión, pero también es un ritual, una ceremonia, una tradición.

 

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zelarayan mi abuelo

Hablamos de Zelarayán y automáticamente esta reseña se toma libertades para analizar el té o el texto. Es breve, es conciso, es punzante. Es una prosa pero con licencia de poema. 

Tomo esta decisión y me preguntó ¿por qué un poema? Por la economía del lenguaje, porque se ve el trabajo detrás del poema y el criterio para seleccionar las palabras justas. Porque es un libro cargado de intertextualidad y sin embargo hay una elección precisa de lo que se nombra. Porque hay un trabajo sutil y difícil para el escritor que es dejar material fuera del texto. 

Fabian Casas siempre cuenta que el poema de las monedas era un poema largo para la madre y que lo hizo luego del entierro, pero que el poema pedía otra cosa por eso quedó breve y sin nombrarla. Quizá ella esté en el último verso “Bueno, eso es todo”.

Paso a nivel en Chacarita

Los chicos ponen monedas en las vías,

miran pasar el tren que lleva gente

hacia algún lado.

Entonces corren y sacan las monedas

alisadas por las ruedas y el acero;

se ríen, ponen más

sobre las mismas vías

y esperan el paso del próximo tren.

Bueno, eso es todo.

Pablo hizo una investigación, recorrió lugares, entrevistó personas allegadas, miró documentales y leyó material bibliográfico pero el té con limón le pedía otra cosa. Entonces todo vale la pena cuando llegamos al resultado que el lenguaje nos pide. Sin todo ese recorrido no se hubiera llegado a este lugar.

“ Sobre las sombras de mi recuerdo escribo” y en esa operación pareciera hablar el propio Zelarayán.

“ Voy a escribir para recoger el gesto” ¿Cuál es el gesto? Replicar un movimiento, retomar un diálogo, imprimir la huella que falta.

 


“ Voy a escribir para recoger el gesto”¿Cuál es el gesto? Replicar un movimiento, retomar un diálogo, imprimir la huella que falta.

El libro es sobre Zelarayán y el abuelo de Pablo pero también sobre el lenguaje, sobre la memoria, la narración oral, sobre los vínculos entre el ser y el lenguaje, alguien nos enseña a leer, pero ¿quién nos enseña a escuchar?

Pablo hace este ejercicio una y otra vez “ cierro los ojos y veo” “ cierro los ojos y escucho” y así va construyendo un relato que no solo habla de su abuelo sino que moldea una forma de escritura, un movimiento del cuerpo, una experiencia. Donde eso que nos intriga del texto a primera vista por su contexto litoraleño y la cercanía con el escritor que menciona nos trasciende. ¿Es su abuelo Zelarayán? No importa. 

El recoge el guante, toma el gesto de la escritura, esa es la mayor relevancia. 

Zelarayán mi abuelo, es un libro lúdico, en una entrevista Pablo se reconoce coleccionista de palabras, escribe para fijar las palabras, preocupado por la fugacidad de lo que escucha. En esa obsesión pareciera estar el núcleo de su obra. 

La escritora y amiga de Zelarayán, Laura Estrin, en la contratapa, sintetiza aquello inexplicable que provoca RZ y que abre paso a este libro:

“Mientras se lee Zelarayán, se escribe, no muchos autores dan eso. y se escribe lo que se sabe, “absorto, es decir, agarrado por esa voz” pero “a lo escrito sobre él, voy solo. A escribir sobre él, voy con mi Abuelo”.  

Zelarayán escribió mucho y editó poco. No tuvo espacio, ni suerte, pero dominaba el arte de la palabra y de su circulación.

 RZ escribió mucho y compartió relatos con sus amigos, aún hoy aparecen textos propios que él fue desperdigando por distintos lugares. Quizá ese fue su secreto, su costado metafísico que hace que siempre aparezca su voz. 

“Agárrame que lo mato”, escribió una vez y esa frase mítica hace que su obra se reescriba una y otra vez.