Pao Lunch: luchar contra las tendencias reactivas y conservadoras
Por Victoria Palacios
Pao Lunch es docente, artista visual, lesbiana disidente sexual, piquetera agénero, neuquina y transfeminista incómoda quien problematiza la construcción de lxs cuerpxs sexuadxs, cuerpoterritorios, desde la ilegalidad, las pedagogías críticas y las prácticas estéticopolíticas situadas.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué es la pedagogía deseante?
Pau Lunch: Tiene que ver con un modo de trabajar en las escueles e instituciones educativas en el que se vinculan las acciones artísticas y las prácticas pedagógicas. Se trabaja por ejemplo, la ESI desde el deseo, no binaria, no heterosexualizada. Tiene que ver con la construcción de una corporalidad otra. Me refiero a que la mirada desde la que laburamos situadamente en “Contagiamos imágenes”, en este momento, interpela los cuerpos hegemónicos, los criterios de justicia, para ampliar esas concepciones de derechos humanos, para interpelar una ciencia colonial, para crear una mirada crítica y emancipadora. Las pedagogías deseantes potencian desde el deseo de insumisión, de sentir el cuerpx, este cuerpx territorix que piensa con todo el cuerpx y no sólo con la cabeza, que interpela el cuerpo colonial que nos han enseñado y nos obligan a trabajar en las escuelas. Se apunta mucho al trabajo colectivo, a poder repensar los sentidos de lo que hacemos más que cumplir con el desarrollo de programas lineales que van de lo simple a lo complejo. Hoy por hoy trabajar desde la complejidad implica desnaturalizar las miradas y decir qué deseos podemos construir en torno a los conocimientos y saberes, a las prácticas pedagógicas y artísticas. Apuntar a apoyarnos en las memorias colectivas, en las personas que no son narradas por la historia, en poder luchar contra las tendencias reactivas y conservadoras que están por todos lados, ampliar ese imaginario de insumisión y permanecen en contacto, que es lo que hemos hecho en este tiempo de pandemia. Trabajar en desandar preguntas que no tienen muchas respuestas y otras que directamente no tienen. El trabajo docente es un trabajo intelectual y político en tanto no sólo está para las aulas o resolver las clases virtuales sino en participar en la construcción de diseños curriculares, en las políticas estudiantiles, en proyectos de investigación educativa, en registrar narrativas del trabajo.
En estos deseos y pensamientos sin límites que muchas veces son cuestionados y están bajo sospecha. En la pedagogía deseante trabajamos por la deconstrucción de las ideas que se dan como verdaderas, la defensa de este cuerpx territorix porque sabemos que la destrucción del territorio es una condena a muerte y sabemos que el cuerpx es irreemplazable. Trabajamos por hacer de la creatividad ondas expansivas que no sigan apostando a la fragmentación de conocimientos y que pierden la integralidad. Entonces pensamos en qué imágenes usar para enseñar, qué textualidades son esos cuerpos y también cómo la docencia está llena de susurros de ternura, de amores, de atreverse a mirar lo que se escapa de estas imposiciones coloniales. Entonces la idea es hacer ensayos y experimentos que nos ayuden a desarrollar otros modos de enseñar y que no sólo tenemos que garantizar que les chiques aprendan sino también garantizar espacios de insumisión y placer para tramitar la rabia. Es como el día del orgullo, luchamos contra los femicidios, transfemicidios, travesticidios, y no estamos felices porque esa felicidad responde a una mirada del progreso, el capitalismo celebratorio. Y en este neoliberalismo está difícil construir esa idea de felicidad desde una mirada contrahegemónica. Lo que sí sabemos es que nos tenemos,compartimos y podemos seguir inventando cosas. Siempre que hay una relación de poder hay una pedagogía, no se limita al territorio de la escuela.
APU: En este tiempo de pandemia, participaste de varias acciones colectivas con "contagiamos imágenes" y "el proyectorazo", ¿qué criterios estéticos utilizás al producir esas imágenes, íconos, ilustraciones?
P.L.: No pienso en criterios aislados de lo epistémico, de lo político, lo ético y lo pedagógico. Son dimensiones de la imagen que vengo laburando y son las mismas que utilizo para la enseñanza. Qué, cómo, por qué, con qué sentido hago. No creo que las imágenes lleven mensaje, estuve pensando en visibilizar problemáticas, compartir pensamientos, ensayar algunas cosas que pueden ayudar a mover el pensamiento y los criterios e interpelar el sentido común. Estos proyectos requerían mucha reproductividad en la imagen, entonces estuve pensando cómo hacerlas para que anden de modo barato en la calle, qué se puedan imprimir, calcar, para que sigan habitando la calle y para que abran sentidos que, por ahí, la imagen no pueda atrapar. Si bien muchas las acompañé con texto, la imagen lo que hace es tirar a la calle ese texto, ponerle cuerpo. Trato de producir del modo que vivo, con materiales accesibles, que me hagan andar esas prácticas artísticas y no que se solidifiquen en obras de arte que, de nuevo, estamos hablando de un arte colonial. La idea es que estas prácticas inviten a problematizar lo que se pone en escena, que movilice, que te haga pensar por qué está eso, que incomoden y que muevan algo, desde un lugar o imagen sensible, emotiva. Muchas veces trato de pensar lo no binario y sí de poner insumisiones que no responden a un criterio progresista de héroes y heroínas, sino insumisiones a las normas a las que los cuerpos escapan: la gordofobia, el clasismo, el racismo, son imágenes que interpelan y nos preguntan desde nuestro lugar de privilegio qué hacemos al respecto, si nos atrevemos.
APU: ¿Se puede llamar a la serie de stickers con los que venís trabajando "insurgentes"? ¿Qué mirada sobre la tecnología, las aplicaciones, están funcionando en esta apropiación?
P.L.: Se puede decir que se comparte una mirada que no es la hegemónica y se resignifica el uso del sticker porque le meto dramatismo a una imagen, que puede ser tierna, con un mensaje que te tira a la calle, a los amores, a les amigues. Cuestionar el sentido común, y el modo de lucha, cuestionar lo políticamente correcto con un mensaje que te invita a pensar, accionar, compartir. Con estos stickers recibí muchas agresiones por un lado: de las terf, de las feministas, de las machistas, de los machistas, de todo. Mucha incomodidad, agresión, violencia y amenazas. Estuvo todo muy mal en las redes, pero también recibí mensajes de Colombia, de Chile, de presos, de gente que tiene necesidad de otro feminismo, entonces estos stickers saltaron los muros. Recibí un mensaje, sobre todo, que era de un loco que me agradecía porque estaba hablando por gente que no sabía escribir y que nunca los iba a ver y que me agradecía por eso. Fue muy importante porque me dio un impulso para reubicarme para quiénes van estas imágenes, con quiénes estoy conversando. Y bueno, para ellxs. Trabajo para acompañar a Luz Aimé Díaz, que es una travesti que ha sido criminalizada por defenderse, igual que Higui, quiero conversar con ellxs a partir de las imágenes, interpelar una justicia CIS que condena a personas trans. Entonces decimos: ¿qué es lo que pueden hacer las prácticas hoy? Yo las encuentro muy potentes en tanto dialogan en lo cotidiano y pululan por la calle y contaminan con eso. Y está claro de qué lado estoy en el sentido de no tener obras haciendo moho en lugares para pertenecer al mundillo del arte, que es excluyente y que en este momento están más preocupados por ponerle precio a sus productos de mercado y en hacerlos circular en las redes que en reflexionar como parte del conjunto de trabajadores de la cultura. Está bueno reflexionar sobre qué construcciones culturales estamos haciendo y, de nuevo, pensar que el lenguaje inclusivo no alcanza. Hay que interpelar cómo el colonialismo ha calado hondo. Los stickers excedieron las redes que yo había armado y están siendo editados y utilizados en Colombia y Chile. Pensaba en cómo los había armado, obvio que son parte de un proceso de investigación que hago con gente amiga que me enseña y ayuda a desarrollar eso artístico-
pedagógico que es estudiar una problemática hasta ir sintetizando la imagen. En "Contagiamos imágenes” estoy trabajando con personas de muchas provincias y que muchas no tienen una conectividad súper fluida, vamos buscando los modos de seguir habitando esta red y de cuidarla también. Porque el compartir no es clickear, es otra cosa, entonces repensar la digitalización de la vida y de las imágenes está bueno, porque tiene que ver con una pedagogía deseante y con prácticas artísticas, se acercan al poder tejiendo desde el cuidado. No desde un ambiente competitivo en el que peleamos por una beca y nos evalúa un jurado jerárquicamente superior. Los stickers recorren otro lugar y tienen otra fluidez en la posibilidad de diálogo. Y en este momento es necesario contagiar imágenes.
APU: ¿Cómo se vincula tu mirada transfeminista y decolonial con tu mirada crítica de la ciencia? y, ¿en qué sentido tu militancia situacional favorece esta deconstrucción?
P.L.: Estoy trabajando en la construcción de diseños curriculares para la educación media en Neuquén. Vengo trabajando esta idea de la pedagofagia como un conjunto de obras en clave decolonial y transfeminista. Lo que hago es traficar conocimientos, saberes y prácticas de un campo al otro y ponerlos en tensión. Yo soy profe de química y biología y amé lo que aprendí en mis carreras. Después tuve que problematizarlo, deconstruirlo, pensar que más allá de las células hay personas, que más allá de las mitocondrias hay pobreza. Un montón de cosas que aprendí descontextualizadas, fragmentadas. Yo pensaba que los de sociales eran chamuyeros. No veía la relación con las plantas, después fui aprendiendo una mirada ambiental, la naturaleza como una construcción social y natural, también la naturaleza intocable en la modernidad ya no existe, que es un producto de la cultura. Eso me cambió un montón de cosas, empecé a pensar en estos cuerpos construidos, en que el colonialismo nos trajo las disciplinas, la patria, la heterosexualidad, los cuerpos magros, blancos, la división de clases, esta salud higienicista, exitista, la idea de progreso. Esa mirada decolonial implica pensar cómo miramos los cuerpxs, qué salud es la que pensamos. Incluso de los ambientes comunes, que cuidan el buen vivir. Eso aparece en mis imágenes. También implica tomar fuerza de las opresiones para no revictimizarse, para no estar lleno de odio ni simular una felicidad para un sistema. Organizando esa rabia pero animándose a ficcionar, a cruzar las fronteras y a pensar que las posibilidades son infinitas, en tanto puedas pensar en un conocimiento colectivo. Vivo en un barrio en Neuquén y las personas que más me enseñaron estaban en el piquete y en la docencia y eso no lo olvido, aunque habite espacios artísticos súper top ten trato de recordar ese tráfico de conocimientos y mi vínculo con la ilegalidad, que es lo que me ha salvado, en el trabajo en equipo, también. En esto de trabajar por una vida más vivible uno no puede renunciar a su gordura, a su lesbianismo o a su no binarismo, a su maternidad contra hegemónica, sus amores a sus amigos y trabajar de un modo distinto. Les pibes son diferentes y tienen derecho a otra cosa.
*La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión de la entrevistada.