“Polo es una referencia del estilo de periodismo que defendemos”
Por Juan Manuel Ciucci
APU: ¿Cómo surge el libro, y el interés por contra la vida de Polo?
Hugo Montero: Elegimos escribir sobre la vida y la obra de Polo a partir de la influencia que tuvo para nosotros su trabajo. De alguna manera, elegimos la carrera de Periodismo por la impronta de Polo, porque Polo nos empujó, por ser espectadores de su programa televisivo a una edad (teníamos 16, 17 años) en la que se toman decisiones determinantes con respecto al oficio que uno quiere transitar en el futuro. Sus mundos cotidianos, su estilo como entrevistador, su carisma como periodista, sus personajes interesantes y urbanos, fueron los disparadores de nuestro interés por su trabajo en “El otro lado” primero y en “El visitante” después.
Después de escribir una nota de tapa en el número 2 de revista Sudestada (allá por septiembre de 2001) el contacto con sus amigos, familiares y conocidos nos encendió la curiosidad y comenzamos, junto a Ignacio, a juntar información sobre su vida que varios años después pudimos plasmar en el libro “Polo, el buscador”.
APU: ¿Con qué se encontraron que no esperaban durante la investigación?
HM: Nos encontramos con la vida de un tipo luminoso, sociable en extremo, siempre lleno de proyectos y de vínculos entrañables… Nada que ver con el personaje oscuro que se dibujó desde cierta prensa o desde el mito que se fue construyendo a su alrededor a raíz de su muerte trágica. Después nos topamos con un flaco muy creativo, que supo aprovechar el resquicio que se le abría en televisión para experimentar: como en un puchero, juntó ingredientes de todos los mundos que a él (y a su equipo de trabajo) le apasionaban: la novela policial, el cine de autor, la literatura fantástica, la historieta, la crónica urbana y la historia de vida, la entrevista como herramienta, todo eso a partir de sus amigos… Todo eso mezclado en un programa de televisión. Y después nos topamos con un sinnúmero de amigos y conocidos que se sumaron entusiasmados a volcar sus recuerdos sobre Polo, aunque hubieran compartido con él poco tiempo. Desde quien fue su compañero de banco en el primer día de primer grado del colegio (Adrián Korol), pasando por sus compañeros de militancia, de su paso en la Fede, o compañeros de trabajo en el periodismo gráfico, o personajes de la calle que lo recordaban de un modo entrañable, como Pocho La Pantera , por ejemplo.
APU: Parece ser que sigue surgiendo un público nuevo para la obra de Polo. ¿Cómo analizás eso, qué es lo que sigue interpelando de su trabajo?
HM: Nosotros, desde la salida del libro, hacemos el ejercicio de presentarlo donde nos invitan y siempre pasamos uno o dos programas del ciclo. El impacto entre los pibes jóvenes sigue siendo llamativo: los primeros 7-8 minutos se los nota dispersos, como no habituados a un ritmo televisivo pausado y casi poético en algún punto (estamos hablando de un programa de hace más de 20 años, lo que en televisión es un siglo), pero después, apenas surgen los personajes y se van metiendo en sus historias, Polo los engancha. Sucede siempre, nunca falla. Hay ciertos programas estratégicos para nosotros, claro, sabemos que generan un impacto fuerte porque son historias profundas, divertidas y emotivas, pero el efecto sigue marcando a los pibes jóvenes, que vienen con otra cultura televisiva encima. Es muy interesante el fenómeno.
APU: Sigue siendo difícil acceder a su obra, incluso la televisiva. ¿Por qué crees que esta ausencia continúa?
HM: No lo sé, hay un tema legal con respecto a los derechos de distribución de los programas que depende de una decisión familiar. Nosotros lo respetamos. Pero creo que si hoy consiguiéramos el canal adecuado para volver a poner en pantalla los programas de Polo, podría tener un impacto interesante, particularmente entre los muchos pibes que hoy estudian la carrera de periodismo.
APU: ¿Cuál crees que es el legado de Polo? ¿Dónde ves que continúa su presencia?
HM: Es difícil señalarlo. Para nosotros, Polo es una referencia del estilo de periodismo que defendemos: donde el protagonista siempre es el otro (y nunca el cronista), donde los temas abordados tienen un perfil poético y literario, donde los personajes son respetados en su intimidad y cuidados a partir de preguntas que apuntan a la curiosidad y a generar un clima, una atmósfera. Esa textura que lograba Polo con sus entrevistados nos parece de lo más transgresor del periodismo televisivo argentino de los últimos treinta años: en tiempos de cámara oculta, de burlarse del otro-diferente con el recurso del porteño piola de la cámara oculta (Tinelli, Pergolini y otros nefastos), en momentos en que el plagio y la copia se multiplicaba en diversos formatos y se imponía como moda la estética del video clip y de lo efímero, los programas de Polo eran todo lo contrario: un remanso de charla con personajes de la calle, vendedores ambulantes, payasos de circo, matarifes de un matadero, gente con una historia para contar. Eran eso: conversaciones con gente que convivimos todos los días. Y Polo era un especialista en seguir esas pistas que el entrevistado va sembrando por el camino.
Notas relacionadas
“Trasladó la crónica urbana periodística gráfica a la televisión como nadie lo hizo antes”
“Teníamos una pasión muy grande por lo que estábamos haciendo”
Polo: un periodista en la tormenta