Recomendación de amigo: Buenos Aires viceversa
Por Santiago Gómez – desde Florianópolis
Año 1996, se cumplía el aniversario 20 del golpe militar, la marcha del 24 de ese año sería la más grande, hasta ese momento, desde el regreso de la democracia. Dos años atrás había nacido la agrupación H.I.J.O.S., y la película comienza con una placa que recuerda que fueron asesinadas aproximadamente 30.000 personas en nuestro país y que “Los hijos que dejaron recién hoy están en edad para pedir respuestas a la sociedad. A ellos está dedicado este film”. Primera escena: un joven Nicolás Pauls con auriculares sigue en la batería la música de Spinetta. Escena siguiente: un hombre guía a Pauls por un hotel alojamiento en el que le muestra y describe las habitaciones temáticas. Un joven con ansias de éxito sale del telo en un coche descapotable. “Vos te sacás el aparato o el aparato te saca a vos”, le pregunta una fresca Vera Fogwil a Fernán Mirás, proyecto de yuppie.
Esta película es una obra maestra porque consigue reflejar lo horrorosa que fue esa época. La vi cuando la estrenaron y no me pareció buena, la volví a ver después del 2003 y me voló la cabeza. Consiguió captar la desintegración social del momento. El avance de la televisión en la vida cotidiana de las personas, que comenzaron a pasar cada vez más tiempo encerradas en su casa después de la dictadura, nutriendo el individualismo que la televisión propagaba. La aparición de los lugares para “solos y solas”. La fotografía de esta película es maravillosa. Agresti logra pescar lo turbia que era la luz de ese momento, la oscuridad que cubría todo. Una capa de descuido rodeaba todo.
Las familias que no contaban que tenían un hijo desaparecido. Los torturadores sueltos. Y la vuelvo a ver por tercera vez, después de leer Putas y guerrilleras de Miriam Lewin y Olga Wornat, en el que se cuenta de las violaciones sufridas por las compañeras en los campos de concentración, lo que se silenció durante muchísimos años y peor aún, se acusó a las víctimas de traidoras o colaboradoras con la dictadura; y adquiere aún más valor el trabajo de Agresti de mostrar que estaban sueltos los que llevaban mujeres que también iban sin ver a hoteles o departamentos para ser violadas. Esta película deberían pasarla en los colegios.
¿Será esta la primera película de Nazareno Caseros, en la que hace del Bocha, un pibe que vive en la calle? "¿A vos te gusta la cumbia?", pregunta uno de los personajes, en tiempos en que la música tropical comenzaba a hacerse lugar en la clase media, para no decir que la clase media comenzó a vivir donde sonaba la cumbia. Las camas solares: Buenos Aires viceversa dejó retratada la estupidez humana de encerrarse adentro de una sarcófago con tubos violetas para salir naranja. En los inviernos de los noventa había personas que andaban rostizadas y de bufanda.
Hay solo una escena que les voy a contar, es llegando al final. El encuentro entre el personaje que encarna Vera Fogwill y un hombre de barba, con la mirada triste, apagado, abatido, le dice que él fue el último que vio a su papá. Es un personaje que me recuerda al testimonio de Luis Salinas, el hermano de Juan Salinas, editor del blog "Pájaro Rojo", que cuenta lo difícil que era vivir los noventa. Pero volviendo a la escena de la película, ella le pregunta si se parece a su mamá.
Los noventa fueron horribles. Un griterío idiota intentando tapar un vacío que se hacía oír. Pienso en el dolor que habrán sentido los compañeros durante los noventa, después de haber sentido que tocaban el cielo en el 73, para que siguiera un infierno de veintisiete años. Muchos compañeros no pasaron la dictadura y tantísimos otros no vivieron para ver la recuperación que esta sociedad tuvo gracias a la recuperación de la política. Para los jóvenes que no conocieron una sociedad apagada, en silencio, en la que de la dictadura poco se hablaba, en la que la política era sinónimo de corrupción, los partidos no representaban a la mayoría y la mayoría de la población rechazaba la política, es que está dedicada esta maravilla.
La película muestra una sociedad muy distinta a la nuestra, pero en un día donde lo que se decide es el futuro, es preciso recordar algunos, ver por primera vez otro, cómo eran las cosas en otro tiempo. No para creer que sea fácil volver a eso, se necesitó un genocidio para destruirnos así, pero sí para comprender y valorar lo que se tiene.
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