Recomendación de amigo: Cazadores de utopías
Por Santiago Gómez
Desde Florianópolis
Entres los lectores del blog de Juan “Pájaro” Salinas más de uno se habrá encontrado alguna vez con un video del hermano de Juan, Luis, que es un fragmento de “Cazadores de utopías”. En él se escucha a un militante decir, en los 90, que durante su militancia en Montoneros vivió un tiempo muy luminoso, en el que el sentido común general iba a favor del mismo sentido común que él tenía. Anticipaba allá, en medio del apogeo neoliberal, que iban a seguir siendo un pedazo cultural de esta sociedad y que iban a generar otros compañeros. “Ya no vamos a volver a ser los protagonistas, muy probablemente. El protagonismo de mi vida, en el plano colectivo, sucedió en un momento en el que era muy joven. Yo deseo que vuelva a suceder, pero me doy cuenta que no es así, que la historia no da estas oportunidades muy a menudo dos veces. Creo que los protagonistas van a ser otros, pero alguien tiene que conectar. Hablé al principio de Carlos Ocampo y de lo que significó esa asimilación que nunca termina del compañero, de un compañero destrozado, destrozado en función de ser una buena persona. Destrozado por eso, no que era una buena persona aledañamente, destrozado por ser una buena persona. Me doy cuenta que en esto como ellos se jugaron la vida nosotros jugamos nuestra posibilidad de felicidad y yo no voy a ser íntegramente feliz nunca. Creo que valió la pena”, finaliza su testimonio.
Más allá de que “Cazadores de utopías” esté hecha con los testimonios de distintos militantes de Montoneros que comparten su testimonio sobre la historia de la que fueron protagonistas, el valor que para mí tiene esta película, como “Buenos Aires viceversa” de Alejandro Agresti, es que consigue mostrar el impacto en el cuerpo que las derrotas políticas conllevan para quienes pelean con cuerpo y alma. La imagen de Luis me recuerda al personaje que en la película de Agresti se sienta en el bar con Vera Fogwill a hablarle de los viejos. Hombres con una posición frente al mundo que no era la de la mayoría, cuando los medios difundían a un yankee con apellido japonés que sentenciaba el fin de la historia. Tiempos en los que no existía el amplio lugar que tenemos hoy para hablar de un proyecto nacional y popular, ni siquiera para hablar de nuestra historia reciente. Miles de personas que aún no contaban abiertamente que tenían un familiar desaparecido. Tiempos en los que política y corrupción eran sinónimos para la mayoría. En ese momento apareció "Cazadores de utopías" y en ese momento no me llegó ni me enteré de su existencia. Recién cuando llegó uno que consiguió volver a conectar, esta película me quedó cerca.
Para quienes vivan en Buenos Aires, pueden también verla en cine, sin lugar a dudas una experiencia mucho más poderosa que la de la comodidad de casa y destino lógico de esta valiosa obra. Para todos los demás, aquí la compartimos.
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