Sergio Pujol: “El rock en la Dictadura fue como una especie de despertador de conciencia”
AGENCIA PACO URONDO conversó con Sergio Pujol, historiador, escritor, investigador científico del CONICET y crítico especializado en música argentina sobre la difícil relación entre la música popular y lo que conocimos bajo el nombre de Proceso de Reorganización Nacional, a 20 años de la salida de un libro convertido en clásico, como es Rock y Dictadura”. Esta entrevista es un testimonio recogido telefónicamente y extraído del programa El Jardín de los Presentes, que formó parte de FM Radio Zoe 107.1.
“Me tocó ser joven en aquel tiempo y por lo tanto, lo que tenía antes de escribir el libro Rock y Dictadura (2005) era una mezcla de sentimientos. Tenía plena conciencia de lo que estaba sucediendo, ya que estaba empezando mis estudios universitarios y veía lo que pasaba en el país, lo vivía con mucha angustia y también con miedos que quedaron incorporados en mi, te diría hasta la actualidad y que voy a llevar siempre conmigo hasta el final de mis días. Por ejemplo, ver un patrullero de la policía y rápidamente buscar el DNI en el bolsillo del pantalón como un acto reflejo”.
“Por otro lado, en esos años fui al cine, a recitales, conocí gente, me sociabilicé, conocí a la que iba a ser mi primera esposa. Quiero decir, seguí la vida tratando que fuera lo más natural posible, Choque y combinación bastante traumática y un tanto esquizofrénica al vivir bajo Estado de Sitio y con el Terrorismo de Estado. La cotidianidad de un joven que intentaba formarse profesionalmente, aprender y estudiar. Ese es el registro de aquellos años que yo llevaba adentro y que luego pude objetivar y analizar más fríamente con las herramientas que me dio el ser historiador y crítico musical”
“La década rebelde es un libro que salió en 2002 el cual, por el contexto tan complicado en el que salió, pasó bastante desapercibido. Nunca se reeditó, es el que precede a Rock y Dictadura. Los años 60 es época también atravesada por el autoritarismo del golpe de 1966 realizado por el general Onganía. El rock nace y se desarrolla en esas condiciones autoritarias. De cualquier manera y con lo que vino después, la década del sesenta aparece como muy luminosa, con muchas transformaciones y grandes expectativas y de utopías que, lamentablemente, muchas de ellas fueron tronchadas de una manera muy violenta”
“La ciudad en la que vivo, La Plata, ha sido muy golpeada por la represión. Una ciudad universitaria que tenía vida política y cultural muy intensa y despierta. Que sufrió que parte de una generación fuera diezmada con desaparecidos y exiliados. Por eso las heridas que dejó la Dictadura en La Plata, hoy una ciudad tan movilizada, han sido tremendas y por supuesto no han cicatrizado en absoluto”
“Con Rock y Dictadura me propuse hacer un contrapunto entre dos relatos, uno de parte del régimen militar que gobernó la Argentina durante siete años donde me centré en los discursos castrenses referidos a los jóvenes la cultura y la educación. Y el otro relato es el de las historias de vida de los rockeros, porque en lugar de contar la evolución y transformaciones del rock a lo largo de esos años, me pareció que podía encarar esas historias en algunos de los artistas del género que, por supuesto, en aquella época eran muy jóvenes. Aunque ya muy consagrados como Luis Alberto Spinetta, León Gieco y Charly García. Tal vez los autores más significativos en el sentido de que sus obras parecían estaban interpelando lo que estaba sucediendo en el país, logrando sintonizar el humor social que se estaba viviendo en esos años. Todo lo que no se decía y se percibía en el aire”.

“Canciones de Charly como ‘José Mercado’, por ejemplo, que parece escrita por Enrique Santos Discépolo en los años 30, ‘Hipercandombe’, de La Máquina de Hacer Pájaros o ‘La grasa de las capitales’, con su estribillo ‘no se banca más’, era lo que buena parte de la sociedad civil sentía a fines de la década del setenta, después de haber recibido de una manera un tanto fría y resignada el golpe de 1976. Que hay que decirlo, pudo llevarse a cabo en parte por complicidad económica porque hubo un plan que los liberales le vendieron a un sector importante del ejército, un aparato represivo que ya estaba funcionando por lo menos desde 1974, y un cierto hastío en la gente por la violencia política y el caos por el desgobierno en la época de Isabel Perón. Entonces, cuando se produce el golpe, la sociedad estaba sin defensas cívicas como para movilizarse a Plaza de Mayo y expresarse libremente, esto hace que el golpe sea posible y se consolide con todo el aparato represivo. Así que el rol del rock en la Dictadura fue muy importante, como una especie de despertador de conciencia”
“Hasta el año 76 hubo, efectivamente, una dicotomía entre dos formas de entender el cambio, la transformación y la revolución. Por un lado, la revolución que propugnaban los grupos políticos militarizados, la guerrilla más concretamente y la militancia política juvenil y por el otro, la contracultura. Obviamente muchos militantes iban a recitales y a la vez, muchos músicos como Billy Bond, Roque Narvaja, Lito Nebbia, Miguel Cantilo y el propio Charly García tenían sus simpatías políticas e iban a determinados actos donde, incluso, llegaron a tocar. Pero eran dos proyectos efectivamente muy diferentes, eran metodologías y estilos de rebelión distintos y me parece que el punto central que los divorció y los distanció es la violencia política”.
“Es el punto donde el rockero se paró y dijo: “hasta acá llegué” Hubo un sociólogo argentino muy lúcido llamado Oscar Terán que escribió un libro sobre la década del 60 donde dice que en aquellos años hubo dos almas, Che Guevara y John Lennon, que representaron y simbolizaron los anhelos de cambio y transformación de los jóvenes. Cuando viene el golpe de 1976, esa división desaparece junto a 30 mil militantes, en su mayoría jóvenes que soñaban con otro mundo y que habían abrazado la violencia política, pero también desaparece porque la valoración que hacen los sobrevivientes politizados de la cultura rock cambia completamente.
“El rock deja de ser el mascarón de proa del imperialismo como muchos creían, deja de ser una música un tanto marginal y lunática de unos jóvenes que le habían dado la espalda a los sonidos tradicionales de la Argentina para convertirse en una expresión que era posible desarrollar aún bajo las condiciones de hostigamientos de la Dictadura. A medida que transcurre el proceso militar, el lugar que ocupa el rock en la Argentina va siendo cada vez más importante. Los recitales van a convocar cada vez más público y, a la vez, el propio movimiento del rock se va a ir politizando o va a empezar a tener una conciencia política muchos mas aguda de la que tal vez había tenido en los comienzos de su historia”.