Tras los pasos de la memoria viva de Pocho Lepratti
Por Norman Petrich | Ilustración: Leandro Cepeda
El 19 de diciembre, en medio de la crisis del 2001 que terminaría con la caída del presidente Fernando De la Rúa, varios policías comenzaron a disparar en el fondo de la escuela donde estaba trabajando Claudio “Pocho” Lepratti, quien subió al techo para defender a los menores que se encontraban en el comedor de la institución. “¡Hijos de puta, bajen las armas que aquí solo hay pibes comiendo!”, les gritó. El agente Esteban Velásquez abrió fuego con su Itaka, con balas de plomo, acertándole en la tráquea, lo que causó la muerte casi instantánea de Lepratti. Pero como bien dicen en la biblioteca que lleva su nombre: "no lo mataron, lo multiplicaron". AGENCIA PACO URONDO conversó con Carlos Nuñez, su director, para rastrear en este presente, a 19 años, la presencia de Pocho entre los que siguen sus pasos de luchador social incansable, en esa bicicleta que no ha parado de rodar.
Agencia Paco Urondo: Empecemos contextualizando con los hechos…
Carlos Nuñez: Pocho Lepratti es una de las 39 víctimas en el país que dejaron como saldo los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001. De esos 39, 9 acontecieron en la provincia de Santa Fe cuando el gobernador era Carlos Reutemann, quien actualmente es un senador que está sentado ahí solamente para levantar la mano, muy de vez en cuando, para apoyar políticas antipopulares. En esos días, la policía de la provincia de Santa Fe estaba a cargo de la represión que ordenó el gobernador. En la ciudad de Rosario fueron 8 los asesinados y el restante en la ciudad de Santa Fe. Por ahí quedamos influenciados por las imágenes de Buenos Aires, pero acá fue muy diferente lo que ocurrió. Allá los principales focos de la represión fueron en Plaza de Mayo, en Congreso, toda esa zona más céntrica, mientras que en Rosario (en realidad, en todo el Interior) las emboscadas (porque se trató de eso, se les anunciaba a la gente que iban a repartir cajas de comida y era una encerrona provocada por los policías) se llevaron a cabo en las zonas más periféricas de la ciudad. Otra diferencia es que la mayoría de los asesinatos que hubo acá sucedieron el 19, en cambio en Buenos Aires fueron mayormente el 20. Pocho era un hombre que trabajaba en lo social desde hacía muchísimos años, era un exseminarista que se fue a vivir a los barrios y se quedó en las villas, trabajando con los chicos y formando grupos de jóvenes, principalmente en el barrio Ludueña al lado del padre Edgardo Montaldo, un cura que por más de 50 años estuvo en la zona. A su vez, trabajaba en una escuela como ayudante de cocina allí lo encontró el momento en que pasa la policía reprimiendo, él sube al techo de la escuela, les grita que paren de tirar que hay pibes comiendo. Ellos paran el auto y tiran con la itaka, le dan en la garganta y cuando llega al hospital está muerto. La biblioteca lleva su nombre en homenaje a la práctica social y al compromiso que siempre desplegó Claudio con los niños.
APU: El reconocimiento a Claudio Lepratti está más que claro, pero ¿Por qué una biblioteca y por qué en el barrio La Tablada?
C.N.: Tiene distintas cuestiones. Una tiene que ver con nuestro propio deseo, por supuesto, y lo que significa para nosotros la cuestión de la lectura. No de la lectura tal como está pensada formalmente, sino leer en el sentido mas freireano, leer el mundo, como él decía. Lo que pasa en cada casa, en cada barrio, en cada lugar. También hay otro sentido. Yo lo conocí a Pocho y él me había contado de algo que había padecido: durante mucho tiempo había juntado unos libros para armar una biblioteca. En otro lugar, porque era en la zona de Ludueña, nosotros estamos en Tablada, el los había estado juntando hasta que entraron una noche y le robaron todo, se quedó sin nada. Yo me acordé mucho de eso, lo comenté con los compañeros. Después hay un tercer elemento que hoy cambió, por suerte, y es que donde nosotros levantamos la biblioteca, en el barrio la Tablada, tiene una herencia, un legado sobre lo que significan las bibliotecas populares muy fuerte debido a todo lo que consiguió en su momento la Biblioteca Vigil, un espacio de cultura popular muy importante en la zona y que fue cerrado en la dictadura, donde encarcelaron a muchos de sus dirigentes, y desaparecieron, también. Todo eso formó parte del por qué decidimos hacer una biblioteca, pero para nosotros es mucho más que lo que la palabra en sí resuena en cada uno. A algunos, le dicen biblioteca y le suena a un lugar de silencio, libros, y esto no es así, ni lo fue nunca y tampoco en las prácticas. Hoy, por ejemplo, después de muchos años, la Biblioteca Pocho Lepratti tiene una radio comunitaria que ahora cumple 10 años; hace 11 que hay en la sede un jardín comunitario; hay espacios que tienen que ver con la capacitación y le oficio, para aquellos que a lo mejor no pudieron terminar los estudios, donde se enseñan oficios distintos como serigrafía, encuadernación, mosaiquismo y sublimación en telas. Después hay talleres con jóvenes y niños, muchos, en este momento un poco más complicado por todo lo que está pasando, que tienen que ver con apoyo escolar, ajedrez, de guitarra, de lectura, por supuesto. Hay una bebeteca, que armamos hace poco y que a partir de lo que ha significado la pandemia no pudimos inaugurar oficialmente, para que los niños y niñas que van al jardín tengan un primer acercamiento a los libros aunque todavía no hayan adquirido la cuestión de la lectura, a partir de los olores, el tacto, los sonidos. Algo que no veníamos haciendo, pero lo hemos sumado en estos tiempos es lo que tiene que ver con lo alimentario, sumando ollas populares.
APU: Justo nombraste a los chicos y me parece muy interesante destacar que los chicos conocen quién fue, quién es Pocho.
C.N.: Los chicos se acercan, abren la puerta y suelen preguntar si hoy, hay Pocho. Para ellos significa si hay actividades para hacer, un lugar de encuentro entre ellos, si hay juegos. Esto es algo que, en parte, sobrevuela a las prácticas. Cuando digo las prácticas me interesaría señalar que Pocho Lepratti, en Rosario, constituye un montón de espacios, distintas prácticas. A veces puede tener la forma de lo que ocurra en una murga, otra en lo que ocurra con nosotros, hay un centro de salud, una plaza en Ludueña con su nombre, donde se hace un carnaval, todos los años para el cumpleaños de él. Está el Bodegón. Hay muchas historias y me parece que esto es lo rico, es imposible aquietarlo en algo sino que es alguien que, de alguna manera, sigue circulando con su bicicleta a lo largo del barrio con sus prácticas de educación popular.
APU: ¿Qué son Celeste Lepratti y Rubén Naranjo para la biblioteca?
C.N.: Celeste se viene a vivir a la ciudad después de que asesinan a Pocho. Dos Lepratti se vienen. Uno es Orlando, el papá, que formó parte de la comisión investigadora no gubernamental. Y terminó siendo no gubernamental gracias a un sector que todavía respondía al reutemismo. Uno de los referentes de esa comisión fue Orlando. Otro de ellos fue Rubén Naranjo. Un hombre de los Derechos Humanos, artista plástico que formó parte no sólo de la Vigil sino de todo el trabajo de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, también de Tucumán arde, ese gran movimiento artístico y cultural. A su vez, fue parte integrante de nuestra biblioteca. No sólo integrante de la comisión directiva sino que fue el director pedagógico. Alguien de quién seguimos aprendiendo muchas cosas. Después de que Orlando muere, cuando vuelve de una marcha acá en Rosario, en su regreso a Concepción del Uruguay, donde ellos vivían. Bueno, esto que decimos muchas veces, que los asesinatos de diciembre de 2001 fueron 39, pero después están todos los otros muertos que no son por balas sino por todo lo que la impunidad en sí da, el sufrimiento y el dolor es lo que los lleva. Tiempo después, Celeste viene a vivir a Rosario y es una compañera esencial en un montón de cuestiones, está siempre impulsando. Tanto Celeste como la biblioteca formamos parte de otro entramado que es la Asamblea del 19 y 20, un espacio colectivo que integramos juntos a ATE Rosario, gremio al que pertenecía Pocho; el Bodegón Casa de Pocho, espacio formado por los jóvenes con los que el trabaja en Ludueña; Arte X Libertad, espacio de arte callejero conocido por haber pintado las hormigas como las bicicletas por todo Rosario. Todos los años armamos, formamos los ámbitos frente a Tribunales provinciales, junto con los familiares a exigir y reclamar justicia. Sostenemos un concepto que es a la justicia la sostenemos entre todos. Hablamos de aquella que tiene que ver más con los espacios de comunicación comunitaria, de construcción barrial.
APU: ¿Y cómo se preparan en este aniversario tan especial, por las circunstancias que nos rodean?
C.N.: Nos preparamos en dos modalidades. Una presencial y la otra a través de estos espacios de comunicación popular. Desde la biblioteca, los días 19 y 20, vamos a estar repitiendo programas especiales con notas y entrevistas a familiares de los asesinados en esos días. Y a su vez, vamos a estar invitando a distintos actores como periodistas, que incluso van a contar lo que ellos mismos padecieron. Por ejemplo, a Claudio Berón, baleado mientras hacía su trabajo, contaremos con distintos analistas políticos pensando y contando de alguna manera lo que para ellos lo que ha sido todo este tiempo, como Hernán López Echagüe, Mariano Pacheco, Juan Pablo Hudson, Viviana Nardoni, directora del Museo de la Memoria. También va a estar Gustavo Brufman, Matías Ayastuy, militante de HIJOS que también trabajaba con Pocho, Mariana Hernández Larguía, una militante de los Derechos Humanos que hace ya algunos años decidió irse a vivir a Barcelona. Con todos ellos vamos a estar charlando un poco, repensar a 19 años lo que sigue significando este movimiento que, de alguna manera, produjo una gran eclosión dentro de lo que es la mirada y la participación de los movimientos sociales.