16 de septiembre de 1955: el mito del "golpe incruento" contra Perón
- 70 Años
- 7 Días de Combate
- 160 Actas de Defunción
- Una Investigación
Hace doce años, ante el entonces presidente del archivo nacional de la memoria, presenté un proyecto de investigación para establecer cuántos muertos hubo en el golpe del 16 de septiembre de 1955, bajo el título El Mito Del Golpe Incruento.
Durante estos 21 meses en que el fascismo conculcó derechos, recordé a la querida Silvia Bleichmar y su libro No Me Hubiera Gustado Morir En Los ’90. Así los viví, temía morir sintiendo que el electorado premiaba la violencia oligárquica. El 16 de septiembre era mi meta, debía llegar a los 70 años, eran un estímulo demasiado fuerte.
Golpe y resistencia
“Dios es justo”, fue la consigna con la que la 0 hora del 16 de septiembre de 1955, comenzó el golpe más sangriento hasta 1976. A las 0.45 en la Capital Federal se registró el primer muerto, el policía Altamirano, asesinado por un comando civil para robarle el arma. Encontré su acta de defunción en el cementerio de la Chacarita y en el registro civil de la calle Montevideo.
La investigación logró el propósito de la tesis que presenté ante el entonces presidente del Archivo, Ramón Torres Molina.
16 de septiembre de 1955: el mito del golpe incruento
Conseguí las primeras actas de defunción en el Registro Provincial de las Personas, en La Plata. No olvidaré la emoción que sentí al leerlas. Me las entregó en un sobre de papel madera el cumpa Juan Sosa, una ironía del destino, a más de diez años me aferro a ese recuerdo para protegerme del despojo sufrido, pero –como me dijo estornudando en el archivo de una fuerza alguien que ayudó mucho en la investigación– “Podrán robarnos todo, pero esto no”, alzando el acta de defunción del soldado Vitali. Pudimos registrar 160 actas de defunción en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. En Córdoba hubo enfrentamientos muy fuertes.
Cobardía y/o traición de muchos
Sin ese sangriento golpe, no existiría Javier Milei. Quisiera cerrar este texto con una reflexión muy previa a iniciar la investigación, cuando conocí a la brillante Silvia Bleichmar: La dignidad se manifiesta en dos escenarios, el orgánico y el otro. Muchos han elegido el confort de la dignidad corporal; otros, no.