Alegato en causa "Contraofensiva Montonera": el rol de medios, jueces y autoridades eclesiásticas en el exterminio
Por Paula Viafora | Foto: La Retaguardia
Ayer, jueves 9 de febrero, en el TOF Nº4 (Tribunal Oral Federal) de San Martín, se llevó adelante la segunda jornada de alegato de la querella unificada a cargo del abogado Pablo Llonto. La expectativa era muy alta, especialmente debido a la gran repercusión que tuvo la primera parte durante la cual resaltó la relevancia de este juicio calificandolo como “el más importante después del juicio a las juntas”.
En los primeros minutos del alegato, Llonto volvió a resaltar, y como para echar por tierra la estrategia de la defensa del acusado Jorge Apa, quien se desempeñó como jefe de la División Inteligencia Subversiva Terrorista, que lo sucedido durante los años 76-83 en la Argentina no fue una guerra, y destacó puntualmente los años de la Contraofensiva (79-80).
“En este juicio volvió a aparecer este tema planteado por escrito y en indagatorias y en un material de prueba que ha presentado la defensa del imputado Apa. La justicia abre los ojos para visualizar una gran cantidad de elementos que permiten entender mucho mejor lo que está sucediendo con un caso que se expone. La defensa en este juicio y en otros y trata de envolver estas situaciones bajo el discurso de que en aquel momento, en aquellos años del terrorismo de Estado, del plan de exterminio en la Argentina habia una guerra, hecho totalmente falso, desmentido con todas las pruebas y sentencias que desde el juicio a las juntas en adelante se han tenido en el pais y con iguales resultados en el exterior”, describió el periodista y abogado.
Llonto basó sus dichos en un elemento de prueba encontrado en el allanamiento al domicilio del genocida Jorge Videla. Se trata del borrador de un libro que jamás se editó y constituye una serie de charlas que tuvo con el periodista Jose Gobello mientras estaba en la cárcel ( de ahí su nombre "Charlas con Videla en la cárcel”). Con respecto a la supuesta guerra decía Videla: “Desde el punto de vista militar, podría decirse que finalizó hacia 1978” .
El abogado continuó con el relato de los casos refiriéndose en primer lugar al secuestro, tormentos y desaparición de Regino Adolfo Gonzalez, ocurrido el 13 de septiembre de 1979. Tenía 31 años. Su familia (esposa Consuelo e hijas) también fue secuestrada a los pocos días. En este tramo del alegato, se hizo referencia a tres brazos civiles que tuvo la dictadura y que le fueron funcionales a sus propósitos: la alta cúpula de la iglesia, los medios de comunicación y algunos miembros del poder judicial.
Complicidad civil
Es importante hacer foco en la complicidad civil que tuvo la dictadura, aún pendiente de investigación, que complementado por ciertos sectores de la sociedad, como empresarios y partidos políticos, aseguraban un accionar exitoso de las fuerzas armadas.
Mariana, la hija de Regino, narró en el juicio la penosa situación que vivió junto a su hermana a partir del secuestro en la casa de Munro. Llegaron en Falcón hacia las 19.30, vestidos de civil y armados. La patota encapuchó a la mamá y enseguida empezó a revisar la casa y a robar. Los vecinos relataron que se llevaron bienes y subieron a Consuelo a un automóvil y a las niñas en otro, dejando las puertas de la casa abiertas. Gracias a contactos y a que sus familiares se movieron rápidamente lograron denunciar la situación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que estaba de visita en la Argentina y hacer público el caso, situación muy atípica para la época.
La Comisión investigó y respondió que Consuelo y la niñas aparecerían con vida en cuanto ellos dejaran el país. En su desesperación también acudieron a la Nunciatura de Buenos Aires, donde les recomendaron que “del padre guarden un buen recuerdo y que ellos se cuiden”. El periodista Vicente Muleiro, en su libro “El Golpe Civil”, aseguró: “La línea dominante de la Iglesiai católica en la Argentina hizo, ante el genocidio dictatorial, mucho más que aquello que la doctrina religiosa castiga como 'pecado de omisión', es decir, conocer las penurias humanas y no intervenir. Tuvo un papel proactivo en el plan asesino de la dictadura y la razon teleologica que una vez mas fue a parar a la circulacion de la materialidad, es decir a la santificacion de un modelo económico neoliberal que amplio escandalosamente la brecha social”.
En su exposición, Llonto se refirió también a la Revista Gente, cuyo subdirector era el periodista Samuel “Chiche” Gelbung, que también se refirió al caso Regino. Sostiene Llonto: “Ya estaba claro que las hijas de Regino estaban secuestradas, no investigaron el hecho, reprodujeron un comunicado del ejército, falseando la realidad, mostrando como terroristas a militantes que habían sido secuestradas”. La intención de accionar psicológicamente sobre la sociedad partía del ejército pero era reproducida y multiplicada por medios de comunicación que sin duda apoyaron el plan de exterminio.
En el libro antes mencionado, Muleiro también se refiere al rol de la prensa: “Los dictadores contaron con la 'prensa grande' para lo que necesitaron. Para los otros medios diseñaron un sistema de censura previa y posterior sin resquisios y para los periodistas discolos hubo mordaza, secuestro, asesinato y exilio forzoso”.
El papá de Consuelo, esposa de Regino, sin militancia orgánica, quien estuvo primero en Campo de Mayo y luego en otros CCD, presentó un Habeas Corpus pidiendo por su hija y también por Regino, ante el juzgado 1 de Instrucción de Capital. Llonto lo calificó como “trámite vergonzoso”: ese juzgado estaba a cargo de la jueza María Servini de Cubria, actual magistrada federal. “Rechazó el Habeas Corpus. Ante la respuesta del ejército que dicen tener a Consuelo pero nada dicen de Regino, no hace ninguna averiguación, no mueve un dedo para averiguar dónde está. Esto es la muestra de aquello que decía Ulloa. ¿Qué puede hacer el torturado cuando del otro lado todo lo que tiene que funcionar no funciona y encima lo odia al que está siendo torturado? Ni la justicia ni la prensa, con nombre y apellido y por supuesto ni las instituciones de ese Estado genocida estaban dispuestas a hacer algo, porque formaron parte cada una con su aporte y el rol que cumplian en el funcionamiento de ese plan de exterminio”.