“Queremos poner el acento sobre los Derechos Humanos en el presente”

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“Queremos poner el acento sobre los Derechos Humanos en el presente”

22 Octubre 2014

Por Juan Ciucci / Fotos: Nancy Peroni

APU: Contanos acerca de la historia de la casa, ¿cómo deviene en un centro clandestino?

Susana Mitre: La casa fue construida en 1908, pertenecía a un señor que se llamaba Andrés Visca y que tenía mucho dinero. Él donó parte de su fortuna al Gobierno de la Nación con un pedido expreso de que se construyera un lugar materno – infantil para la Policía Federal. Ahí comienza la vinculación de la casa con las fuerzas de seguridad porque, atendiendo a este pedido, se forma una comisión en la policía, que es la Comisión Visca, encargada de hacer todo lo necesario para cumplir con el pedido. Las gestiones que tenían que ver con los herederos tardan muchos años en dirimirse, recién en la década del ’70, él murió en 1938, se empiezan a vender las propiedades. Ésta casa se vende en el año 1971, la compraron unos hermanos de apellido Río, que eran civiles, no eran pertenecientes a las fuerzas de seguridad. Por lo tanto, ahí se empieza a notar la complicidad de la sociedad civil con las mismas. Lo curioso es que donde se registran las propiedades, consta que se incorporaron 52 m2 y todas las refacciones que hicieron hacen suponer que la casa iba a tener este destino de centro clandestino de detención. Las modificaciones que se hicieron son funcionales a ese uso, por ejemplo: crearon un garaje importante, un entrepiso que es estratégico porque era la sala de guardia donde controlaban todo. En ese entrepiso se conectan las tres casas, que antes eran independientes. De este modo, ellos no sólo controlaban los accesos sino que para acceder a cada piso no tenían que salir a la calle. Las celdas también tienen adaptaciones adecuadas para lo que las usaron.

APU: ¿En qué años funcionó como centro clandestino?

SM: Todo lo que sabemos de su funcionamiento, lo sabemos por los testimonios de los sobrevivientes y de los vecinos. Por un vecino que vive al lado se sabe que la Fuerza Aérea llegó en el año ’76 y se fueron en el ’83, cuando vino la democracia. Hay testimonios que dicen que vieron sacar archivos, cajas, desmantelar el lugar.

APU: ¿Qué pasa después del ’83?

SM: Después del ’83, la casa se vuelve a vender. Los nuevos dueños la convirtieron en un inquilinato y después de ese período, los propios inquilinos fueron ocupando la casa, se convirtió en una casa ocupada.

APU: ¿Cómo fue el proceso para recuperar la casa?

SM: Se vuelve a vender en el año 2000 y el nuevo dueño hace una serie de movimientos que parecieran indicar que iban a remodelar la propiedad. Como había un grupo de militantes de Derechos Humanos, los Vecinos de San Cristóbal Contra la Impunidad, los pocos sobrevivientes que habían pasado por acá, que eran tres; por iniciativa de ellos se comienza a hacer denuncias públicas, piden que la casa no se renueve hasta que se investigue si fue un centro clandestino. Fue un proceso largo que duró más de un año, esto fue en el 2003 y en el 2004 se comprueba que fue un centro clandestino y se declara centro histórico. A partir de ese momento, por otra serie de cuestiones fortuitas, como fue el fallecimiento del dueño de la casa en aquel momento, hubo que esperar una sucesión que duró un tiempo. Recién en el 2008, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace la  entrega de la casa al Instituto Espacio para la Memoria.

APU: Al haber sido un centro clandestino y que el juicio va a comenzar dentro de poco, ¿cómo es el trabajo de conservar y recuperar los distintos momentos de la casa?

SM: Nosotros siempre indicamos que todo lo que nosotros sabemos sobre lo que pasó acerca del terrorismo de Estado en general y en particular acerca de este centro clandestino, lo sabemos por el testimonio de los sobrevivientes y también por el mantenimiento de los edificios que permite hacer algunos hallazgos que representan pruebas en los juicios. Por lo tanto, en todos los sitios de memoria hay un equipo interdisciplinario trabajando. Entre los miembros del equipo hay restauradores y conservadores, entonces se hace un trabajo permanente sobre las paredes. En este caso, es bastante improbable que se encuentren rastros del centro clandestino porque circularon muchas personas por este lugar, ya no es posible encontrar esas huellas. Se han encontrado algunas cosas puntuales sobre las paredes que se vinculan con parte de los testimonios. Por ejemplo: una puerta estaba trabada con un barral y la restauradora buscó las marcas de donde había estado y se encontraron. Una serie de trabajos complementarios entre los investigadores, que analizan los testimonios, y los restauradores.

APU: También el trabajo sobre la recuperación de la pintura de aquel momento para los testimonios.

SM: Ese trabajo de cateo sobre las paredes son permanentemente revisados porque desde el 2009 al 2014 se sumaron tres testimonios más. Cada uno de esos nuevos reconocimientos del espacio permiten direccionar la búsqueda. Cada dato resignifica lo que ya se había encontrado, pero faltaba el testimonio que lo explicara. Es como un rompecabezas, cada parte compone el todo.

APU: Se cumplen 10 años. El sábado van a hacer una serie de actividades, ¿qué están planificando?

SM: Vamos a conmemorar esos 10 años dejando constancia de que hubo un proceso de lucha y un proceso de recuperación por parte de la sociedad civil que fue muy importante, porque esta casa pudo haber sido demolida. Si no hubiera sido por ese accionar hubiéramos perdido la posibilidad de saber lo que pasó. Además de recordar la etapa de recuperación, nosotros queremos poner el acento sobre las actividades del presente y sobre los Derechos Humanos en el presente. En la conmemoración del 24 de Marzo, hicimos una marcha de antorchas sobre cuatro ejes que tenían que ver con Derechos Humanos del presente: el problema de “la trata”, la vivienda, el “gatillo fácil” y “los desaparecidos”. Este año estamos usando esos ejes en los distintos aspectos de nuestras actividades. Aquí hay alumnos que hacen prácticas, como unas alumnas de la Facultad de Ciencias Sociales que están haciendo un trabajo territorial; otros estudian Pedagogía Social y también están haciendo sus prácticas acá. Tratamos de sostener esos ejes durante todo el año. Pensar el pasado, el terrorismo de Estado, pero en clave del presente.

APU: Todavía está en discusión cómo se deben utilizar estos espacios, ¿cómo analizás las discusiones sociales que se dan sobre estos lugares?

SM: Yo siempre digo que son espacios en construcción, atravesados por muchas tensiones. Me resulta muy interesante pensar en la contemporaneidad de los actores de ese momento, porque están con vida. A medida que van pasando las generaciones, si bien las personas escuchan los testimonios esas personas no han vivido ese momento. La sociedad está elaborando el trauma que representó el terrorismo de Estado. Esto se comprueba permanentemente con las visitas, el hecho de que haya gente que por primera vez, después de 36 años, quiere saber dónde estuvo, de su testimonio. Venir a estos sitios provoca poder hablar de eso, como si el lugar propiciara la memoria de aquellos hechos que estuvieron sin ser denunciados por las políticas de olvido. Desde ese punto de vista, es un momento único, es histórico porque, de alguna manera, se está reparando a través de los juicios, de la posibilidad de ver estos lugares donde ocurrieron los hechos. Todo esto articulado con el presente. Todo el tiempo nos planteamos cómo diseñar ese puente con las nuevas generaciones para que puedan pensar los Derechos Humanos en el genocidio que sucedió, valorizando las luchas o ideales que tenían esas personas que mataron. Y como decía Rodolfo Walsh que no haya que empezar siempre de nuevo. Es la constancia de los hechos para tomar esas banderas en términos de presente.