Federico Pita: "El racismo forma parte de nuestra sociedad con rango constitucional"

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Federico Pita: "El racismo forma parte de nuestra sociedad con rango constitucional"

21 Enero 2022

Por Adrián Dubinsky | Foto: INADI*

Sabemos que la Historia (así, con mayúscula) también está repleta de omisiones, de injusticias, de ocultamientos, de silenciada/os y de marginalizada/os; pero también es cierto que en la actualidad, al menos desde el principio del siglo XX, han comenzado a surgir, a caballito de la posibilidad de comunicación masiva a nivel global, de las posibilidades de tejer redes que no siempre tienen destino de red social sin más, una miríada de movimientos y reivindicaciones que, si bien no han eliminado la huella de la topadora que intento trasvasarlos al cuarto de desechos de la historia, al menos han desandado la huella, encontrado la marca de la topadora y mucha veces, quien la comandaba o quien la dotaba de ese ímpetu de arrase.

En ese sentido, en la Argentina, una de las comunidades e identidades más ocultadas de nuestra vida como país, tiene que ver con el legado de hombres y mujeres que fueron traídos/as como esclavizada/os y todos sus elementos de índole cultural e histórico que luego constituyeron una parte ingente de la argentinidad.

Por algunos intersticios que deja los vaivenes políticos de nuestra nación, aparecen luces que permiten poner el foco en aquello que se quería invisibilizar (negar, borrar); en ese sentido, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, a través del INADI, lanzó el Padrón Nacional de Organizaciones de la Comunidad Afroargentina. Para conocer los objetivos de esta política pública y generar debate acerca del racismo en la Argentina, entrevistamos a Federico Pita, activista afroargentino, politólogo de la UBA y director de la Comisión para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad Afroargentina.

Agencia Paco Urondo: En la Argentina se suele decir que no somos un país racista. ¿Es así o es una zoncera más?

Federico Pita: El racismo forma parte de nuestra sociedad con rango constitucional. El artículo 25 de la constitución, que tiene su origen en la carta magna de 1853, pero que pervive en la actual constitución, alienta la inmigración europea. A caballo de ese artículo se instala el mito de que la Argentina es una sociedad blanca. La idea de que en algunos aspectos somos superiores a otros países, como México o Brasil, también se arraiga sobre esa supuesta superioridad racial.

Eso es un pecado culposo que nos hace negarnos como país racista -como si ello pudiese ser posible en un sistema-mundo racista-. Se plantea que los negros no existimos y los pueblos originarios son minoría, que es lo mismo que decir que el país es blanco, y allí anida esta declaración defensiva que nos quiere posicionar como un país no racista.

APU: ¿Cómo se revela el racismo en la Argentina?

FP: El racismo tiene tres niveles: uno estructural/sistémico, que es la fase más abstracta del racismo, que está inserto en el sistema-mundo y se manifiesta en un supuesto que esgrime la superioridad racial blanca, que tiene como contracara la idea de una inferioridad racial negra. En términos estructurales es similar al patriarcado: en todos lados el varón es superior a la mujer; en el caso del racismo, parte del mismo lugar incomprobable desde un punto de vista científico: los blancos son superiores a los negros. Hay un nivel intermedio que es cuando el racismo toma cuerpo, que es el racismo institucional (el artículo 25 es un claro ejemplo), y de allí decanta en el resto de las instituciones.

En este punto yo hablo del racismo criollo. El racismo criollo tiene que ver con el diseño institucional del país, en el que se impone un proceso de invisibilización, que por ejemplo se manifiesta claramente en nuestros censos, en nuestra estadística, que no incluye variables étnico-raciales, que no desagrega, como si uno hiciese estadística sin medir varones y mujeres. Lejos de un binarismo ramplón, ese dato nos permite ver las desigualdades al interior del mundo del trabajo, por ejemplo. En el caso del racismo, la no desagregación oculta que la mayoría de las víctimas de la violencia institucional o la mayoría de las mujeres que hacen trabajo doméstico tienen una pertenencia racial: ¿cómo son esas personas? Negras, en el sentido más amplio. La negación en torno al relato radica en invisibilizar el fenómeno para negar la existencia del fenómeno, y junto a la negación del fenómeno la negación de los cuerpos: esta idea de que en la Argentina no hay negros: los mataron a todos en la guerra del Paraguay, murieron todos de fiebre amarilla, y otras zonceras como esa. No estamos en las estadísticas, hay una negación que pondera una gran mentira: una Argentina homogéneamente blanca; y se complementa con algo que tiene ver con un proceso que se ve marcadamente desde el regreso de la democracia en adelante, y que incluye una gran inmigración no europea, que redunda en un proceso de extranjerización, que termina asociando dos ideas: sí, hay negros en la Argentina, pero son extranjeros: uruguayos, brasileros, dominicanos, africanos, etc. La tríada es invisibilización, negación y extranjerización.

APU: La categoría raza se encontraba como una categoría perimida, sin embargo, vos la reflotás para desentrañar un constructo que pervive en nuestro país. ¿De qué manera lo hace?

FP: El racismo siempre refiere a otro, a la negación de la otredad. Hay una tendencia a creer que es un fenómeno subsidiario de otros grandes fenómenos. Pero la categoría raza es central en la constitución de las relaciones sociales de nuestros países, de las Américas y el Caribe; y Argentina no es la excepción. La colonia fue muy clara: una sociedad de casta que lo que definía el lugar que vos ocupabas era la raza: el negro va a ser esclavizado, el indio va a ocupar roles de servidumbre, y el blanco de pequeño comerciante a gran propietario. Al principio fueron castas, y luego como clases. Si vos ves a los laburantes de este país, los que ocupan los roles más bajos de la pirámide social, son negro/as (más oscuro/as, más claro/as, pero son negro/as). Ese ordenamiento social que proviene de la colonia sigue rigiendo las relaciones sociales laborales de nuestro país. El supuesto proceso de mestizaje no existe; yo sigo caminando por la calle y veo gente de todos los colores, pero principalmente oscura. Y la oscuridad de la piel no tiene que ver con la exposición al sol, sino que habla de un origen, de una identidad.

APU: ¿Se observan privilegios en nuestro país con respecto al color de piel?

FP: Por supuesto. Muchas veces se entiende privilegios como prebendas de los ricos, pero no es así. Si uno observa los panelistas de los programas de televisión, ve que los periodistas son blancos; si bien muchos periodistas y laburantes en lugares de privilegio con respecto a la gran masa de laburantes del país, apenas llegan a fin de mes, y no son ricos ni mucho menos, cuentan con privilegios con respecto a las mayorías. Los privilegios imponen la ceguera del color, y es raro hablar de privilegio cuando vivís al día, pero termina siendo un privilegio cuando lo comparás con la inmensa cantidad de argentinos que no tienen las cuatro comidas diarias garantizadas.

Recuperar esta dimensión del privilegio y reflotar categorías de análisis que incluyan las tensiones raciales al interior de nuestra sociedad, nos va a ayudar, sobre todo a los gobiernos nacional-populares, a definir tácticas y estrategias políticas más acertadas. La subestimación del fenómeno racial es uno de los grandes problemas de nuestro análisis, incluso cuando es bien intencionada.

APU: En general, la izquierda tradicional e incluso la izquierda nacional, subsume en un tema de clases el conflicto por la distribución de recursos y el ordenamiento social. ¿Se subestima el análisis de las categorías raciales?

FP: La izquierda tiene la tendencia a subordinar todo al conflicto de clases. Aquel que no entiende eso, es un cuadrado que no entiende que todo se sintetiza en el económico. Cómo no lo vamos a entender si desde que el tiempo es mensurable todos los que le ponemos el cuerpo a la formación de la riqueza, al trabajo, somos nosotros. La modernidad pesa sobre la espalda de los afrodescendientes. Para los blancos nunca fue digno trabajar. La idea de que el trabajo dignifica es un invento de la década del '40 y del '50. Pero el trabajo nunca fue dignificante desde la óptica del poder. El trabajo siempre fue cosa de negros, y armar un sindicato siempre fue visto como una iniciativa para defender a negros vagos. El tema racial siempre fue central, y si me pinchás un poco, te diría que en nuestro contexto es la raza la que define a la clase, y no al revés. Esto que digo es subversivo en determinados sectores políticos bienintencionados. En la conducción de los procesos políticos no se hacen cargo que los que conducen en la abrumadora mayoría de las veces a las masas (mayoritariamente negras), son blancos.

APU: En ese sentido, cuando vos ponés el foco en estos privilegios raciales, he notado que en algunos programas en los que te vi, los panelistas blancos llevan al terreno personal tus reclamos, como si ellos mismos corrieran el riesgo de perder privilegios. ¿Cómo actúa el racismo en el terreno interpersonal?

FP: La diferencia entre las prácticas racistas y sostener la ideología del racismo se instala en lugares cada vez más tangenciales. Un candidato actual dijo que se sentía superior moralmente, incluso estéticamente. Eso es preocupante, porque si bien proviene de un sector minúsculo, luego encuentra eco en los votantes. Y eso ocurre por abandono de dar batalla en este conflicto por parte de los sectores nacional-populares. Porque si se habla de esto, muchos blancos se van a tener que levantar de la silla. Cuando se habla del tema paritario, muchos varones tuvieron que dejar su lugar (claro que, en muchos casos, esos lugares los ocuparon las esposas, las hermanas, las tías de los mismos que se levantaban). Y esto ocurre en los tres poderes del Estado, en las universidades, el mundo de las ciencias, de la cultura, etc. Y no es que estamos en Noruega y tenemos que buscar gente de piel oscura para cubrir un cupo, sino que somos mayoría. El que se siente presionado a dejar un espacio tendrá que elegir entre un imperativo moral y su egoísmo. Tenemos que estar convencidos que la silla tiene que estar a disposición por un proyecto colectivo.

El pueblo negro -si algo que lo define al pueblo, es ser negro- está cansado de ver que todos los candidatos son rubios y de ojos azules, de uno y otro lado. Pero un día se van a dar cuenta que su reivindicación actual como villeros, esconde una identidad previa, la de ser negro. Cuando L-Gante dice: “Yo no rancho con modelos, ando con las huachas del barrio, yo no quiero hacerme cheto, quiero hacerme millonario”, se erige como un filósofo de la negritud en Argentina. Es muy claro el proyecto. ¿Dónde está la tensión social entre clases sociales? En la raza.

APU: ¿Cuántos afroargentinos hay en la actualidad?

FP: Somos el 5% de la población, o sea, alrededor de dos millones.

APU: ¿Y qué políticas públicas desarrolla el INADI para reconocer y fortalecer esas identidades?

FP: Por lo pronto, en noviembre de 2020, en torno al Día Nacional de la/os Afroargentina/os -el 8 de noviembre, en memoria de María Remedios del Valle-, se creó la Comisión para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad Afroargentina, que permite atender las demandas y propuestas de la Comunidad Afroargentina. Que el 8 de noviembre, que es el día de la Madre de la Patria, no solo no sea feriado, sino que se la ignore en las efemérides de las mayorías de las escuelas públicas, es un ejemplo sobre cómo opera un doble sistema de invisibilización a través del patriarcado y del racismo.

APU: ¿Cuáles son los objetivos de la Comisión?

FP: Uno de los principales objetivos es la elaboración del Padrón Nacional de Organizaciones de la Comunidad Afroargentina y eso va directo al corazón del problema: cuántos somos, dónde estamos, etc. Y si bien los que la llevamos adelante somos afrodescendientes y activistas, procuramos que se involucre la población en general.  Este padrón no solo tiene como objetivo generar un registro, sino hacer una radiografía de cómo están esas organizaciones en relación a sus papeles (personería jurídica, temas legales, etc.). Una organización que no tiene sus papeles en orden no existe para el Estado, y en ese sentido, queremos acompañar los procesos burocráticos inherentes a toda legalización e inscripción dentro del sistema.

Por otro lado, hay otra instancia prevista que es el congreso anual, que el año pasado se realizó el 1 y el 2 de noviembre en la ciudad de Paraná, que por temas pandémicos contó con 50 representantes de todo el país. Allí se promovió una agenda de demandas y reivindicaciones que sale de la propia comunidad. Esto fue fundamental para que haya un intercambio fluido de cooperación para el desarrollo de políticas públicas tanto a nivel nacional como a niveles provinciales y municipales, pero siempre en conjunto con las organizaciones de la sociedad civil.

De estos espacios emerge un programa de declaratoria de monumentos, lugares y hechos históricos para la confección del Mapa de Sitios de Memoria de la Comunidad Afroargentina que será propuesto al gobierno nacional.

La Comisión, además, deberá organizar, auspiciar o participar en congresos, seminarios, encuentros, jornadas, programas periodísticos y toda otra actividad que conlleve al cumplimiento de sus objetivos y funciones.

Otra de las falencias que viene a solventar esta comisión, tiene que ver con un proyecto de formación y aprendizaje al interior del Estado. Todos los funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional, de sus organismos dependientes, de entidades autárquicas y de las fuerzas armadas y de seguridad, deberán estar capacitados en esta temática a fin de que puedan brinden informes, datos y documentos que permitan el desarrollo de las funciones de la comisión.

APU: No te pedimos que hagas futurología, pero ¿cuál esperás que sea el impacto de estas políticas públicas?

FP: El desafío es que se mantenga en el tiempo, que se convierta en una auténtica política pública independientemente de quien gane las elecciones. Va a iniciar todo un proceso de formación y transformación que no alcanza con un período de gobierno, ya que esto tiene que ver con desandar más de doscientos años de historia. Por eso estamos articulando con organismos públicos, universidades y organizaciones de la sociedad civil. El Estado es necesario en la Argentina y esto tiene que perdurar más allá de nuestro paso por la función pública.

*Federico Pita en Paraná (Entre Ríos), en el Encuentro Nacional de la Comunidad Afroargentina 2021.