“El conflicto político-social de la Argentina está atravesado por el racismo”
Por Juan Cruz Guido /// Foto: Nicolás Parodi
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo tomaron desde la comunidad afroargentina el nombramiento de María Fernanda Silva como embajadora ante el Vaticano?
Federico Pita: El nombramiento de María Fernanda para nosotros no solo es un reconocimiento a ella por su profesionalismo y trayectoria en el cuerpo diplomático, sino que indudablemente es un símbolo para toda la comunidad afroargentina. Además de la afirmación de nuestra comunidad, es la puesta en valor del aporte, no solo cultural, sino social y político a la nación argentina. El nombramiento de María Fernanda encarna eso. En ese sentido, es un enorme orgullo e implica un avance en el largo derrotero de la deuda histórica para con nuestra comunidad, en el contexto de la justicia reparativa.
APU: Desde DIAFAR insisten mediante distintas iniciativas en introducir el debate sobre el racismo en la Argentina. ¿Qué avances implica en ese sentido?
FP: El debate del racismo en la Argentina sigue siendo bastante esquivo. No tanto en lo social, donde reconocemos que se avanza en la condena frente a estos hechos, sino que muchas veces en el discurso político se tiende a minimizar las cuestiones raciales y circunscribir el conflicto político-social de la Argentina al clivaje de clase. Nosotros como organización nos paramos en el horizonte político que nos otorga la interseccionalidad. Ese aporte teórico del feminismo negro implica comprender los conflictos del sistema mundo, del ordenamiento capitalista, sobre la base de la triple opresión de la cuestión género, clase y raza. En la Argentina no todo es entre ricos y pobres. Sus conflictos tienen colores. No necesariamente todo lo negro es pobre, pero todo lo pobre sí es negro, políticamente hablando. Entonces obviamente el conflicto político-social de la Argentina está atravesado por el racismo.
APU: ¿Por qué creen que a la política le suelen incomodar este tipo de debates?
FP: La política se incomoda ante este debate porque es uno de los lugares de reproducción de los privilegios racistas. Basta mirar la composición étnico-racial de la dirigencia política argentina. No solo son mayoritariamente hombres sino que en su totalidad son personas blancas. Si uno mira el color de piel de los cuerpos representativos en el poder legislativo, ejecutivo, judicial, uno observa lo que socialmente se reconoce como blanco. Ahora si uno ve esa representación étnico-racial en otros espacios del Estado, como pueden se las cárceles o los barrios marginados, predomina la gente oscura.
Por lo tanto el clivaje negro-blanco es sumamente claro. La política es esquiva a eso porque en las propias lógicas de construcción, al no atender el conflicto, lo reproducen.
APU: Ustedes, como organización, participaron de los equipos técnicos del Frente de Todos, ¿qué análisis hacen del gobierno en estos meses?
FP: Nos convocaron a participar en los equipos técnicos, en los aportes de la propuesta de campaña y de gobierno del Frente de Todos. Hubo 25 comisiones, una que trabajaba sobre esta perspectiva donde participamos. Allí se trabajó la identidad afro descendiente, la de los pueblos originarios y la agenda política de los colectivos migrantes. Nosotros hicimos un aporte de campaña para los primeros 100 días y reformas estructurales. La convocatoria fue realmente una situación original e histórica.
Convocar a diversos actores durante un proceso de construcción de propuestas de gobierno. Ahora viene la parte concreta. Los primeros 100 días pasaron. Se vienen las transformaciones profundas y evidentemente va a haber una larga lucha y un gran debate en torno a construir políticas que desanden el racismo estructural en la Argentina. Me animo a citar a un intelectual estadounidense, Chuck D. Le preguntaron por el rol de Obama frente al gobierno de los Estados Unidos. Contestó algo así como: un buen conductor con un mal auto. Para Alberto Fernández aplica la misma lógica. Hay grandes transformaciones por hacer. Alberto Fernández fue claro en su discurso de asunción en relación al racismo y a la discriminación por el color de piel. Aseguró que debe tornarse un crimen imperdonable. Va a haber que trabajar mucho para desandar y reconstruir ese camino.
APU: El abordaje más completo del racismo pareciera cultural que político...
FP: Se suele entender el racismo desde la perspectiva cultural y política como que es un fenómeno de la cultura. En realidad el racismo es un fenómeno estructural. No es una práctica de abajo hacia arriba. No es que la gente es racista y entonces torna a la sociedad racista y el sistema mundo, capitalista, se torna racista por la gente que esta adentro. Es a la inversa. Son prácticas que derivan de reglas que están en la estructura, en los cimientos mismos del capitalismo, y que las instituciones llevan adelante. En nuestro caso, una de las grandes instituciones reproductoras del racismo es el Estado. Hay que diferenciar a los gobiernos del Estado. Los gobiernos pueden tener agendas antirracistas pero si esas agendas no van a la estructura misma del poder, no van a poder modificar los patrones culturales. Un ejemplo bien concreto. Nosotros tenemos una constitución nacional, sancionada en 1853 y reformada a finales del siglo XX, donde tiene su artículo 25° (aun vigente) que dice que el estado fomentará la inmigración europea. La realidad es que privilegiaron a la migración blanca por sobre las demás migraciones. Eso habla de un fenómeno racista. Con consecuencias inmediatas.
Si nosotros imaginamos que Argentina es un país hecho por la gente que vino de Europa quiere decir que los que estaban acá poco aportaron. Estamos hablando de los originarios y afro descendientes, que somos más de la mitad de la población argentina. Fundamentalmente la visión de un país abierto al mundo en realidad es también una visión sesgada y falsa. Esta abierta a una sola porción del mundo. A una versión minoritaria de lo que es el mundo. Por eso cuando la derecha habla de abrirse al mundo está mirando a un solo sector. No está hablando de abrirse a Asia, África y, mucho menos, a América Latina. Por eso insisto en que el racismo es un fenómeno estructural y si no lo asumimos de esa forma poco podremos hacer para destruirlo.